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Bobadilla celebra la coronación canónica de su patrona

Publicado: 17/08/2014: 16018

D. Jesús Catalá se dirigió a los fieles en la homilía de la Eucaristía celebrada con motivo del aniversario de la coronación canónica de la Virgen de las Maravillas de Bobadilla señalando que «la solicitud maternal de la Virgen ha acompañado siempre a vuestra comunidad cristiana, favoreciendo la identidad de este pueblo, haciendo crecer vuestras raíces de fe católica, sosteniendo la esperanza, potenciando la evangelización misionera y animando la caridad fraterna a través de proyectos sociales y educativos más allá de las fronteras de nuestra nación.» Reproducimos íntegra la homilía.

ANIVERSARIO DE LA CORONACIÓN CANÓNICA
DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LAS MARAVILLAS
(Bobadilla, 15 agosto 2014)

Lecturas: Ap 11,19a; 12,1.3-6a.10ab; Sal 44; 1 Co 15,20-27; Lc 1,39-56.

1. Celebramos hoy la fiesta litúrgica de la Asunción de la Virgen a los cielos. El libro del Apocalipsis nos ha mostrado la visión de una mujer vestida de sol: «Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap 12,1). En esta visión contemplamos a la Virgen María nimbada de luz coronada. Y en el Salmo hemos cantado: «A tu derecha está la reina, vestida con oro de Ofir» (Sal 44). El “fiat” de María, es decir, la aceptación de la voluntad de Dios en su vida y la permanente escucha y acogida de la Palabra divina son el tejido del vestido de “oro de Ofir”, que la hacen resplandeciente desde dentro. María acogió primero la Palabra de Dios en su corazón, ofreciéndole su “sí”; después la acogió en su seno de Madre. Esa doble acogida, en el corazón y en el seno, ha sido muy fecunda; y ha sido el tejido del vestido de “oro de Ofir”, que la hace resplandeciente desde dentro; no es un resplandor exterior. La belleza de la Virgen nace de dentro; la luz que tiene se la da Cristo, a quien lleva en su corazón y a quien llevó en su seno.

La Virgen nos invita a todos nosotros a resplandecer desde dentro,acogiendo la Palabra y la acción del Espíritu en nosotros; a dejarnos iluminar, para ir transformándonos poco a poco hasta quedar, como la Virgen, revestidos del Sol de justicia, Jesucristo, que no conoce ocaso. ¿Queréis participar del vestido blanco de “oro de Ofir”, que lleva la Virgen; esto es, de esa luz que nimba a la Virgen? Pues acoged la Palabra de Dios.

(Suenan las campanadas en el reloj de la torre)

Acabamos de escuchar la campana, como si nos llamara al rezo del “Angelus”. Desearía invitaros a que no abandonéis el rezo del “Angelus”; es una oración preciosa, que solía rezarse cuando daban las campanadas a mediodía; y también por la mañana y al atardecer. En esta oración recordamos el momento en que Jesucristo se encarnó en el seno de la Virgen. ¡Rezad esta preciosa oración mariana!  María estuvo en la anunciación abierta totalmente a la acción del Espíritu, ejerciendo plenamente su libertad, puesta en las manos de Dios. Nadie la obligó a aceptar la maternidad; lo hizo libérrimamente. Vivamos también nosotros esa libertad de hijos de Dios. Las cosas para Dios deben nacer desde dentro del corazón; no se deben hacer por obligación, sino porque un corazón que ama hace las cosas libremente. En la asunción la Virgen fue transfigurada por el Sol eterno, Jesús, a quien había llevado en su seno. Le pedimos que seamos transformados también nosotros por esa Luz.

2. En el marco de la liturgia mariana de la Asunción recordamos el XXVI Aniversario de la Coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de las Maravillas de Bobadilla. No pude venir el año pasado; pero en este año tengo la alegría de poder celebrar con vosotros esta hermosa fiesta. No importan tanto los años más o menos que hayan transcurrido desde la coronación, sino el hecho de la misma y la petición que el pueblo de Bobadilla hizo, movido por su gran devoción a la Virgen.

El pueblo cristiano venera a la Virgen María de muchas maneras: orando ante sus imágenes, que adorna con joyas, flores, luces y mantos; llevándolas en procesión;dignificándolascon coronas esculpidas en la imagen, o añadidas como adorno de especial significación. La Iglesia saluda y contempla a la Virgen María como Señora y Reina, por ser el santuario en el que se revistió de carne humana el Rey de la gloria. La corona de la Virgen es un signo de realeza, que hace referencia a Cristo Rey y Señor de la historia.La Madre del Señor participa del honor y de la grandeza de su Hijo Jesús, Rey del universo.

