NoticiaAño de la Misericordia "Visitar al que está preso" Celebración del día de la Merced en el C.P. de Alhaurín de la Torre Publicado: 03/10/2016: 10540 Antonio Elverfeldt OSST, delegado de Pastoral Penitenciaria, profundiza en la sexta obra de misericordia corporal: "Visitar al que está preso". Pecadores como nosotros La obra de misericordia “visitar al que está preso” es la más cuestionada, la menos conocida y por eso la más marginada por parte de los cristianos. Aunque esta pastoral existió desde los inicios de la Iglesia, pues los creyentes han atendido desde siempre a los que por haber hecho algún mal a la sociedad han perdido parte de su libertad. Igualmente se han preocupado de las víctimas de ese mal. Cuando queremos comunicar la misión de la pastoral penitenciaria a los demás –cristianos o no cristianos- casi siempre suelen decir: «si están en la cárcel, por algo será» como si ellos fueran otra clase de gente que no tiene nada que ver con nosotros. No obstante, las personas que están privadas de libertad son pecadoras como nosotros y están presas para cumplir con la ley, pero son hijos de Dios igual que nosotros. Ellos han perdido, en parte, su libertad, pero no su dignidad como personas y como hijos de Dios. La misión de los cristianos es visitarles, acompañarles y ayudarles. San Pablo, en la carta a su amigo Filemón, que por cierto se la escribe desde la cárcel, le dice: «Te mando a Onésimo que ha sido un esclavo y ahora vuelve como un hermano». Los cristianos debemos llevar el bálsamo de la misericordia, que es Jesucristo, para que estos hermanos nuestros puedan volver sanos y libres a la comunidad. La prensa, los medios de comunicación social en general, y la misma sociedad pareciera que triunfa y se alegra cuando condenan a alguien a la prisión; pero nunca publican con alegría la noticia de que alguien ha conseguido su libertad y vuelve arrepentido y rehabilitado a la sociedad. Actualmente, en España hay 62.620 personas privadas de libertad en 98 centros penitenciarios. En la diócesis de Málaga trabajamos en el Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre, en el de Melilla y en el CIS (Centro de Inserción Social) en el Polígono Guadalhorce. A esta cifra real de presas y presos en España hay que añadir otros muchos que están “presos” con ellos: sus familias y también muchas víctimas que siguen sufriendo las consecuencias del delito. Tanto unos como otros necesitan el bálsamo de la misericordia y por eso, allí está la Iglesia presente. Con el devenir de la historia, innumerables santos aparecen, de uno u otro modo, estrechamente vinculados a la prisión. La misión de la pastoral penitenciaria es maravillosa, es efectiva y afectiva, porque los que están presos nos necesitan y nosotros necesitamos de ellos; son nuestros hermanos y ahora, circunstancialmente, son el rostro de Cristo sufriente.