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Ordenación de presbíteros (Catedral-Málaga)

Ordenación de cinco nuevos sacerdotes // E. LLAMAS
Publicado: 25/06/2022: 974

Homilía de Mons. Catalá durante la ordenación de presbíteros celebrada en la Catedral de Málaga el 25 de junio.

ORDENACIÓN DE PRESBÍTEROS

(Catedral-Málaga, 25 junio 2022)

Lecturas: Hch 20, 17-18a.28-32.36; Sal 22, 1-6; Lc 5, 1-11.

Remar mar adentro

1.- El evangelio proclamado hoy presenta a Jesús que sube a la barca de Simón en el lago Genesaret. Esa barca ha regresado vacía, tras una noche de trabajo y decepción. Dice Pedro a Jesús: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada» (Lc 5, 5). 

También la barca de nuestra vida se adentra en el mar de las actividades cotidianas para pescar, cultivar sueños, llevar adelante proyectos personales y pastorales y vivir el amor en nuestras relaciones fraternas. 

Pero, a veces, como Pedro y sus compañeros, experimentamos la decepción y la amargura al no ver los resultados deseados después de tanto esfuerzo, quedándonos con una sensación de derrota. Se trata, como como define el papa Francisco, de la “noche de las redes vacías” (Angelus. Vaticano, 6.02.2022).

2.- El evangelio sigue narrando la escena y dice que Jesús «sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre» (Lc 5, 3). La barca vacía de Pedro se convierte en lugar de enseñanza del Maestro; ha cambiado de función.

También el Señor puede querer enseñar desde nuestra barca vacía, símbolo de nuestra incapacidad y de nuestro fracaso. La barca se convierte en la cátedra de Cristo, en sede del anuncio del Evangelio. Aunque no tengamos nada que ofrecerle, Jesús sube a nuestra barca vacía y entra en ella para llenarla con su presencia y con su enseñanza; se sirve de nuestra pobreza para manifestar su riqueza, de nuestra miseria para proclamar su misericordia (cf. Francisco, Angelus. Vaticano, 6.02.2022).

Es necesario dejar que suba a nuestra barca vacía; que pongamos a su disposición lo poco que tenemos; que seamos humildes en aceptar que nuestra pericia no sirve muchas veces para evangelizar y para las tareas pastorales; que necesitamos fiarnos más del Maestro que de nuestros pobres saberes.

Reconozcamos nuestra pequeñez ante la infinita sabiduría de Dios; nuestra condición pecadora ante el perdón misericordioso del Señor; nuestra indignidad ante su majestad. 

3.- Cuando Jesús acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar» (Lc 5, 4). Pedro se fía del Maestro; y, a pesar de haber bregado toda la noche sin haber pescado nada, responde: «en tu palabra, echaré las redes» (Lc 5, 5). 

Fijémonos que era ya de día y, según las normas de la pesca, no era momento adecuado para pescar; porque se suele pescar de noche. Sin embargo, Pedro se fía de Jesús, prescindiendo de sus conocimientos de pescador; antepone la palabra de su Maestro a su técnica, a su pericia, a su sabiduría. 

Queridos ordenandos, Aarón, Eduardo, Juan-Manuel, Rafael y Santiago, vosotros podéis hacer lo mismo: permitir que el Señor suba en vuestra barca vacía, fiaros del Él y remad mar adentro para echar las redes. Venzamos la tentación del desánimo; afiancemos nuestra vida y nuestro ministerio sacerdotal en la persona de Jesús; construyamos sobre el fundamento sólido de la roca que es Cristo.

Como nos recuerda el papa Francisco: “Siempre podemos volver a empezar, el Señor siempre nos invita a volver a ponernos en juego, porque Él abre nuevas posibilidades. Aceptemos, pues, la invitación: ahuyentemos el pesimismo y la desconfianza y entremos mar adentro con Jesús. Incluso nuestra pequeña barca vacía será testigo de una pesca milagrosa” (Angelus. Vaticano, 6.02.2022).

4.- Esta hermosa narración de la subida de Jesús en la barca de Pedro, desarrollada en tres tiempos (sube a la barca vacía, enseña y anima a bogar mar adentro), nos ha dado elementos importantes para nuestro ministerio sacerdotal, queridos candidatos y queridos sacerdotes.

Solo haciendo caso al Maestro pudieron sus discípulos hacer una gran pesca: «Haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse» (Lc 5, 6) y tuvieron que pedir ayuda a los compañeros de la otra barca (cf. Lc 5, 7). 

Queridos presbíteros, diáconos y candidatos al ministerio sacerdotal, la fuente de nuestra pericia y el fruto de nuestra misión está en confiar en el Señor Jesús, sacerdote eterno. ¡Remad mar adentro, fiándoos de Cristo! Solo así habrá pesca; de otro modo, nuestra barca permanecerá vacía.

Simón Pedro cayó ante las rodillas de Jesús, diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lc 5, 8). Reconozcamos nuestra fragilidad humana y pongamos nuestro ministerio en manos del Señor. ¡Ponedlo ya, queridos ordenandos, desde el primer momento! 

Al igual que los discípulos, quienes «dejándolo todo, le siguieron» (Lc 5, 11), Jesús nos invita a seguirle y a confiar en Él. 

Pedimos a la Santísima Virgen María, bajo la advocación de la Victoria, que nos proteja con su amor maternal para evitar toda tentación de desconfianza en Dios y de desánimo en nuestro ministerio. ¡Que Ella nos acompañe en la hermosa tarea de remar mar adentro! Y hoy, en la memoria litúrgica del Inmaculado Corazón de María, le suplicamos que purifique nuestro corazón para hacerlo más dócil al Espíritu. Amén.

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