La imagen de la Virgen coronada manifiesta que aceptáis a Nuestra Señora de las Maravillas como Reina vuestra y Madre de misericordia. La Iglesia siempre ha mirado a María como Virgen coronada por Dios; y así hemos de contemplarla también nosotros. La corona es signo de poderío; pero no un poderío al estilo humano con imposición: en María significa la «Omnipotencia suplicante». María es poderosa intercesora. Ella es Reina. A Ella se le ha encomendado el ministerio singular de la maternidad del Hijo de Dios y también de la maternidad de los miembros del Cuerpo místico de Cristo. Ella es Reina, porque posee la riqueza de las virtudes y la plenitud de la gracia. Ella es Reina, porque sobresale de la raza escogida, el sacerdocio real y la nación consagrada, como nos dice san Pedro en su primera carta (cf. 1 Pe 2, 9). El Señor hizo Maravillas en la Virgen María, tal como canta el Magnificat. Vosotros coronasteis vuestra imagen de Nuestra Señora de las Maravillas para expresarle el amor filial y confiado a quien es nuestra Madre.

3. Con gozo manifiesto volvemos a celebrar hoy el Aniversario de aquel 14 de agosto de 1988, en que fue coronada canónicamente la imagen de la Virgen de las Maravillas en Bobadilla por el entonces Obispo de Málaga, Mons. Ramón Buxarrais, quien, como sabéis, sigue viviendo en Melilla, trabajando entre los más pobres y animando el diálogo interreligioso.

La devoción a Nuestra Señora de las Maravillas, profundamente arraigada entre los fieles de la comarca de Antequera, se remonta al siglo XVII, tal como documentan la primitiva policromía de la imagen, la dedicación de una capilla en la casa noble de los Condes de Bobadilla y el culto a la Virgen de las Maravillas en tiempo de Felipe IV (1639) por una curación del monarca. La devoción a la Virgen de las Maravillas la habéis expresado, queridos fieles, con vuestra oración confiada a nuestra Madre en las vicisitudes históricas, en acción de gracias y en plegaria de petición en los momentos de necesidad, de angustia o de dificultad.

La solicitud maternal de la Virgen ha acompañado siempre a vuestra comunidad cristiana, favoreciendo la identidad de este pueblo, haciendo crecer vuestras raíces de fe católica, sosteniendo la esperanza, potenciando la evangelización misionera y animando la caridad fraterna a través de proyectos sociales y educativos más allá de las fronteras de nuestra nación. ¡Que el Señor os pague con creces vuestra generosidad y vuestra valentía misionera! Pido a la Virgen de las Maravillas que siga intercediendo por este querido pueblo de Bobadilla, para que el  Señor continúe aquí obrando portentos y grandezas.

4. La fiesta de la Asunción, en la que veneráis a vuestra Patronala Virgen de las Maravillas, es una fiesta de esperanza, porque celebramos el triunfo del amor sobre el odio, del bien sobre el mal; el triunfo de la gracia sobre el pecado, de la luz sobre las tinieblas.
El mal queda descrito en la figura del dragón, que lucha contra la mujer que va a dar a luz, como hemos escuchado en el libro del Apocalipsis: «Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas (…).Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz» (Ap 12, 3-4).

El mal lucha contra el bien, pero nunca podrá vencerle; la victoria definitiva es de Dios, es decir, del amor. En el combate del dragón y sus secuaces contra el arcángel Miguel y sus ángeles, que nos presenta el Apocalipsis(cf. Ap 12,7), la victoria es del ángel bueno, como dice la gran voz que resuena en el cielo: «Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche» (Ap 12,10).

5. No tengáis miedo, queridos fieles cristianos, en luchar contra las fuerzas del mal, porque tenéis asegurada la victoria. Estas fuerzas malignas se manifiestan de muchas maneras: en figura de costumbres, bajo apariencia de modas atrayentes, en forma de leyes mal llamadas progresistas, en ideologías contrarias a la fe; podéis añadir vosotros una larga lista.

Somos peregrinos de la fe que, contemplando a María, caminamos hacia la meta de nuestra vida, con la esperanza de alcanzar lo que ella vive ya. Hemos de sortear los peligros y los obstáculos que nos impidan avanzar hacia la patria definitiva, donde la Virgen de las Maravillas nos espera.

Para finalizar, os invito a meditar unas palabras de san Juan Pablo II, pronunciadas en la misma fecha de la coronación de vuestra imagen: “En la visión segura de la fe, la necesidad de infinito, de perfección, de comunión íntima y profunda de la criatura con el Creador no es simple nostalgia o sueño de lo imposible, sino una peregrinación ininterrumpida, una tensión perenne del hombre hacia su final, que se expresa incesantemente con actitudes de condescendencia” (Homilía en la liturgia copta de la “Oración del incienso”, 1. Basílica de Santa María la Mayor, 14.08.1988).

La Virgen nos espera desde el cielo y nos lleva de su mano, para que disfrutemos con Ella. Le pedimos con confianza filial: ¡Madre de las Maravillas, llévanos contigo, ruega por nosotros y acompáñanos en nuestro caminar en la tierra! Amen.


 

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