NoticiaColaboración Mater Dei: Desde Efeso a la bula Munificentissimus Deus Publicado: 27/09/2013: 2972 La fe de la comunidad eclesial acudió a la figura de María para poner las cosas en su sitio y reconocer a Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre La Iglesia no formula y define los dogmas arbitrariamente o por capricho; lo hace por necesidad. En relación a los dos primeros dogmas marianos, Virgen y Madre, nacen en orden a clarificar y concretar el misterio del Hijo , hombre y Dios verdadero. Los de la Inmaculada y la Asunción se proclaman con el objetivo de salir al paso de dos posturas límites e igualmente peligrosas: el derrotismo sin esperanza (Inmaculada) y el optimismo idolátrico (Asunción) VIRGEN Y MADRE DE DIOS En torno a los dos primeros-siempre virgen y maternidad divina- que se declaran en los cuatro primeros siglos, debemos observar que tratan de responder a orientaciones teológicas no aceptables para la fe cristiana ( modalismo, docetismo y monofisismo) que ponen en tela de juicio que Jesucristo fuera a la vez Dios y hombre y que asumió plenamente la condición humana, excepto en el pecado. Se prefería hablar mejor de una “aparente o fingida” humanidad. En la postura diametralmente opuesta nos encontramos el adopcionismo y el arrianismo: Jesús era sólo hombre, criatura, a la que Dios había enaltecido a la condición de Hijo Con este panorama, demasiado escueto, la fe de la comunidad eclesial, acudió a la figura de María para poner las cosas en su sitio y reconocer a Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre. Así de sencillo, y con el lenguaje de su tiempo, se recoge en las conclusiones del Concilio de Éfeso «Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema.» Al afirmar la maternidad divina de María, quedaba claro que Dios se hizo totalmente hombre; por su virginidad es indudable que lo que hay en su seno viene de Dios, es Hijo de Dios. La invocación ( Éfeso, 421) de Theotokos( Mater Dei) pareció a algunos errónea ( una criatura no puede engendrar a Dios) ; los había que acudían a mitos paganos( Isis) Pero los padres conciliares y el pueblo, en Éfeso, no trataron, con esta invocación, tanto de ensalzar a María cuanto de afirmar y ratificar que el Hijo es una sola persona en sus dos naturalezas- humana y divina. Por eso es verdadero Dios y verdadero hombre Pero además virginidad y maternidad divina de María, no sólo defienden el misterio de Jesucristo, sino que nos trasmiten otro mensaje sobre su persona y la obra de Dios en María En la virginidad se nos revela que María fue toda ella propiedad de Dios, criatura sin mancha ni fisuras. Virginidad es expropiación de sí misma para ser sierva-esclava de Dios; sacramento viviente: su persona y sus obras translucen a Dios y las cosas de Dios. Se nos anticipa el sentido de nuestra misma vida: salimos de Dios y regresamos a ÉL; tambien significa que el Dios vivo toma la iniciativa y hace obras maravillosas: en María, virgen y madre, que es posible una humanidad nueva, no discordante y amenazante a la grandeza de Dios sino pobre, receptiva, disponible; debelación y transparencia del Misterio En la maternidad nos encontramos que María es el templo vivo y real de la presencia de Dios. Hablamos de un Dios que no sólo da cosas, sino que se entrega sin medida. María, madre y esposa, es sacramento de la Trinidad; símbolo real y fecundo a la que Dios elige, ama y asume para hacerse en ella carne .En el en seno de María, de cara a nuestra vida cristiana concreta, las actitudes que dinamizan nuestra existencia: apertura, disponibilidad, perdón y misericordia.Maternidad tambien recoge una gran noticia para la Iglesia: María es medianera de todas las gracias que nos vienen del Hijo. Y recuerda la vocación y el destino de esta Iglesia, pueblo de Dios: no es para sí, es para los hombres y su liberación.Y maternidad evoca, por último, que los los cristianos podemos regenerar personas a una vida nueva, si les comunicamos al Hijo y se dejan transformar por el Espíritu. En el Año de la fe y en torno a este acontecimiento de la Mater Dei, podríamos rezar Padre, que en tu Hijo nos llamaste a vida nueva haz que , como María, acojamos el don de la vida en el Espíritu; que seamos testigos y sacramento de la nueva humanidad en nuestro mundo. Amén INMACULADA Y ASUNTA Los dos siguientes dogmas sobre La Virgen – Inmaculada Concepción y Asunta al Cielo- tardaron. Pero al igual que los dos primeros, Virginidad perpetua de María y Maternidad Divina ( Concilio de Éfeso, 431), se plantean salir en defensa de la persona humana. Y ello porque se nos recuerda que si desde el siglo XVI nos hemos ido endiosando con la triunfo de la ideología renacentista y la Ilustración, tambien hemos sufrido un proceso de degradación y rebajamiento, debido a los postulados esenciales de la reforma protestante. En ambos dogmas, Inmaculada y Asunción, con valentía, oportunidad y decisión, los Papas Pio IX y Pio XII, respectivamente, tratan de equilibrar nuestra maltrecha humanidad para que no se imponga el ensalzamiento del hombre a costa de la muerte junto a desaparición de Dios, ni la gloria de Dios a costa de la negación del hombre Vamos por pasos. 1423 años después de Éfeso, (431), el 8 de Diciembre de 1854, por la bula Inefabilis Deus, el Papa Pío IX proclamaba La definición del dogma de la Inmaculada Concepción de María ( La Purísima) "...Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho." El historiador y catedrático francés Louis Baunard narra lo siguiente: «Pío IX, contemplando el mar agitado de Gaeta, escuchó y meditó las palabras del cardenal Luigi Lambruschini: 'Beatísimo Padre, usted no podrá curar el mundo sino con la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Sólo esta definición dogmática podrá restablecer el sentido de las verdades cristianas y retraer las inteligencias de las sendas del naturalismo en las que se pierden» Se afirma con él que, desde la profecía de Oseas: “ Yo seré su esposo para siempre, en justicia y derecho, en amor, en misericordia y en fidelidad (Os 2, 21-22) pasando por el Cantar de los Cantares “ Eres hermosa, amiga mía, y tacha de pecado no hay en ti, mi esposa” (Ct. 4, 7-8) Hay una trayectoria bíblica veterotestamentaria que lo avala. Desde el misterio de Jesús (Dios y hombre verdadero)este dogma presenta dos aspectos: uno negativo (fue preservada del pecado original); otro el más destacable, positivo ( ser totalmente llena de gracia). En María Inmaculada atisbamos nuestro gran secreto : hemos sido creados para Cristo, en El y con El: “ Si vivimos, vivimos para Cristo, si morimos, morimos para Cristo; en la vida y en la muerte somos de Cristo” (Rom 14, 8) Desde una perspectiva eclesial la Inmaculada es signo y símbolo del resto de Israel, de la nueva Jerusalén peregrina hacia su morada definitiva. Estrechamente unida a esta formulación dogmática, se nos ofrece la de la Asunción de María, que formula Pio XII , el 1 de noviembre de 1950 mediante la bula Munificentissimus Deus En ella el Papa, basado en la tradición de la Iglesia católica, tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles guiados por sus pastores, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y con el consenso de los obispos del mundo, declaraba como dogma de fe la Asunción de la Virgen María: “Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. Se nos viene a decir que la Asunción es el culmen necesario de la vida de María, llena de gracia. Si desde el comienzo era toda de Dios, a El pertenece por y para siempre. Es asunta Contemplados desde una perspectiva eclesiológica ambos dogmas nos ponen frente a nuestro origen y destino: salimos de Dios , regresaremos a El. También nos invitan a recuperar la esperanza en que existe otra vida, en que esta que tenemos no es un “accidente” entre dos inexistencias; en que aquí estamos de paso, que no es nuestra morada para siempre Ahora se nos plantea a cristianos y cofrades del siglo XXI: y todo esto ¿ En qué nos afecta? ¿Para que sirve hoy? Sería temerario y audaz, por mi parte, responder en toda su complejidad a tales interrogantes. Apunto, que debo a varios autores sólo unas modestas concreciones que vislumbramos en estos dogmas 1) Nuestro concepto de hombre/mujer no es una ensoñación utópica; tiene lugar en dos personas : Jesucristo y María 2) Desde ellos, mantenemos que no somos fruto de la casualidad o el azar, ni náufragos de la nada: Venimos y nos dirigimos hacia el Hogar Trinitario 3) Que somos un misterio e inquietud siempre expectante; porque llevamos la marca de Dios y su huella. Con tanta grandeza lo intuyó San Agustín: «Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». 4) Que nuestra grandeza es ser espíritus encarnados, carne espiritualizada; humanos divinizados 5) Que hemos sido llamados a crecer siempre , en todas las dimensiones y de forma armónica e integral 6) Dónde reside la verdad, la belleza y la bondad que nos inundan y que siempre andamos buscando 7) Que somos seres “relacionales”, abiertos al Otro y a los otros. Todos somos criaturas de Dios; absolutamente todos. Y ello desde nuestra condición sexuada, integrada en nuestro ser relacional 8) Que podemos superar dos permanentes tentaciones, que nos destruyen por igual, como humanos: el individualismo y el colectivismo. Somos seres en comunidad, unidos y fraternos . Compartimos lo más grande de la persona: el origen y el destino 9) Que nuestra identidad es ser como todos, como algunos, como nadie. Dios nos ama personalmente, nos sostiene y nos eleva. Propicia que nos conozcamos, aceptemos y entreguemos 10) Que podemos y debemos ir edificando una civilización del amor y de la vida, para todos y entre todos, rompiendo el círculo infernal del odio y la muerte. En Jesús y en María encontramos la clave para dar sentido a muchas negatividades: sufrimiento, dolor y muerte. Con su clarividente profundidad y sólida fe lo expresaba Benedicto XVI: “Quien se encuentra con Cristo no sólo no pierde nada, sino que gana todo” A María, Mater Dei, en Año de la fe; en la Málaga cofrade y marianista; la Málaga de Nuestra Señora de la Victoria, su patrona Virgen, Madre, Inmaculada ; La mujer del Si, y la Belleza de Dios rezamos Madre, Madre de Dios, camina con nosotros Enséñanos a anunciar al Dios vivo, ayúdanos a dar testimonio de Jesús, único Salvador Haznos siervos del hermano acogedores con los pobres y artífices de justicia Intercede por los que peregrinamos conscientes de que el plan de Dios se cumplirá Vela por esta Iglesia para que se deje esponjar por la Palabra Que sea recinto de paz, justicia y amor, que anuncie, celebre y sirva con valentía y entusiasmo el Evangelio, Buena Noticia para los pobres Vela por los cristianos, por le de nuestra diócesis malacitana, por todos los cofrades; que seamos fermento de unidad y de paz Y protege a nuestros jóvenes, tan zarandeaos; son, deben ser, la esperanza del mañana. Amén Autor: Francisco Aranda