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Estado de malestar

Publicado: 05/10/2010: 7470

Vivimos una situación social muy preocupante y los católicos tenemos que estar en la vanguardia de la búsqueda de soluciones. Especialmente los que son empresarios o especialistas en ciencias económicas, o están implicados en compromisos políticos y en actividades sindicales.

Cierto que las parroquias, la Iglesia, están dando lo mejor de sí mismas a través de Cáritas, de comedores sociales, de centros de acogida y otros servicios que el amor imaginativo ha puesto en marcha. Pero no basta con arreglar los desaguisados de la crisis: Hay que buscar soluciones trabajando codo a codo con todas las personas de buena voluntad.   

Me pregunto a quién ha beneficiado la huelga general. Pienso que no ha sido a los trabajadores, pues las medidas del gobierno son irreversibles. Ni a los empresarios, que se han perdido muchas horas de producción. Ni a los sindicatos, que han contado con escaso apoyo social. Ni a los ciudadanos, pues nos ha costado muchos millones de euros que tendremos que pagar entre todos.

Y mientras tanto, España (sí, he dicho España, sin ningún tipo de complejo) se desangra por tres heridas que no logramos suturar. El paro, que, bajo la cifra de los cuatro millones de parados oculta a unos doce millones de españoles sin ingresos; la deficiente calidad de la enseñanza, que nos pasará factura en un futuro no lejano; y la corrupción de numerosos cargos públicos. Tres fenómenos sociales conocidos por todos, que están en primera página de la prensa diaria.

La solución es difícil, pero se puede hacer algo: ser responsables en el trabajo; denunciar la corrupción que veamos; exigir que también los gobernantes cumplan las leyes; clamar por una enseñanza de calidad sin “ley de calidad”; y pedir que devuelvan lo robado.  

Artículo de Juan Antonio Paredes en la revista "Diócesis"

Autor: diocesismalaga.es

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