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Transmitir la Buena Nueva en lenguaje de signos

Publicado: 20/11/2006: 240

•   La diócesis se plantea la necesidad de impulsar la pastoral de sordos

Para los cristianos, todas las personas somos igual de válidas. Tanto sordos como oyentes tenemos los mismos derechos y, lo que es más importante, la misma necesidad de Dios.

La batalla por fomentar la integración de los hombres y mujeres con discapacidad auditiva ha sido protagonizada, en muchas ocasiones, por creyentes que siguen el ejemplo de Jesucristo. Desde hace años, la Iglesia, además, trata de atender a las personas sordas mediante una pastoral concreta, no sólo viendo en ellas un objeto de evangelización, sino también sujetos activos que pueden llevar la Buena Nueva a muchos ámbitos de la sociedad.

La pastoral de sordos se encuentra ya instaurada en la mayoría de las diócesis andaluzas, y en Málaga, después de varios intentos en los últimos años, se tiene la certeza de que este campo es imprescindible para anunciar el Evangelio.

Consolación Sánchez, Chelo, es madre de cuatro hijos, dos de ellos con sordera profunda. De este modo entabló relación con el colegio “La Purísima”, la única institución que se dedicaba a educar a los sordos de modo específico en Málaga, y que dirigen las Religiosas Franciscanas de la Inmaculada. «En la Asociación de Padres de aquel colegio vivimos tiempos difíciles, debido a la falta de atención por parte de los poderes públicos, cuenta Chelo. Un grupo de padres nos propusimos sensibilizar a la sociedad y abrirles las puertas a los sordos. Cuando se comenzó a gestionar la integración, el colegio se convirtió en centro concertado y la oferta educativa se amplió a la enseñanza pública».

Ante ese nuevo reto, se necesitaban medios humanos para atender la demanda de educación específica, y Chelo empezó a trabajar con niños deficientes auditivos. Era el año 1975.

Chelo recuerda aquel tiempo con buen sabor de boca. «Le doy gracias a Dios, porque en esa época se sirvió de mi experiencia y de mis conocimientos como maestra para dar ánimo y esperanza a muchos padres que andaban desorientados y angustiados ante la sordera de sus hijos, pues éste es, sobre todo, un problema de comunicación.» El Colegio de La Purísima no sólo trabaja en la transmisión de conocimientos, sino también en la formación integral de la persona, dedicando especial atención a cultivar la vida de fe.

Además de este colegio religioso, en Málaga existen dos asociaciones civiles que agrupan a personas sordas en la edad adulta: la Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga, que celebrará próximamente, con motivo de su cincuenta aniversario, una Semana Divulgativa; y la Asociación de Padres y Amigos del sordo. Estas iniciativas contribuyen a que la sociedad tome conciencia de que, para construir futuro, todos somos necesarios. Del mismo modo, la Iglesia avanza hacia su total incorporación, y en nuestra diócesis se han dado algunos pasos. Chelo, que ha sido presidenta del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Málaga, cuenta cómo se han dado ya algunas muestras de que ese reto es posible.

Hace poco, tres jóvenes sordas participaron en un cursillo con la ayuda de dos intérpretes. «Fue una vivencia inolvidable, como un nuevo Pentecostés, donde, a la luz de Jesucristo, todos nos entendíamos milagrosamente. Esta experiencia se ha repetido en otras diócesis».

Para esta cristiana malagueña, la evangelización con personas sordas es urgente. «Para ello se necesitan agentes de pastoral conocedores del mundo del silencio.

Hacen falta sacerdotes y seglares que se sientan llamados a evangelizar en lengua de signos, a celebrar la fe con los sordos de forma significativa para ellos, a ofrecerles un catecumenado de adultos, una comunidad parroquial acogedora e integradora. En medio de este mundo de indiferencia y rechazo a Dios, los sordos están ahí, al borde del camino, esperando que Jesús se acerque y les diga: “Effetá”. En su nombre, tenemos que acercarnos a ellos, darles testimonio de fraternidad, hablarles en su propio idioma, decirles que Dios los ama preferentemente y acercarnos a ellos con paciencia, sin paternalismos, con el deseo sincero de conocerlos para compartir sus inquietudes, sus sueños y esta utopía tan próxima al reino de Dios: un mundo nuevo, un mundo sin barreras auditivas».

Autor: Revista Diócesis

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