NoticiaSantos Se celebra en Antequera la Misa más antigua de la Diócesis Publicado: 16/09/2019: 27633 El Barroco está presente en Antequera hasta en sus patronos, ya que tiene tres: el Señor de la Salud y de las Aguas, la Virgen de los Remedios y Santa Eufemia, cuya fiesta se celebra el 16 de septiembre, fiestas patronales de la ciudad Patrimonio Mundial. La iglesia patronal del Barrio de Santiago permaneció abierta todo el día para la visita y oraciones de los devotos y, a las 19,30 horas, tuvo lugar la celebración de la función votiva, la Eucaristía más antigua que se conserva en toda la Diócesis, manteniendo el juramento que le realizaron los entonces clero y ayuntamiento. ¿Y qué relación tiene esta santa de Calcedonia con Antequera? Un viejo legajo monacal del siglo XVIII, recoge el testimonio que sucediera el 10 de abril de 1410 en el campamento Real del Infante don Fernando cerca de Córdoba. El caballero cristiano, Don Fernando de Aragón, pernoctaba dudando qué población tomar, como paso próximo de su reconquista por la hoy Andalucía. Se describe que fuera de su tienda, se le apareció una joven, rodeada de leones y ángeles y le dijo: “No temáis, y que nos salga el Sol por Antequera, y que sea lo que Dios quiera”. Fue el inicio de esta célebre frase que acuña el momento de nuestra incertidumbre cuando no sabemos qué hacer, y se nos ampara con la fe de la ayuda divina. Este momento lo recoge el lienzo del pintor antequerano Antonio Reyes Machuca. El Infante don Fernando, no dudó, y se dirigió con sus tropas a la Medina Antaqira. Ángel Guerrero en el libro que estamos escribiendo sobre el Sexto Centenario, Eugenia Acedo en su conferencia del mes de junio, o el maestro Juan Manuel Moreno, nos narran con todo detalle cómo fue este proceso. Por no extendernos y resumirles, decirles que el Mío Cid Fernando, asedió la Medina Antaqira desde abril hasta septiembre de 1410. Antes de emprender el asalto, llegó procedente de Sevilla el caballero Per Afán de Ribera con la espada de San Fernando en sus manos; y junto a Fernández Manrique, Carlos Arellano, Rodrigo de Narváez y Pedro Alonso Escalante, los primeros capitanes que subieron con sus banderas por la torre del asalto por el hoy Barrio del Carmen. Y Gutierre de Torres, Sancho González, Chirino Baeza y Gonzalo López de la Serna, los primeros soldados que asaltaron las torres albarranas. Antequera ya es de nuevo cristiana. Los cabildos civiles y eclesiásticos comienzan a desarrollar su juramento perpetuo de la misa a su Patrona y de recuerdo a los conquistadores. Así, en el siglo XV, según recoge el Archivo Histórico Nacional de Madrid, el clero quiere priorizar su importancia en las procesiones de la Santa, ya que el Consistorio había tomado demasiado protagonismo, llegando ambos a enfrentarse por querer tener lugar preferente en la festividad, y no llegan a un acuerdo hasta el siglo XVI, pero todos los años realizaban una procesión en forma de Desfile de la Armadilla, y terminaban con una misa, primero en San Salvador y luego en Santa María. El cabildo civil organizaba hasta festejos taurinos por su Patrona, como recoge el acuerdo de 1526 por el que se “acuerda correr toros en la festividad de Santa Eufemia, por ser el día que se ganó esta ciudad, y como está acordado en muchos cabildos”. En 1530, la ciudad encomienda a Rodrigo de Segura y a Cristóbal de la Puebla, hablar con clérigos y predicadores sobre procesión y sermón de Santa Eufemia. El Cabildo fija en 1577 el orden en que debía ir el Ayuntamiento “en las procesiones de Santa Eufemia, San Felipe y Santiago”, mandando que las presidiera el Pendón portado por el Alférez de ella y que a su derecha fuera el corregidor”. Por tanto, el día 16 de septiembre, el Pendón de la Ciudad salía de la Iglesia Mayor, entre vítores del pueblo, prosiguiendo hasta la Puerta de la Villa donde se sucedían manifestaciones públicas de fe y patrióticas. Junto al clero, las cruces “altas” de las Paroquias del Salvador, Santa María, San Pedro, San Sebastián y San Juan. Pero... ¿una Patrona sin iglesia? El clero y los bienhechores locales encargaron la primera imagen de la nueva Antequera cristiana, en favor de Santa Eufemia, que se veneró en San Salvador. Ésta fue sustituida por otra en el siglo XVI, de cuerpo entero, que aún se conserva, hoy en Santa María: el hoy Ayuntamiento en 1586 dijo «que por cuanto se tiene por su Patrona e Señora a Santa Eufemia... e agora se ha hecho una Imagen de bulto redondo que debió sustituir a otra más antigua, es justo que como a Patrona se lleve en la procesión que esta Ciudad hace...». Ésta pasó de Santa María a la Caridad en calle Infante don Fernando, la Escuela de Cristo en calle Cantareros, a la Parroquia de San Isidro en la calle de La Vega, y tras su demolición, se trasladó al Museo Municipal, donde ha estado hasta que se ha llevado con motivo de Saecvla Avrea a Santa María, donde permanece allí. Además de ésta, las monjas de la Encarnación mandaron hacer un Relicario en el siglo XVIII, con uso hasta 1927, hoy en el Museo Municipal. La iglesia del Carmen atesora un lienzo y una pequeña imagen en el retablo de San José, obra de Diego Márquez, inspiración para la escultura en piedra que Antonio García Herrero ha hecho para la hornacina de esta iglesia. 2 metros, 900 kilos y en breve presidirá la hornacina de esta remozada iglesia en su fachada. Una obra que nos recuerda a Bernini, a la Magdalena de Pablo de Rojas, que lleva en su mano, la inscripción de Antonio García Herrero y el Ayuntamiento de Antequera en el año 2010. Papá, ¿te imaginas lo que hice con un lápiz en la espalda, verdad? ¿A que tú hubieras hecho lo mismo? Cosas de padre e hijos. La de Santa María de Jesús, un pequeño cuadro con la Santa en su camarín y un busto en el trono del Nazareno, realizado por Pepe Romero. Santo Domingo, un lienzo que preside su Sala de Juntas. Las Descalzas un grabado en su Museo Conventual. Capuchinos otro cuadro. San Sebastián, tres ánforas crismales con su efigie, que se dirigen cada año a la misa crismal en Semana Santa en la Catedral para recoger los santos óleos para los bautizos, confirmaciones y extremas unciones del Arciprestazgo de Antequera (no hace falta que lo diga uno, ni que otros lo obvien, es un dato objetivo, toda persona bautizada, confirmada y que espera el encuentro con Dios, recibe los óleos bendecidos en unas ánforas con la efigie de la Santa nuestra); la imagen de la virgen y mártir en el ático del retablo de la Virgen de la Antigua junto a las Ánimas, o el pequeño relieve en el retablo de San Blas. Y qué decir del Museo de Antequera, con el Estandarte de la Virgen de la Cabeza de 1591 con su efigie saliendo de la Jarra de Azucenas, inspiración de nuestro escudo. El atril de plata de la Iglesia Mayor de San Sebastián que recoge su martirio y patronazgo, obra de José Ruiz, el lienzo de San Juan, los grabados guardados celosamente por Manuel Cascales, o el cuadro de la reconstrucción de San Salvador. Y en su convento, la imagen que Andrés de Carvajal realizara en 1757, el lienzo inspirado en uno de Murillo, el grabado de la Conquista, o el de Antonio Mohedano de principios del siglo XVII. Pero, entre todos, me quedo con un dato que nos ofrece el gran sacerdote y amante del patrimonio diocesano, García Mota, quien en su libro sobre la Catedral recoge: Santa Eufemia, está como mártir y Patrona de Antequera compartiendo lugar con San Ciriaco y Santa Paula, mártires malagueños, San Sebastián, protector de Málaga, y Santa Catalina de Alejandría, Santa Inés y San Lorenzo, completando el grupo representativo de patronos de la Diócesis que hay encima del Altar Mayor. La influencia y veneración a la Santa, lleva a los Sumos Pontífices Inocencio XI en 1686, Benedicto XIV en 1751, Pío Sexto 1875 y León XIII en 1889 y 1892, en conceder bendiciones e Indulgencias a cuantos fieles participan en los actos religiosos en honor de la ínclita Virgen Mártir Santa Eufemia, Patrona de la celebérrima Ciudad de Antequera. Y en nuestros días, especiales bendiciones de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. También, destacar que Santa Eufemia es el único convento que no ha sido desamortizado, ni siquiera con Mendizabal ni en la Guerra Civil. Cuentan las crónicas conventuales que los vecinos y devotos rodearon el monasterio y expresaron a las hordas que Santa Eufemia no se tocaba. Y así fue.