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Paloma Sánchez: «Siempre tengo motivos para rezar»

Publicado: 09/03/2021: 12860

Paloma Sánchez es historiadora, licenciada en Derecho y hermana de la Pollinica. Para ella, la oración es un bálsamo, una ayuda inestimable a la que agarrarse incluso en la propia enfermedad. Como cofrade, reconoce que le mueve mucho rezar ante una imagen. «Es algo tangible, como la foto de Cristo y de la Virgen»

Sus primeros recuerdos en torno a la oración están protagonizados por su madre: «Todas las noches antes de dormir rezábamos “4 esquinitas tiene tu cama, cuatro angelitos la guardan”. Luego con 7 años, y para mi Primera Comunión, tuve que aprender una pequeña oración. Recuerdo que la hice en la Capilla de la Virgen de la Paloma (en la iglesia de San Juan, porque mis padres eran cofrades de la Puente y la Paloma y en esa capilla también me bautizaron y me pusieron el nombre de la Virgen). Ese mismo día me impusieron la medalla corporativa de la Cofradía (que todavía tengo y es la que me pongo en los actos de la Hermandad). A partir de entonces, ya me enseñaron las monjas del Colegio de la Presentación donde me eduque hasta los 16 años».

Tanto si tiene que pedir ayuda como dar las gracias, Paloma siempre se acuerda de rezar. «Siempre tengo motivos para rezar, por penas o por alegrías. Por cosas más nimias, como un viaje de mis nietos, o por cosas importantes y que yo considero trascendentales, como este último viaje del Papa a Irak», reconoce.

Tras sufrir un cáncer y varias operaciones seguidas, afirma: «soporto mal el dolor físico, pero me enseñaron que mi padecimiento podía ayudar a otros que estaban sufriendo, y me reconfortaba pensar que a lo mejor servía de alguna forma para los inmigrantes de las pateras que en esos momentos morían en cifras elevadísimas en nuestras orillas». 

IMÁGENES QUE LLEVAN A DIOS

Como cofrade y andaluza, confiesa que «me mueve mucho para rezar ver una imagen. Es algo tangible, es como la foto de Cristo y de la Virgen. Yo, como he trabajado siempre por la cofradía de la Pollinica, le rezo al Cristo que entra en Jerusalén y a la Virgen del Amparo. Pero cuando veo a la Puente y la Paloma, recuerdo a mis padres, a mi infancia feliz. Rezar a la imagen no quita que cuando entro en una Iglesia y veo la lamparita roja encendida no le “diga algo” al Santísimo que está en el Sagrario». Muchos días reza el Rosario, busca continuamente la intercesión de los santos, «e incluso de alguno de mis familiares queridos fallecidos, porque están más cerca de Dios de lo que yo lo estoy. Pero para rezar no hace falta decir oraciones preestablecidas, tú puedes hablar, rogar, dar gracias e incluso enfadarte y que no te salgan 10 “avemarías”; y es que puedes estar rezando sin ni siquiera darte cuenta. Me gustó mucho el libro de un jesuita, José Mª Rodriguez Olaizola, “Bailando con la soledad”, en el que decía que “Hablamos a Dios desde donde estamos. Desde la alegría de unos momentos, y con el corazón encogido en otros…pero la verdad, que a veces intuimos, es que estemos como estemos nosotros, Dios siempre está al otro lado de las oraciones”», concluye.

Se considera “desordenada” para rezar, algo que es capaz de hacer en cualquier sitio, y afirma que como «ferviente admiradora de Santa Teresa de Jesús, rezo en la cocina, pero también en una cinta andadora, en el súper con el carrito de la compra o cuando pasa una ambulancia a todo gas. Por supuesto, en una iglesia, a ser posible vacía. Una de mis asignaturas pendientes es pasar al menos una semana en un convento de clausura, rezando al mismo tiempo que las monjas. Echo de menos el silencio para rezar. Siempre rezo también algo antes de dormir».
 

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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