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Vida consagrada y familia

Publicado: 23/01/2007: 245

•   El día 2 de febrero celebramos la Jornada de la Vida Consagrada

El viernes 2 de febrero celebramos la Jornada de la Vida Consagrada. Esta fiesta fue instituida por el Papa Juan Pablo II en 1997.

Según nos explica el Vicario para la Vida Consagrada, D. José Ferrary, esta Vicaría, junto con la CONFER (confederación de religiosos en Málaga) ha hecho llegar a todas las parroquias un guión litúrgico y la información necesaria para que se tenga en cuenta esta jornada y tomemos conciencia todos los católicos de la riqueza de la vida religisa en nuestra diócesis.

El viernes, 2 de febrero, a las 7 de la tarde, se celebrará una Eucaristía que estará presidida por el Sr. Obispo en la Iglesia de las Esclavas. En una sociedad en la que todo tiene que ser económicamente rentable, hay muchas personas que se plantean para qué sirven los religiosos. En el siguiente reportaje conoceremos a algunos de estos hombres y mujeres, cuyos hábitos vemos hasta en las aulas de la Universidad.

Cristina Fernández Hoyos es religiosa de María Inmaculada. Nació en Melilla hace 28 años, junto a su hermana gemela, uno de los mayores regalos que ha recibido de Dios, según nos cuenta ella misma.

Tanto sus padres como su hermana se declaran agnósticos aunque, según Cristina, “el conjunto de valores que me han transmitido, esa Biblia familiar que se aprende en los primeros años de la vida, no difiere mucho de los valores evangélicos, a pesar de que ellos no lo sepan. Además, he podido empezar a entender el amor misericordioso de Dios a partir del amor que ellos me han tenido”.

Dios se le hizo el encontradizo y la puso en un primer contacto con la congregación de las Religiosas de María Inmaculada, en Melilla, experiencia que Cristina cuenta así: “me impresionó la labor que hacían, pues situadas en uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad, atendían a las necesidadres de todas las personas del entorno (mayoritariamente musulmanes), a través de una guardería, un comedor escolar, clases de apoyo, alfabetización, talleres ocupacionales... todo en orden a la promoción integral de la mujer. Me impactó la acogida, abnegación y el cariño que impregnaba su vida, junto con algo fuera de lo común: una alegría provocadora, que proclamaban sencillamente viviendo”.

Ése fue el primer contacto que tuvo con la congregación a la que pertenece y de la que se fue enamorando gracias a la Medicina, estudios que está teminando ahora en la Universidad. A los 18 años se trasladó de Melilla a Granada para estudiar Medicina, impulsada por el deseo de amar y servir a los demás, sobre todo al más necesitado, a todos los que sufren. Cristina afirma que en esos primeros años “el encuentro con mi Cristo Médico, el que sale a los caminos, el que cura, el que sana, pero sobre todo, el que consuela y está atento a las necesidades de los demás, me hizo ampliar la mirada y darme cuenta de que la opción debía ser mucho más profunda y radical.

En Granada se topó de nuevo con las Religiosas de María Inmaculada, y quedó cautiva del carisma de su fundadora, Vicenta María. Le contagió la entrega de una mujer que experimentó profundamente el amor de Dios y entendió que sólo podía vivir agradeciendo y haciendo lo mismo: entregarse por las jóvenes más necesitadas.

En la actualidad, se encuentra en Málaga, concluyendo sus estudios de Medicina, pero con la idea muy clara de que no tiene dos vocaciones, sino que es religiosa antes que nada. El Señor la condujo a la vida consagrada a través de la Medicina, y ahora, ya en la vida religiosa la ha devuelto a la Medicina. “Para mí, la Medicina no es una profesión, sino un modo de situarme ante el mundo desde la vida consagrada, que es el h u m u s donde florece y florecerá mi servicio a los demás”.

En nuestra sociedad, muchas personas se plantean para qué sirve una monja o un cura. Ante esta cuestión, Cristina se atreve a decir que ser religiosa es un modo de ser, personal, comunitaria y eclesialmente, y eso que somos se transluce en hacer visible el rostro de Dios, un rostro iluminado por la compasión, la bondad, la ternura...

Para anunciar que es posible vivir de otra manera y ser feliz, para contagiar la alegría de la entrega y la belleza del seguimiento a Jesús. Y con ese entusiasmo y esa alegría que la caracterizan, Cristina está conquistando a profesores y alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga, por la naturalidad con la que presenta su vida de monja, hábito incluido, por la coherencia entre lo que dice y lo que hace y por su generosidad.

Autor: Revista Diócesis

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