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San Martín de Tours y la curiosa historia de su capa

San Martín de Tours entregando la mitad de su capa a un mendigo
Publicado: 11/11/2020: 30229

Nacido en la actual Hungría, el santo que celebramos este 11 de noviembre se alistó en el ejército con 15 años por obligación, al ser hijo de un veterano, siguiendo la norma de aquella época.

Aún era catecúmeno (se preparaba para recibir el bautismo) cuando, un gélido día de invierno se cruzó en su camino un hombre medio desnudo, tiritando de frío y pidiendo limosna a los viandantes.

Viendo la impasibilidad de la gente que pasaba a su lado, se conmovió y, ni corto ni perezoso, sacó su espada y partió en dos su capa, entregando una de sus mitades al necesitado. Tuvo que soportar la mofa de los que lo veían con solo media capa montado en su caballo, pero a él le mereció la pena porque esa noche recibió en sueños la visita de Jesús vestido con el trozo del manto que había regalado al mendigo y le habló con estas palabras: «Martín, aunque solo eres catecúmeno, me cubriste con tu manto». Cuentan que, tras ese sueño, fue corriendo a bautizarse y, después de un tiempo, dejó el ejército para hacerse discípulo de san Hilario de Poitiers.

Murió el 11 de noviembre del año 397 tras haber convertido a muchos, defendido la verdadera doctrina como obispo y vivido en comunidad la vida contemplativa.

En fechas como estas en torno al Día de la Iglesia Diocesana en las que se nos invita a contribuir al sostenimiento de la Diócesis, su gesto de dar vestido al desnudo nos sirve de ejemplo para tomar también nosotros de lo nuestro y compartir cada uno en la medida de sus posibilidades con tantos que necesitan tanto.

Pocos saben que el término capilla que hoy usamos para designar los oratorios privados o los distintos espacios de una iglesia con altar y advocación particular tiene en realidad su origen en el santo que nos ocupa hoy y en su conocida anécdota con la capa cortada en dos mitades.

Un trozo de esa capa se conservó como reliquia y, para darle realce, el emperador Carlomagno mandó construir una espectacular iglesia donde pudiera ser venerada. En referencia a dicha reliquia, el templo comenzó a llamarse “capella” (capa en latín), derivando al español capilla.

Aquel templo, conocido como la Capilla Palatina, por ser en principio parte del palacio imperial, fue el germen de la actual Catedral de Aquisgrán, la más antigua del norte de Europa.

El próximo día que acuda a una capilla a rezar, recuerde su origen y no se olvide de los pobres, siguiendo el ejemplo de san Martín de Tours.

Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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