NoticiaColaboración Conexión de enfermedad y espiritualidad Un enfermo recibe la comunión de manos del capellán del hospital // G. GARCÍA Publicado: 02/05/2023: 5866 Reflexión Artículo del Doctor José Rosado Ruiz, médico experto en adicciones Los tratamientos oncológicos son cada vez más eficiente y eficaces, pero, en algunas ocasiones, cuando se agotan los recursos terapéuticos y la patología no se resuelve, se impone el alta hospitalaria; el enfermo regresa a su domicilio y, con la tutela del médico de cabecera y los cuidados paliativos, se hace un seguimiento de su evolución para evitar o disminuir sufrimientos y complicaciones. Esta situación genera en el enfermo, una reacción emocional de desalientos y desesperanzas asociados a una sutil marginación del sistema sanitario: «se ha hecho todo lo posible y no se puede hacer más». La persona se encuentra en este mundo como fuera de lugar, y le domina la idea de no «tener solución» ; convertimos a esa persona en un enfermo terminal al cuidado de su familia. En este estado de vulnerabilidad, cuando la mente se encuentra oscurecida por la sensación de impotencia y dependencia de los demás, el enfermo se tiene que enfrentar de manera selectiva al problema de la limitación de su vida que ni comprende ni acepta: rechaza su desaparición como ser humano. FVC. (Fragmentos de verdad católica) Aunque el hombre fue hecho de la nada, no proviene de la nada o de nadie, sino que es creado por Aquel que ES. En cuanto creador del hombre, Dios está en el hombre y el que le inspira la conciencia de su propia inmortalidad. En efecto, “yo no sería, no existiría en absoluto si Tú no estuvieras en mí”. La conciencia de inmortalidad implica un retorno a su Origen, un encuentro con el Creador. Ese retornar a Dios es, primariamente, un gradual retorno a sí mismo; en el hombre interior habla la Verdad, y si deseas más y más ser, te irás aproximando a lo que es en el más alto grado (S. Agustín) Pero es un tiempo singularmente enriquecedor e iluminativo, porque, superado el tiempo de duelo y relativizado sus miedos, sombras y temores, la persona desarrolla una original resiliencia, y le sale de su hondón una intensa y visceral petición de auxilio a la esperanza que aún le queda, que también es generada y fortalecida por una familia que significativamente contempla, no la enfermedad sino a la persona, que le hace experimentar que es valorada, consultada y reconocida en un clima de cariño y ternura y que, participando de forma activa y asumiendo responsabilidades, se siente dignificada, integrada, necesaria y útil… y es origen de argumentadas esperanzas con inefables efectos terapéuticos. FVC. “Hay algo dentro de mí que me vivifica y me anima; algo permanente con lo que me identifico y me ofrece identidad única, original y me hace tomar conciencia de un cuerpo e intelecto que me informa de trascendencias que van más allá de mí mismo y es de naturaleza espiritual”. En este escenario es cuando el cerebro reptiliano encuentra las condiciones idóneas para asumir sus responsabilidades y al que, con su profundo y poderoso instinto de conservación, le repugna la idea de desaparecer, y por eso informa de este objetivo a todas y cada una de las células que, organizando un movimiento “hipersincrónico de vida”, estimula y activa los ilimitados recursos cerebrales que tienen la capacidad de mantener esa intencionalidad, que es para la que fueron diseñados. Es ahora el tiempo en que el cerebro racional entra en acción, y la razón, cualidad suprema y exclusiva del ser humano, empieza su misión específica de buscar, descubrir y ofrecer explicaciones y soluciones. En su camino interior de investigación se sorprende observando como espectador los contenidos de la conciencia, el mundo afectivo y el cuerpo, como en un escenario, y que, aunque los reconoce como propios, se diferencia de ellos, no los identifica con su yo, y los puede controlar y modificar. FVC. La nobleza del alma consiste en aquella parte del hombre en que Dios ha depositado su semilla de eternidad. Dios ha vertido, impreso y germinado esa semilla, y puede suceder que se halle oculta o tapada, pero jamás aniquilada ni anulada en sí misma; brilla y resplandece, ilumina, arde y se inclina, sin cesar, hacia Dios. Maestro Eckart- Seducida por estas personales e íntimas experiencias, la razón intensifica la introspección con matices de autocopia, que provoca una expansión de la conciencia y que le descubre territorios apenas hollados, dimensiones interiores sin referencias de tiempos ni espacios, desde donde le llegan selectivos deseos de trascendencia y permanencias más allá de los limites biológicos; al comprobar que son comunes al género humano y que no existe nada en el universo sin causa, sentido, significado y utilidad, valora que estos deseos se encuentran a la espera de ser alcanzados. Pero de una manera singular estas inquietudes no le son extrañas, es más, le ofrecen razón de ser, pues le hacen descubrir una afinidad con ellas en forma de fuertes y arraigadas añoranzas… y nadie añora algo que de alguna manera no haya previamente experimentado. FVC. El hombre es un ser espiritual viviendo una experiencia humana. Teilhard de Chardin. La razón discierne que esas orientaciones de trascendencias e inmortalidades se encuentran intrínsecamente unidas a una experiencia humana que, marcada por las “razones seminales o razones causales”, es un proceso de perfeccionamiento progresivo buscando su plenitud. FVC. El hombre es “capaz” de Dios. El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios ni cesa de atraer al hombre hacia sí, y solo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar. ( cf 27 catecismo) En esta composición de lugar, las respuestas deben originarse en las mismas dimensiones que las han originado, y descubre que en el hombre existe una profundidad interior y transparente que podemos llamar espíritu, porque es capaz de entenderse a sí mismo. Es ese algo espiritual que llamamos el yo o el alma y que es “la sede espiritual del hombre temporal y corporal” y que define al ser humano como un “espíritu localizado”. El terreno se encuentra singularmente abonado para ser sembrado y el enfermo necesita ser informado de su realidad espiritual. FVC. Dios, que se encuentra en permanente acecho de Amor, hasta el último instante no cesa en su empeño de rescatar a la criatura que es su imagen y semejanza…y la historia adquiere categoría divina, porque el hombre es una Voluntad de Amor de Dios.- (San Agustín) La persona experimenta estas inquietudes de eternidades y trascendencias, pero no sabe a quién ni adónde ir. FVC. La imagen divina está presente en todo hombre. Resplandece en la comunión de las personas a semejanza de la unión de las personas divinas entre sí. Dotada de un alma espiritual e inmortal, la persona humana es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma y desde su concepción está destinada a la bienaventuranza eterna (cf 1702 -1703 catecismo) ¿Qué hacer? A todos los cristianos se nos ha concedido la gracia de la buena nueva evangélica, y no la podemos esconder y conservar para sí, porque recibida de la divina bondad, debe ser comunicada a todos los hombres. FVC. Comunicar el evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no evangelizara! (I Cor9,16) Ahora toda la estrategia se centra en acercarse a esa persona, acompañarla y atenderla en una relación de fraternidad, de escucha interesada y atenta, para conocer, entender y comprender su situación y, creando una singular empatía de rebosante misericordia, encontrar, en el tiempo, la ocasión propicia para informarle de su filiación divina, que será lo que le haga germinar y fructificar su semilla de eternidad …y el hambre y sed de Dios se hace protagonista de su vida. Ya no hace falta nada más, pues como Dios sabe que el amor no soporta la espera, sale a su encuentro… y siempre se adelanta. FVC. Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque es la voluntad de mi Padre- Jn 6, 39-40)-