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Málaga, tierra de santos

Publicado: 02/05/2007: 236

•   Antequera celebra este domingo la beatificación de Madre Carmen

Este domingo 6 de mayo, la ciudad de Antequera vivirá un día muy especial. Se trata de la beatificación de Mª del Carmen González Ramos, Madre Carmen del Niño Jesús, en su ciudad natal.

Será en presencia de más de siete mil personas acreditadas, provenientes no sólo de la provincia de Málaga, sino también de todas las partes del mundo en las que Madre Carmen ha dado esperanza y luz a la vida de mucha gente a través de la fundación, en 1884, del Instituto Religioso de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, así como de la creación de hospitales, escuelas y residencias de ancianos.

La solemne ceremonia comenzará a las 11 de la mañana en el recinto ferial de Antequera y estará presidido por el Emmo. Sr. Cardenal Saraiva Martins en nombre del Santo Padre. Además, estará presente el Sr. Nuncio Apostólico, D. Antonio Dorado Soto, y un gran número de obispos y sacerdotes de diversas diócesis, además de algún cardenal.

Aunque la ceremonia de beatificación de Madre Carmen sea, en Andalucía, la primera que se realizará en su ciudad natal, no es la única vez que se beatifica a una persona malagueña “de sangre” o ligada a Málaga por algún motivo. Es el caso del cardenal Marcelo Spínola y Maestre, que fue obispo de Málaga y fundador de las Esclavas del Divino Corazón.

Asímismo, Juan Nepomuceno Zegrí, granadino de nacimiento, fue el Vicario General de Málaga y fundador de las Hermanas Mercedarias de la Caridad. En la misma situación se encuentra el sevillano Beato Manuel González García, que aunque murió en Palencia, fue obispo de Málaga durante diecinueve años. Distinta es la historia de Madre Petra y del Hermano Martiniano Meléndez Sánchez, ambos nacidos en la provincia de Málaga y entregados en la tierra que les vio crecer al servicio del Señor. Así que, a la pregunta, ¿es Málaga una tierra de santos? A juzgar por el número de beatos nacidos o ligados de alguna manera a nuestra diócesis, la respuesta es contundente: sí.

“ Todos mis sufrimientos los doy por bien empleados con tal de que se salve un alma”. Éste es uno de los pensamientos que Madre Carmen tuvo presente a lo largo de su vida y que convirtió en realidad a través de su trabajo con los más necesitados. No se vino abajo en los momentos en que la vida se le puso difícil. A l contrario. Luchó con la fortaleza de espíritu que el Señor le otorgó.

Si hay algo que todos los beatos y siervos de Dios tienen en común es la vida ejemplar y la respuesta evangélica ante los obstáculos y sufrimientos que han padecido, y la valentía con la que han seguido adelante caminando hacia el Padre. Y es que, de una manera u otra, ayudaron en lo posible a los más necesitados de su entorno, e incluso, antepusieron la vida del prójimo a la suya propia.

Partiendo de que la veneración a los beatos implica honrarlos con la oración, los cristianos los consideramos buenos amigos con capacidad para interceder por nosotros ante el Señor. ¡Es lo que nos enseña la comunión de los santos!

La función que cumplen los beatos con su testimonio es la de recordarnos que, a lo largo de su existencia, esas personas fueron capaces de seguir e imitar a Jesucristo. En definitiva, podemos ver en ellos a hombres y mujeres que, siguiendo el único sendero del bien –que es Cristo–, se han convertido para nosotros en ejemplo del seguimiento de Jesús.

Autor: Revista Diócesis

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