DiócesisSemblanzas Semblanza de Pedro Sánchez Trujillo Publicado: 20/04/2015: 19314 Ayer sábado a la hora de las primeras vísperas de este tercer domingo de Pascua, cuando la Iglesia canta en el himno litúrgico: ¿Qué ves en la noche dinos centinela? Vi los cielos nuevos y la tierra nueva. Cristo entre los vivos y la muerte muerta", nuestro hermano Pedro entregaba su vida al Padre y lo que la comunidad cristiana canta iluminada por la fe y sostenida por la esperanza, se convirtió para D. Pedro en realidad plena y total. El que llevaba tantos años soportando su cuerpo enfermo y debilitado y tras unos últimos días de agonía prolongada, ha pasado a contemplar los cielos nuevos y la tierra nueva, se ha encontrado con Jesús, Buen Pastor, con quien intentó identificarse a lo largo de toda su vida sacerdotal. D. Pedro nació el 23 de septiembre de 1.940 en Alora, en una familia sencilla; de sus padres recibe los fundamentos cristianos que le van a acompañar toda la vida. Pronto descubre la llamada al sacerdocio y marcha al Seminario para su formación. Como tantos niños y adolescentes de aquellos años, no tiene clara su vocación pero en el Seminario se le educa, enseña, y ayuda a discernir, según la espiritualidad del Obispo Beato Manuel González, que calo profundamente en D. Pedro y que ha sido fuente de inspiración para su tarea como presbítero. D. Pedro ama la figura de D. Manuel el Obispo de la Eucaristía, de la catequesis, de los "evangelios vivos con pies de curas", del amor tierno a la Santísima Virgen y de la entrega generosa casi heroica "morir antes que cansarnos, Madre", suplica en los momentos de prueba y de desánimo. Fue ordenado presbítero el 31 de mayo de 1.967, un regalo del Señor en la fiesta de la Visitación de la Virgen, a la que D. Pedro ama tan tiernamente y cuya devoción promovió entre ustedes, feligreses de esta parroquia de la Sagrada Familia. Cuantas peregrinaciones al Santuario de Fátima, con que gozo y alegría celebraba junto a María en la Capelina, incluso están ya enfermo y bastante impendido, hasta última hora, os acompaño en esta peregrinación anual. Rosario es testigo que incluso estando ya casi en coma, aún rezaba la salve y con esta oración en los labios se apagó su conciencia. Su primera responsabilidad pastoral fue en la Parroquia de la Purísima de Málaga durante seis años como Vicario Parroquial y desde septiembre de 1.973 hasta junio del 2.014 ha sido párroco de la Sagrada Familia, su única parroquia. Toda una vida gasta en vuestro servicio, teniendo como modelo al Buen Pastor que da la por sus ovejas. Vosotros sois testigos de esta entrega a los niños, jóvenes, adultos, con los enfermos, en la catequesis, celebrando los sacramentos, acompañando, escuchando, perdonando en nombre del Señor. Siempre disponible, atento, cercano y cariñoso. Sintió como algo propio esta barriada de Tiro Pichón y esta parroquia que ha sido para el su vida. Pero eso no le impidió ensanchar aún más su corazón y palpitar al unísono de otros hermanos en otras latitudes. Se movilizo para prestar ayuda al pueblo saharaui, creando conciencia de su situación de desamparo internacional y promoviendo gestos de solidaridad durante años especialmente en favor de los niños. D. Pedro fue un trabajador infatigable e incansable, su fe y su amor a la Iglesia lo motivo a adentrarse en otros campos de la evangelización por motu propio y de una forma autodidacta. En primer lugar fue la catequesis, a la que se entregó en cuerpo y alma, antes incluso de ser nombra Delegado Diocesano de la misma, responsabilidad que ejerció desde 1.983 hasta el 1.990; ya él tenía una sólida formación como catequeta, había publicado materiales, organizado encuentros, programado cursos de formación para los catequistas y había conseguido reunir junto a él a otros sacerdotes también preocupados por renovar la catequesis, dotarla de un estilo más vivencial, menos académico, más litúrgico y existencial, como pedían los aires de renovación del Concilio Vat. II. En eso D. Pedro fue un visionario, un adelantado de su tiempo. Otro campo en el que derrocho ilusión, esfuerzo, estudio e investigación fue en la Delegación para la Causa de los Santos. Llegó a conocer a fondo la vida de muchos mártires malagueños del siglo pasado con ocasión de la persecución a la Iglesia, muchos de ellos sacerdotes y religiosos, pero especialmente la del Diácono Juan Duarte y la de D. Enrique Vidaurreta, con quienes se habrá fundido hoy en un fuerte abrazo en la casa del Padre. Todos hemos valorados sus publicaciones y sus esfuerzos por divulgar sus vidas, incluso a través de viñetas. Y su fidelidad al trabajo en esta Delegación hasta última hora. No olvidaremos su figura caminando despacio por calle Santa María sosteniendo el carrito con la máquina que le daba la vida porque le permitía llevar aire a sus maltrechos pulmones. Cuidó también con mucha exquisitez la amistad con los hermanos sacerdotes, durante los tres periodos que fue arcipreste de S. Cayetano desde 1.990 hasta el 99, tuvo como primera prioridad, escuchar, estar cercano, atender y suplir a sus compañeros de arciprestazgo, que encontraron en él un amigo fiel y un buen confidente. Estamos seguros que D. Pedro ha sido feliz y se ha realizado como persona y como creyente sirviendo a la Iglesia como presbítero, vosotros feligreses de esta parroquia habéis tenido también mucho que ver en esta plenitud de entrega y de servicio; pero sin duda la señora Rosario y su familia han sido para D. Pedro un regalo del Padre Dios que en su providencia nos rodea de todo cuanto necesitamos. Vuestra amistad y cariño ayudaron a D. Pedro a ser el buen y ejemplar sacerdote que ha sido. El Presbiterio de Málaga os lo agradece y valora. Pedro en este Templo donde durante años celebraste la eucaristía haciendo presente al Señor resucitado, ahora nosotros la estamos celebrando por tu eterno descanso. Que el Padre bueno te acoja en su Reino y te de la paz y el gozo que tiene prometido a los justos. Descansa en paz. 19 de abril de 2015 Antonio Collado Delegado para el Clero Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Semblanzas «¡Qué bueno has sido, Manolo!»El hermano Escobar Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir