NoticiaSantos Yunquera celebra hoy el XV aniversario de la beatificación de Juan Duarte Portada de la publicación especial en Instagram de @SpesNostra sobre la vida del beato Juan Duarte Publicado: 07/11/2022: 10704 Mártir La parroquia de la Encarnación de Yunquera acogerá la Misa aniversario del martirio de Juan Duarte el próximo 15 de noviembre a las 18.30 horas. Coincide, además, con el XV aniversario de su beatificación. Con motivo de la festividad de este seminarista malagueño, la cuenta en Instagram @Spesnostra que gestionan el seminarista Cristian Carrasco y el sacerdote Juan Manuel Caracuel ha preparado una publicación especial que verá la luz ese día en la que relatan su vida, tratando de acercarlo a los más jóvenes. Reproducimos a continuación el texto de la biografía que han preparado: EL BEATO JUAN DUARTE SU INFANCIA Nació el 17 de marzo de 1912 en el pueblo malagueño de Yunquera. Recibió los sacramentos de iniciación cristiana en la iglesia de la Encarnación, la cual se encuentra justo al lado de su casa en C/ Adelante nº31. Desde muy pequeño le gustaba mucho ir a la catequesis, rezaba el rosario todas las noches, ayudaba a los pobres que se acercaban a pedir a su casa, y se entretenía montando altares y tronos para sacarlos con sus vecinos por las calles del pueblo. SU VOCACIÓN A los 13 años ya tenía claro que el Señor lo llamaba para ser sacerdote en su Iglesia de Málaga. El único inconveniente que existía para que Juan se introdujese en el Seminario era los escasos recursos económicos que sus padres tenían para sufragar los gastos que tenía la formación del seminarista. Aun así, confiaba en la providencia y le decía a su padre: "No se preocupe Padre, pues el Señor le va a ayudar." Y así fue, el joven Juan Duarte ingresó en el Seminario Menor de Málaga en el curso 1925-1926. SU SEMINARIO Al llegar al Seminario con su padre, fue recibido por el rector de la casa, el beato Enrique Vidaurreta, con quien Juan tendría un filial afecto, tratándolo y queriéndolo como si fuera su propio padre. Días después éste fue presentado al entonces obispo de Málaga, san Manuel González, quien supo reconocer en la imagen del joven a un seminarista ejemplar para el Seminario de Málaga, con el que tan bonito soñaba. Juan era un seminarista alegre, valiente, inteligente, servicial, piadoso, bondadoso con sus compañeros, con un gran amor a la Eucaristía y a su Iglesia de Málaga. SU TESTIMONIO Cuando volvía a su pueblo para las vacaciones, ayudaba a su familia en las labores del campo, y dedicaba las tardes a estudiar y a dar catequesis a los niños yunqueranos, para ayudarles a conocer a Jesús. Del testimonio evangelizador de Juan brotó la vocación de un seminarista yunquerano llamado Miguel Díaz Jiménez, quien murió también siendo uno de tantos mártires del siglo XX. Fue catequista junto con otros compañeros en la Parroquia de Sta. María de la Victoria, y uno de los seminaristas mayores encargados de la formación y del cuidado vocacional de los seminaristas menores de la diócesis. SU VALENTÍA Después de la quema de numerosas iglesias en Málaga en la noche del 11 de mayo de 1931, los seminaristas estaban en sus casas por mandato del beato Enrique Vidaurreta, quien veló en todo momento por la seguridad de sus seminaristas. Juan siempre que estaba en su pueblo deseaba volver a su Seminario, aún sin importarle en esos años cómo estaba la situación política contra la Iglesia y todo lo que podía costarle su vuelta allí. Su padre le pidió que esperara a que la situación se normalizase, pero Juan le solía decir: "No tenga miedo, el Señor triunfará." Y al cabo de unos días volvió al Seminario. SU ENTREGA Juan Duarte fue ordenado diácono el 6 de marzo de 1936, en la catedral de Málaga por manos del obispo D. Balbino Santos Olivera. El 7 de noviembre de ese mismo año, Juan Duarte fue arrestado por los milicianos en su propia casa en Yunquera, después del chivatazo de una de sus vecinas que confesó que el seminarista se encontraba allí escondido. Desde ese día hasta el 15 de noviembre, Juan fue llevado a El Burgo, seguidamente a una posada del pueblo de Álora y al calabozo municipal conocido como la "Garipola", donde los milicianos intentaban por todos los medios hacer blasfemar al diácono. Al ver que éste respondía a las provocaciones con aclamaciones como: "¡Viva Cristo Rey, Viva el Corazón de Jesús!" Ellos no duraron en castigarlo por medio de todo tipo de torturas, llegando incluso a aplicarle descargas eléctricas sobre sus genitales. SU MARTIRIO También un miliciano apodado "El Chato" recurrió a su amante "La Nona", para que visitara a Juan a la cárcel y lo incitara sexualmente para hacerle pecar contra la castidad. Juan rechazó la propuesta, y al enterarse "El Chato" de lo ocurrido se acercó a la barbería de "Paquirri" y le pidió una navaja para castrarlo allí en la cárcel. Luego la "Nona" envolvió los testículos del diácono en papel de periódico y los paseó por todo el pueblo gritando: "¡Son los genitales del curita, que se lo hemos quitado, porque para ser cura no los necesita"! Tras la terrible mutilación que sufrió, el 15 de noviembre los milicianos decidieron sacarlo del pueblo y matarlo en el Arroyo Bujía, situado a kilómetro y medio de la estación de Álora. Allí, lo tumbaron en el suelo, le cortaron las piernas y con un machete le abrieron el vientre en canal de abajo a arriba, le echaron gasolina y le prendieron fuego. En estos momentos de dolor aclamaba con voz potente: "¡Podéis matar mi cuerpo, pero no mi alma! Yo os perdono y pido a Dios que os perdone. ¡Viva mi Cristo Rey! ¡Ya lo estoy viendo, ya lo estoy viendo! SU LEGADO La familia y los amigos del beato se acercaron desde Yunquera a Álora, para trasladar sus restos mortales al pueblo que lo vio crecer en santidad. En el cementerio del pueblo descansaban sus restos, junto al de los otros seminaristas yunqueranos que también murieron mártires: José Merino Toledo y Miguel Díaz Jiménez. Fue el 17 de noviembre de 1985, cuando se trasladan sus restos mortales a la que es su iglesia parroquial de la Encarnación, donde recibe actualmente las oraciones y el cariño del pueblo que tanto lo quiere. La heroica entrega de su vida fue reconocida por la Iglesia, quien declaró beato al joven diácono de la diócesis de Málaga, Juan Duarte Martín, el 28 de octubre de 2007. La fuerza de su fe es faro, guía y espejo de santidad para todos los jóvenes, pero en especial para todos los seminaristas que se forman en su Seminario de Málaga.