El campamento tuvo lugar en una granja-escuela de Córdoba, en plena naturaleza. Los participantes en la experiencia explican que «hemos revivido los momentos del itinerario de la fe de los chavales (y de los adultos) y hemos tomando conciencia de que el Señor ha estado en el origen, el desarrollo y el presente de nuestra vida, alentando todo lo bueno; hemos compartido formación, reflexión y celebración. La Eucaristía de cada atardecer ha sido el culmen del campamento. En ellas hemos recogido y presentado las luces y vivencias de la jornada. En palabras de los asistentes, han disfrutado verdaderamente, y han sentido los “toques” del amor de Dios y del encuentro en profundidad con los demás. De hecho, la vuelta a casa hace de los que han vivido la experiencia, portadores de buenas noticias, o dicho de otro modo: se convierten en evangelizadores».

Uno de los días del campamento, visitaron la localidad de Priego de Córdoba, donde visitaron la iglesia de la Asunción, en la que rezaron el Ángelus y agradecieron a la Virgen María «por haber abierto su corazón para recibir a Jesús. Al salir, con cara de grata admiración y sonrisa en el rostro, el encargado del lugar nos dio la enhorabuena a los responsables del grupo, por el comportamiento de los chicos y chicas».