El Señor Rodríguez Zapatero está muy contento con la marcha de nuestra economía, aunque no sé lo que piensa sobre el reparto equitativo de esa bonanza.

A pie de calle, oigo decir que los costes de las hipotecas han subido; leo en el periódico “Qué!” del día 18 de Abril, uno de esos periódicos gratuitos que reparten cada mañana, que según un Informe de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, el 31 por ciento de los andaluces vive bajo el umbral de la pobreza; y me preocupa la situación de los trabajadores gaditanos de Delphi, la de los malagueños de Vitelcom y la endeblez del tejido industrial de Málaga.

Comprendo que los sindicatos tienen un margen de maniobra muy pequeño, ya que su supervivencia depende en gran medida de los gobiernos de turno. Quizá por eso las manifestaciones del 1 de Mayo han perdido poder de convocatoria. Y no porque no existan problemas, sino porque se han perdido la esperanza y el espíritu de lucha por la justicia social, cuando no la posibilidad misma de plantar cara a la situación.

En este contexto, los movimientos obreros cristianos son más necesarios que nunca, y tenemos que apoyarlos cuando dicen en su manifiesto para el 1 de Mayo que “La Iglesia, a través del testimonio de compromiso de tantos y tantos militantes empeñados en la construcción de un mundo sustentado en la igualdad y la justicia, sigue sembrando el mensaje de amor universal que está en el fondo de toda su fe. Hoy más que nunca tiene vigencia el contenido de su Doctrina Social y es urgente recuperar intuiciones como la del Vaticano II cuando dice que el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social’y que ‘el trabajo humano (...) es muy superior a los restantes elementos de la vida económica’.

Más información en la web de Pastoral Obrera y la web de la HOAC.