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La vida de Madre Carmen, una invitación a la santidad

Publicado: 23/04/2007: 1032

•   El domingo 6 de mayo, será beatificada en su ciudad natal, Antequera

Todos los hijos de la Iglesia estamos llamados a la santidad o, tal como dice la Constitución Lumen gentium, “a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad”.

Madre Carmen del Niño Jesús, nacida mucho antes de que se publicara este documento, ya vivió una vida santa basada en el amor a Dios a través del prójimo. María del Carmen González Ramos vio la luz en la ciudad de Antequera en 1834 en el seno de una familia cristiana de buena posición. A los 22 años, tras vencer la oposición de su padre, contrae matrimonio con Joaquín Muñoz del Caño, del que estaba perdidamente enamorada, cosa poco habitual en la época y entorno en el que le tocó vivir.

Pero ese matrimonio, como ya barruntaba su progenitor, fue un verdadero calvario para la joven, debido a la condición de jugador de su marido, que le llevo a perder la fortuna familiar.

Esa fe y ese amor a Dios fue lo que dio fuerzas para amar y perdonar a su marido una y otra vez, tomando esta relación como una manera de fortalecer su espíritu. Llegó, incluso, a perder su propia herencia para subsanar las deudas de juego de él. Pero su amor desinteresado no se detenía en su cónyuge: al mismo tiempo que lograba conservar su matrimonio, Carmen se volcaba en atender a los más desfavorecidos de la sociedad.

En una época en la que las diferencias de clase daban lugar a terribles desigualdades, la futura beata no sólo entrega lo que tiene, sino que incluso se entrega a sí misma con renuncia evangélica. A los 47 años, tras mas de 24 de matrimonio, Carmen enviuda no sin tener la intima satisfacción de ver cómo su marido, en los dos últimos años de vida, colabora con ella en las numerosas obras asistenciales y le acompaña en su vida de piedad. Una vez viuda, Carmen sigue preguntando a Dios por su voluntad y la respuesta parece encontrarla dedicando su vida por completo a Él y a los que son su reflejo. Es en este punto cuando la vida de Carmen, mujer fuerte que ha sabido superar todo tipo de dificultades en su vida, da un giro radical y comienza una obra que está llamada a perdurar.

Carisma franciscano

Para narrar la vida consagrada de la fundadora de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, contamos con la colaboración de la madre Celia Lorenzo, Vicaria General de la Congregación y Madre Superiora de la Casa Madre en Antequera.

-¿Cómo surge en la Madre Carmen la idea de profesar en religión?

- Al quedarse viuda ingresa en la Tercera Orden Franciscana Seglar, a la cual queda ligada por un compromiso, si bien en esta Orden no se toman votos ni se profesa. Es entonces cuando, ayudada por tres jóvenes, abre su casa para dar clase a niñas desfavorecidas. Al verse desbordadas en todas sus expectativas, deciden trasladarse a una residencia más amplia. Alentada por su confesor, el capuchino Bernabé de Astorga, se anima a fundar la Congregación de Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, con el carisma franciscano de asistencia a los pobres y, tras pedir la autorización en el Obispado, éste les cede la iglesia de la Victoria de Antequera, que estaba abandonada tras la desamortización de Mendizábal. Al lado de esta Iglesia hay un convento donde se instalan. Madre Carmen, a la par que sus jóvenes compañeras, ingresa como postulante, pasando por el noviciado y profesando, finalmente, a los 53 años de edad.

Fundaciones

-¿Cómo se empezó a extender la Congregación?

- El Instituto religioso va creciendo en la Casa Madre gracias a la profesión de jóvenes llegadas desde toda España enviadas por los Capuchinos. Muy pronto, en el 1886, se abre casa en Nava del Rey (Valladolid) donde a petición del Ayuntamiento se hacen cargo del hospital de San Miguel y de una escuela de párvulos, durante el día; y de adultas, en horario vespertino. Al año siguiente llegan a Cataluña en plena ebullición industrial con la subsiguiente aparición de la clase obrera. Allí se realiza una gran obra, abriéndose casas para enseñar a hijos de labradores (Tiana), de obreros (Mataró), a adultos e incluso para atender médicamente a los hijos de obreros que padecen enfermedades (Barcelona). Un total de cinco comunidades quedaron establecidas allí en vida de la Madre Carmen.Simultáneamente la orden se extiende por Andalucía fundándose casas en Osuna y Marchena.

- Viendo la actividad desarrollada por la Madre Fundadora a una edad ya considerable para la época, ¿debemos deducir que era una mujer de carácter?

-Los que la conocieron decían que era una muchacha dulce que poco a poco fue sacando su fortaleza, pero sin dejar de lado su humildad y buen carácter. Prueba de que era una mujer de voluntad férrea y que tenía las cosas muy claras, es que a lo largo de sus años de profesión no dejó de viajar a las distintas casas por ella inauguradas, incluso estando enferma.

- ¿Qué huella dejó la Madre Carmen en su ciudad natal?

- La opinión de todos los que la conocieron no ponía en duda su condición de santa. A propósito de este punto, he de decir que tenemos multitud de visitas al lugar donde está enterrada, de personas que, conociendo de su santidad, se acercan a pedir su intercesión.

Autor: Revista Diócesis

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