El Papa envió un saludo especial al personal sanitario en todo el mundo y rezó para que todos los enfermos «reciban ayuda para su cuerpo y su espíritu, gracias a una adecuada asistencia sanitaria y a la caridad fraterna bajo la forma de atención concreta y solidaria».

Según el Papa, el conmovedor pasaje evangélico de la curación de un leproso, «concentra toda la historia de la salvación. El gesto de Jesús, que extiende su mano y toca el cuerpo llagado de la persona que le pide ayuda, manifiesta plenamente la voluntad de Dios de devolver la salud a la criatura caída, restituyéndole la vida eterna, plena y feliz».

Asimismo, el Papa aludió a la enfermedad como un “hecho típico” de la condición humana. En este sentido, y ante una sociedad que busca sólo el placer huyendo del sacrificio, el Papa subrayó que sólo Cristo es el verdadero médico de la humanidad: “A quien el Padre mandó al mundo para curar al hombre, marcado en el cuerpo y alma por el pecado y sus consecuencias”, explicó.

Benedicto XVI invitó a los asistentes a dirigir las miradas a Cristo, “que pasó haciendo el bien y curando toda forma de dolencia, para que en los momentos de sufrimiento sintamos siempre la ayuda de su gracia y el consuelo de su amor”, destacó.