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George Wakhungu: «Mi sueño era ser médico pero la visita de un misionero me hizo cambiar»

Publicado: 27/04/2012: 3098

El Padre George Wakhungu Kibeu (Ndivisi, Kenia, 1979, residente en Málaga, recuerda cómo abandonó su sueño de ser médico para ordenarse sacerdote tras la visita de un misionero de la Consolata.

–¿Podría explícarme con palabras sencillas, por qué son tan importantes las vocaciones nativas?

–Son jóvenes que sienten la llamada de Dios y se forman como sacerdotes, monjas o laicos consagrados para ofrecer un servicio particular a la Iglesia local y universal. Es decir, después del período de formación, estas personas servirán a la Iglesia particular que les ha ayudado a madurar como discípulos de Jesús y al mismo tiempo están disponibles para ir allí donde sean enviadas. Lo importante es que cada comunidad cristiana tenga alguien que responda a sus necesidades espirituales. Las vocaciones nativas son el mejor modo para responder a las necesidades de evangelización y promoción humana, sobre todo en países de misión.

–¿Cuándo sintió usted la llamada de Dios?

–Nací en una familia católica y practicante, pero desde pequeño mi sueño era ser médico. Lo que hacía falta en mi país eran hospitales y centros de salud. En algunas zonas de mi país veía unas madres con sus hijos enfermos que recorrían largos caminos para llegar a un centro de salud. Y se puede imaginar hacer largos viajes con un niño enfermo por la noche sin saber lo que se pueden encontrar por el camino. Pero mientras estaba terminando mis estudios en una escuela superior, vino a hablarnos un misionero de la Consolata. Nos dijo que “la vida es un don y la felicidad está en compartir este don con los demás sobre todo con los más necesitados”. Estas palabras y el testimonio que daba este misionero en la zona donde estaba desarrollando su misión cambiaron el rumbo de mi vida. Después de este encuentro, me puse en contacto con los misioneros de la Consolata. El año siguiente después de terminar el bachillerato tenía que tomar una decisión fundamental en mi vida; o empezar un curso de medicina en la universidad ya que tenía una plaza asegurada, o entrar en el seminario y formarme como sacerdote y misionero. Fue una decisión sufrida porque mi madre y mis hermanos estaban en contra, y sólo mi padre aceptó mi decisión en el último minuto cuando vio que ya estaba decidido. Creo que lo importante en la vida es no tener miedo a tomar decisiones importantes aunque sean extraordinarias. Al final, lo que te hace feliz es estar al servicio de los demás, compartir tu fe y lo que eres, sobre todo, con  los más necesitados. El camino ha sido largo pero soy feliz y creo profundamente que el buen Dios me ha sostenido. Si volviera atrás, tomaría la misma decisión.

 –¿Qué le diría a la gente para que colabore con las vocaciones nativas?

–Nadie nace sacerdote. La vocación a la vida consagrada es un camino que requiere tiempo y disposición para un profundo seguimiento a Cristo, que invita permanentemente a seguir sus pasos. Y la familia es muy importante en este camino. La campaña para las vocaciones nativas tiene que implicar a la familia y a toda la comunidad cristiana en todos sus ámbitos. Este trabajo pastoral debe partir de la acción de sensibilización de las familias que a veces son indiferentes a la vocación sacerdotal. Que se abran con generosidad al don de la vida y eduquen a los hijos para estar disponibles ante la voluntad de Dios. Además todos somos llamados a la colaboración para esa formación. Si necesitamos sembradores de la buena nueva en medio de nosotros es también nuestra tarea, no sólo rezar por ellos sino también colaborar en su formacion con generosidad.

Autor: Beatríz Lafuente

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