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¿Vacaciones para desconectar o para reconectar?

Cargador. Markus Winkler
Publicado: 05/08/2024: 4524

Espiritualidad

Las redes sociales se llenan en los meses de verano de recomendaciones para “desconectar”, para “evadirse”, para realizar una “escapada”... Términos que aluden a la necesidad del ser humano de huir, al menos temporalmente, de una realidad que le oprime. Pero el auténtico paraíso vacacional está más cerca de lo que creemos

El verano es el tiempo de hacer cosas extraordinarias en el más estricto sentido de la palabra; de salir de lo ordinario, de cambiar la rutina del curso por otras actividades distintas a las habituales. Sobre el papel parece apasionante, pero, en la práctica, muchas personas viven el tiempo vacacional con estrés porque les cuesta gestionar el tiempo libre, y la convivencia doméstica más intensa provoca tensiones y conflictos. Tanto es así que, a mediados de agosto, ya es habitual escuchar a muchos desear que acaben pronto las vacaciones para volver a la vida normal.

Y es que ni la playa ni la montaña, ni los paseos ni los viajes, ni las terracitas ni las barbacoas, ni las ferias ni las verbenas, ni el deporte ni la tumbona, ni las horas de sueño ni el “dolce far niente” tienen por sí solas la llave de la felicidad. Es la experiencia que tuvo san Agustín cuando, insatisfecho por las promesas de felicidad que le ofrecían las cosas terrenales, proclamó una de las más bellas oraciones de todos los tiempos:

¡Tarde te amé,

hermosura tan antigua y tan nueva,

tarde te amé!

Tú estabas dentro de mí, y yo fuera,

y por fuera te buscaba,

y deforme como era

me lanzaba sobre las cosas

hermosas por Ti creadas.

Tú estabas conmigo,

y yo no estaba contigo.

Me retenían lejos de Ti todas las cosas,

aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían.

A este respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que «el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar».

Por eso, el verdadero descanso no está en desconectar ni en huir de la realidad, sino en conseguir reconectar con esa Persona que no cesa de buscarnos y que vive, como confirma el Santo de Hipona, más dentro de mí «que lo más íntimo mío y más elevado que lo más sumo mío».

¿Por qué no aprovechar el verano para enchufarnos más al Señor, para reparar las conexiones perdidas durante el curso, para recargarnos al 100%, lo que nos permitirá volver a la rutina con más tranquilidad, sin miedo a quedarnos sin batería, con menos agobios?

Hay muchos tipos de cargadores, pero todos necesitan que les reservemos el tiempo necesario de recarga: la oración, que nos pone en brazos de Dios y nos abre a escucharlo y a descargar ante Él nuestras angustias; las peregrinaciones a santuarios, iglesias y otros lugares marianos o relacionados con las vidas de los santos que predisponen nuestro cuerpo y nuestro espíritu a experimentar el encuentro con el Señor; las obras de caridad: visitar a ese amigo enfermo, ayudar a la vecina mayor, ponerse más al servicio de la familia, pues Él se hace presente en los que necesitan ayuda; o leer lecturas que eleven nuestro espíritu.

¡Feliz y exitosa recarga veraniega!

Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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