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Encuentro ecuménico de oración por las consecuencias de la pandemia (Catedral-Málaga)

Publicado: 25/09/2020: 13133

Homilía del Obispo de Málaga en el Encuentro Ecuménico de Oración por las consecuencias de la pandemia, celebrado en la Catedral de Málaga el 25 de septiembre de 2020.

ENCUENTRO ECUMÉNICO DE ORACIÓN

POR LAS CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA

(Catedral-Málaga, 25 septiembre 2020)

 

Lecturas: Rm 8,18-30; Mt 11,25-30.

 

1.- Desde el día 1 de septiembre, fecha instituida por la Iglesia ortodoxa para pedir por la creación, hasta el día 4 de octubre, memoria de san Francisco de Asís, los cristianos celebramos un tiempo de oración por el cuidado de la creación. Renovamos la fe en Dios creador y nos unimos en oración para promover la defensa de la “casa común”.

La Jornada de este año tiene como lema el “Jubileo por la Tierra”. En la Sagrada Escritura el Jubileo es un tiempo festivo para recordar, descansar y reparar.

 

2.- En este Jubileo hacemos fiesta para recordar el destino último de la creación, es decir: entrar en el descanso eterno o “sábado eterno” de Dios; en este recuerdo tenemos presente nuestro pecado para arrepentirnos y volver de nuevo al Señor. Hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza y hacemos memoria de nuestra vocación original para cuidar de la creación, respetándola, ayudándola y promoviéndola, pero nunca maltratándola o manipulándola en beneficio propio. Y, en segundo lugar, hacemos también memoria, para vivir como hijos de Dios en comunidad de amor, al estilo de la Santa Trinidad (cf. Papa Francisco, Laudato Si, 70; 92). Son dos hermosas tareas.

 

3.- Es tiempo también para descansar, porque el hombre y la tierra necesitan recuperarse para tomar fuerzas y reponerse. Hemos de denunciar la sobreexplotación que sufre la naturaleza y el consumismo que agota los recursos del medio ambiente. Como ya recordaba san Pablo; «toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto» (Rm 8,22).

Debemos encontrar estilos de vida sostenibles, que restituyan a la Tierra el descanso que se merece, sin destruir los ecosistemas que mantienen a la humanidad: «Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Se espera de nosotros una promoción de estilos respetuosos con la naturaleza.

 

4.- La pandemia que sufrimos nos ha hecho experimentar que se puede vivir de manera más sencilla y sin un consumismo exacerbado. La Tierra es capaz de recuperarse si la dejamos descansar: el aire se ha vuelto más limpio, las aguas más transparentes, que favorecen la supervivencia de especies amenazadas. Hemos de revisar nuestros hábitos en el uso de energía y eliminar los aspectos no esenciales y nocivos, como nos invita el papa Francisco (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación, Roma, 1.09.2020).

 

5. El Jubileo es una ocasión para reparar la armonía original de la creación. El planeta sufre una explotación, sobre todo en el hemisferio Sur, que ha provocado una gran deuda ecológica por el saqueo de recursos. Hay que restaurar y cancelar la deuda de los países pobres ante los graves impactos de la crisis sanitaria, social y económica provocadas por la pandemia del Covid-19. Se necesitan políticas eficaces para restaurar el equilibrio climático e incentivar y recuperar el desarrollo; y, al mismo tiempo promover la solidaridad (cf. Ibid.).

Y al mismo tiempo hemos de sanar las relaciones humanas perjudicadas. El Jubileo nos invita a restablecer relaciones sociales equitativas, restituyendo la libertad y la propiedad a cada uno y perdonando las deudas de los demás.

 

6.- Con esta celebración ecuménica las distintas confesiones cristianas, presentes en nuestra Diócesis malacitana, nos unimos para orar juntos por el cuidado de la Creación y por la situación de crisis sanitaria, económica y social que vivimos a causa de la pandemia del coronavirus.

Nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad e intercede por nosotros con gemidos inefables (cf. Rm 8,26). El Señor conoce nuestros corazones y sabe que nuestro deseo es de fraternidad, de comunión y de universalidad.

Somos creaturas pequeñas a las que Dios ha revelado las cosas más grandes, que ha escondido a los sabios y orgullosos (cf. Mt 11,25).

Nuestra oración ecuménica de esta tarde se eleva a Dios, Creador y Señor del universo, para que guíe nuestros pasos por el camino de la paz y de la fraternidad. Amén

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