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Aniversario de las Hermanas de la Cruz en Málaga (Parr. San Juan Bautista-Málaga)

Publicado: 27/05/2016: 4705

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga D. Jesús Catalá en el aniversario de la presencia de las Hermanas de la Cruz en Málaga, celebrado en la parroquia de San Juan Bautista-Málaga, el 27 de mayo de 2016.

ANIVERSARIO
DE LAS HERMANAS DE LA CRUZ
EN MÁLAGA
(Parroquia de San Juan Bautista-Málaga, 27 mayo 2016)



Lecturas: 1 Pe 4,7-13; Sal 95,10-13; Mc 11,11-26.

1.- Acción de gracias a Dios por la presencia de las Hermanas de la Cruz en Málaga
La presencia de las Hermanas de la Cruz en la Diócesis de Málaga es ya casi centenaria y se remonta al año 1925, en la ciudad de Ronda. Fueron fundadores de aquella casa los Marqueses de Salvatierra; y se eligieron por santos protectores de la misma, al Arcángel San Rafael y Santa Ana. Acompañadas de la Madre fundadora, componían la comunidad seis Hermanas, que se dedicaron la asistencia de los enfermos pobres a domicilio, misión fundamental de su congregación. El Obispo de entonces, D. Manuel González, bendijo la nueva casa, llevando procesionalmente al Santísimo Sacramento desde la iglesia Mayor a la Capilla de las Hermanas.
La Fundación de la casa de Archidona tuvo lugar en el año 1929, con el patrocinio de D. Juan Parias González y Dª Lina de la Fuente de Parias, siendo los santos protectores San Miguel y Santa Isabel. Además de la visita domiciliaria a enfermos, dieron clase nocturna y educación religiosa a mujeres adultas.
    Y la última fundación en vida de Sor Ángela de la Cruz tuvo lugar en marzo de 1931. Fue en la ciudad de Málaga a petición del Obispo beato Manuel González, que instaló a las Hermanas en unas dependencias anejas a palacio episcopal, poniendo la casa bajo la protección de la Patrona, Santa María la Victoria.
    A las pocas semanas Málaga sufrió en sus entrañas la persecución religiosa de la segunda República, el vandalismo y el odio contra la fe católica. Incendiado el palacio episcopal, tuvieron que salir apresuradamente y recorrer con gran miedo las calles junto con el Obispo y sus familiares, escarnecidas e insultadas por las exaltadas turbas, que les amenazaban con darles muerte. El único motivo de sufrir persecución era simplemente por ser religiosas; su único delito había sido ayudar a los pobres y enfermos.
    Las religiosas tuvieron que marchar a Sevilla, donde la Madre fundadora las acogió con cariño y les proporcionó los cuidados necesarios. En julio de ese mismo año Madre Ángela sufrió una trombosis cerebral, que la llevó a la muerte nueve meses después.
Cuando terminó la guerra civil y se pacificaron los acontecimientos, regresaron las Hermanas de la Cruz a Málaga, en 1941. Celebramos el 75 Aniversario de esta efeméride con un triduo de acción de gracias a Dios: en primer lugar, se ha pedido por los pobres y los enfermos, que son los destinatarios directos de la misión y carisma de las Hermanas; en segundo lugar, se ha rezado por las vocaciones sacerdotales y religiosas; y, en tercer lugar, celebramos hoy la Eucaristía por todos los bienhechores.
Recordamos a todas las hermanas que en estos años realizaron su servicio en Málaga y pedimos por ellas, sean vivas o difuntas.

2.- Recomendaciones del apóstol Pedro
El apóstol Pedro, en la lectura litúrgica de hoy, nos ofrece varias recomendaciones, que van destinadas a todo fiel creyente; y que las Hermanas de la Cruz tienen como divisa y misión.
- «Ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados» (1 Pe 4,8). El amor debe ser el lazo de la unidad entre las personas, que nos hace capaces de aceptar al otro en su diferencia. No somos todos iguales y eso genera tensiones y odio. Amando, aprendemos a perdonar y se nos perdonan los pecados.
- «Sed hospitalarios unos con otros sin protestar» (1 Pe 4,9). Acoger el enfermo, al necesitado, al forastero, al anciano, al débil, es la enseñanza del Maestro de Nazaret y el mandato que nos dio.
- «Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido» (1 Pe 4,10). Cada uno está llamado a poner al servicio de los demás los dones y el carisma que ha recibido de Dios: la entrega alegre, la virginidad consagrada, el don de profecía, el buen gobierno. Las Hermanas de la Cruz aportan su servicio humilde en el cuidado de los enfermos y necesitados, que es el carisma de vuestra Fundadora; con ello se enriquece la comunidad cristiana y os enriquecéis también vosotras.
- El apóstol Pedro nos anima a realizar nuestra misión sin alardear ni protestar, sino para gloria de Dios: «Si uno habla, que sean sus palabras como palabras de Dios; si uno presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede, para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo» (1 Pe 4,11).
Agradecemos a las Hermanas de la Cruz su presencia en nuestra Diócesis. Vosotras aportáis, desde vuestro carisma fundacional, una riqueza a la Iglesia, que repercute en todos los demás y nos ayuda a vivir con mayor fidelidad lo que Dios nos pide.
    Naturalmente, la misión que Dios nos encomienda la hacemos con esfuerzo y muchas veces con sufrimiento. El Señor nos prueba como oro en crisol: «No os extrañéis del fuego que ha prendido en vosotros y sirve para probaros» (1 Pe 4,12). La prueba nos purifica y nos aporta alegría: «Estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante» (1 Pe 4,13).

3.- Oración y confianza en Dios
En el evangelio, que ha sido proclamado hoy, vemos a Jesús que entra en el templo de Jerusalén y al ver a los cambistas y a los vendedores, vuelca sus mesas (cf. Mc 11,15) y les dice con tono enfadado: «Mi casa será casa de oración para todos los pueblos y vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos» (Mc 11,17).
    El Señor nos invita a respetar los lugares y los tiempos sagrados. El hombre dedica a Dios espacios determinados y fechas especiales, para que su vida esté anclada en su amor y en su misericordia divina. No se trata de granjearse el amor de Dios a base de promesas, de intercambios o contratos; se trata de vivir con alegría la relación amorosa y misericordiosa con Dios Padre, ofrecida por mediación de su Hijo Jesucristo y en comunión con el Espíritu Santo.
    Jesús nos invita a tener fe en Dios (cf. Mc 11,22) y a rezar con la confianza que se nos dará lo que le pidamos: «Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis» (Mc 11,24).

4.- Aniversario de la Hermanas de la Cruz en Málaga
El 75 Aniversario de la presencia de las Hermanas de la Cruz en Málaga es una ocasión excelente para dar gracias a Dios. Vosotras encarnáis y actualizáis el carisma de santa Ángela de la Cruz en el servicio a los enfermos y a los más necesitados.
María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerrero González, vuestra Fundadora, nacida en Sevilla en 1846 en el seno de una familia numerosa y pobre, aprendió a vivir una gran devoción mariana.
La que no pudo ser Hija de la Caridad ni Carmelita por motivos de salud, fue elegida por Dios para servir al Cristo crucificado en los enfermos y pobres y ser fundadora de una congregación, que se extendería en muchos lugares de Andalucía, Extremadura, La Mancha, Castilla, Galicia, Valladolid, Valencia, Madrid, Islas Canarias, Italia y América.
Hoy damos gracias a Dios por la larga presencia de las Hermanas de la Cruz en nuestra ciudad de Málaga.
Pidamos al Señor que nos conceda servirlo como Él desea: en el prójimo, en el pobre, en el enfermo, en el anciano, en el débil, en el necesitado; y en las pequeñas cosas de cada día.
Pedimos a la Santísima Virgen que nos proteja con su maternal intercesión en el camino de la vida hacia la patria celestial.
    E impetramos la intercesión de las santas Ángela de la Cruz y María de la Purísima de la Cruz, para que sostengan a las hijas de la Compañía de las Hermanas de la Cruz en el carisma fundacional, nazcan nuevas vocaciones con este carisma y nos ayuden a todos nosotros a responder a la vocación bautismal y a la vocación específica, a la que el Señor nos llama cada día. Amén.

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