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Jesús Zubiría: «En África hay esperanza»

Publicado: 23/08/2013: 5199

Jesús Zubiría (Navarra, 1938) es sacerdote, de la congregación de los Padres Blancos y ha pasado casi treinta años de misionero en África. Por este motivo, cuando uno habla con él, percibe en seguida un deje curioso en su acento. «Mi castellano es un poco torpe y tosco», afirma él sin complejos en su reciente visita a Málaga. Sin embargo, esto es sólo una muestra de la honda huella que África ha dejado en él.

–¿Cómo surgió en usted la vocación misionera?

–Fue resultado de una acumulación de factores. Eran los tiempos en que se hablaba mucho de las misiones y había muchas vocaciones en España. El hecho de ser tantos nos hizo preguntarnos a muchos "¿Qué hago: sigo aquí como sacerdote en España o me voy fuera?" También coincidió la publicación de la encíclica del papa Pío XII sobre la situación de África, que tuvo mucho impacto. Era también la época en que ese continente se preparaba para la independencia. En 1965 se independizaron 20 países africanos. Había un interés por África, también político, ya que se creía que África se iba a alinear con uno de los grandes bloques: occidental capitalista o comunista. Si se iba con el comunista, los países occidentales lo iban a pasar muy mal. Por esos motivos muchos sacerdotes nos fuimos de misión.

–¿Cómo le ha cambiado a usted África?

–Antes de irme ya tenía una idea de la África que me iba a encontrar, porque los últimos cinco años de mi formación los hice fuera de España con otros Padres Blancos que nos contaban su experiencia. Por eso, cuando en 1969 llegué a Uganda, uno de los países más desarrollados, la primera impresión fue mucho mejor de lo que yo había imaginado. Había carreteras, infraestructuras, hospitales... ¡había de todo! Así que me dije: "Oye, ¡esto no está tan mal!" Luego conocí a la gente, me inserté en la vida local, y fui cambiando poco a poco mi concepción original. Desde entonces, la situación ha cambiado muchísimo. Uganda sufrió luego una caída que le hizo ser el país más pobre del mundo. Mis viajes por África me han permitido ver que en el conjunto, este continente se está desarrollando y va progresando, y eso se realiza en todos los campos: educación (lo más básico para el desarrollo), salud, infraestructuras... el teléfono móvil, por ejemplo, lo encuentras por todas partes. Además, el progreso no es sólo económico, sino también social y de convivencia. Es verdad que hay guerras en Congo, en los países árabes del norte... todo eso existe y es más violento y cruel de lo que pensamos, pero si miramos para atrás, yo pasé en Uganda dos guerras y unos doce años en situación de gran inseguridad, y puedo afirmar que en el conjunto se va progresando. Es verdad que comparándolo con España la situación es mala, pero ha sido muchísimo peor. En España decimos que estamos en crisis porque vamos para atrás, pero en África es lo contrario, va mejorando y hay esperanza. Por eso merece la pena invertir en África, en todos los sentidos: en el humano, en el religioso, en todo.

–¿Cómo se vive el Evangelio en África?

–Depende. El africano vive a su manera. Los misioneros tratamos de inculturizarnos para poder atenderles lo mejor posible. Respecto a la Iglesia Católica, ha habido cambios grandes y positivos. En 1969 en Uganda había 300 sacerdotes y 12 diócesis, tres de ellas con obispos extranjeros. Actualmente hay cerca de 2.000 sacerdotes y los obispos son prácticamente todos ugandeses.

–¿Cuáles son las luces y sombras de la mujer en África?

–Hay mucha diferencia de unos países a otros. Por lo que he vivido yo, es una mujer de gran valor, como cualquier otra mujer, con cualidades naturales muy destacables. Es muy trabajadora, responsable, más comprometida en la vida de la comunidad que el hombre, pero no ha tenido las oportunidades que tiene la mujer en occidente ni las que tiene el hombre allí mismo. La situación está mejorando, y en este sentido, Manos Unidas contribuye enormemente a su educación y desarrollo pleno.

BAJO EL SOL

Vida misionera 

«He estado 15 años en Uganda y 14 en Mozambique, de donde salí en 2011»

Trabajo 

«Allí he sido formador de sacerdotes en el Seminario de Maputo, profesor en la Universidad de Kampala (Makerere), encargado de una granja en Mozambique, chofer de ambulancia en Uganda y pescador en el lago Victoria» 

Lo mejor 

«Siempre he sentido que estaba donde tenía que estar y haciendo lo que tenía que hacer. Eso me ha dado una gran paz y alegría. También he visto que la misión da fruto. ¡Algunos de los seminaristas que formé son obispos hoy!»

Lo peor 

«El sufrimiento de la gente. He vivido y sobrevivido a dos guerras en Uganda y llegué a Mozambique cuando el país empezaba a recuperarse de 25 años de guerra. Una de mis misiones era sufrir con los que sufren» Actualmente «Hoy trabajo en la Fundación Sur (Madrid), que tiene como objetivo informar a la sociedad española de la realidad de África»

Actualmente 

«Hoy trabajo en la Fundación Sur (Madrid), que tiene como objetivo informar a la sociedad española de la realidad de África»

Autor: Ana María Medina

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