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“El Padrenuestro” (XI) Danos hoy nuestro pan de cada día

Publicado: 24/04/2016: 21560

En la cuarta petición decimos: "Danos hoy nuestro pan de cada día". Nuestro pan, y por eso decimos danos y no dame. Nuestro, porque los hijos del mismo padre, somos hermanos. Nuestro, porque cuando oramos con la oración que nos enseñó Jesús, estamos suplicando no sólo por nuestro campo, por nuestro trabajo y por nuestro pan, sino por el campo y el trabajo y el pan de todos.

Nuestro, porque tras el pan -fruto de la tierra-, se halla el don de la lluvia -que viene del cielo- y el trabajo de los hombres, por eso, cuando comemos lo que necesitamos estamos comulgando con los dones del cielo, de la tierra y con el trabajo de los hombres.

Nuestro, porque un día esperamos oír: “Ven, bendito de mi Padre, porque tuve hambre y me diste de comer.”

Y pedimos: "el pan de cada día...". El evangelio utiliza una palabra que se ha convertido en la cruz de los exégetas: "epiousion". Palabra sin paralelos en el mundo griego. Palabra que lleva a conclusiones filológicas distintas. Y así, en nuestras traducciones encontramos:

Panem nostrum supersubstancialem da nobis hodie (Vulgata).
El pan nuestro de cada día dánosle hoy (Nacar-Colunga, Biblia de Jerusalén).
Nuestro pan del mañana dánosle hoy (Mateos-Schökel).

Estas diferencias recuerdan que, además de la profundidad de sentido que brota de esta palabra, nuestra condición de criaturas ignora qué le deparará el futuro, pues sólo tenemos el presente. Por eso, somos criaturas que debemos aceptar la provisionalidad, pues mañana también hemos de pedir el pan de la salud para seguir trabajando, y el pan de la fraternidad para seguir repartiendo el pan de cada día, y el pan de la palabra que "no por no ser ella pan del vientre deja de ser pan de la mente", decía San Agustín. En fin, somos criaturas que tenemos que vivir día a día, sostenidos por el pan –epiousion- porque nuestro mañana está en manos de Dios.

Por todo ello, estamos ante una oración que compromete nuestra vida, ya que si pido el pan de cada día, estoy pidiéndolo para mi y para todos, para los míos y para los que no comulgan con mis ideas o no están de mi parte.

Lo que quiere decir que rezar el Padrenuestro nos lleva a ser corresponsables con los buenos y con los malos, con los que nos alaban y con los que nos persiguen.

No hay oración más pura y misericordiosa que esta, pues si pedimos por los que tienen hambre, también hemos de pedir por los que tienen otras clases de hambres, aunque no tengan hambre de pan material.

El Abbé Pierre nos enseñó a decir: "Señor, ayúdanos a buscar pan para los que tienen hambre y hambre para los que tienen pan".

Lorenzo Orellana

Sacerdote diocesano

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