NoticiaColaboración Cómo surgió el dogma Publicado: 05/12/2013: 10550 Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854 «La Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles». Puro e Inmaculado es el vientre en el que se hace carne el Hijo de Dios. La humanidad tiene siempre una imagen de las cosas y la imagen de Dios, donde le conocemos es Jesucristo. Nosotros, que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios contemplamos en la solemnidad de la Inmaculada Concepción nuestra verdadera imagen, Santa María es modelo de la nueva humanidad en Cristo. El color litúrgico propio es por eso el blanco, y el azul celeste en algunos lugares por especial privilegio. Dicho privilegio le fue concedido a España por la Santa Sede en 1864, por su defensa y propagación de la creencia en la Inmaculada Concepción, y por su insistencia a favor de la proclamación del dogma: los Reyes de España pusieron bajo el patronazgo a la Purísima Concepción. Si todos los hijos de Adán contraemos, al ser concebidos, el pecado original, de esta ley universal eximió Dios únicamente a su Santísima Madre, en atención a su futura dignidad de Madre de Dios, y en previsión de los méritos de su Divino Hijo, fue redimida con una gracia singular, que la preservó del pecado original. La Inmaculada Concepción era una piadosa creencia, hasta que Pío IX el 8 de diciembre de 1854 lo definió como dogma de Fe católica. Día de precepto desde 1708. Durante dos siglos, España preparó la suspirada definición, y eligió a la Inmaculada por celestial Patrona de España y entonces también de sus Indias. Un dicho y cantar con el cual se hicieron jeroglíficos en las puertas de las casas y servía de saludo por las calles era: todo el mundo en general, a voz en grito diga, que sois Concebida María, sin pecado original. Muchas plazas y monumentos tienen una columna o estatua de la Inmaculada, su nombre es Triunfo. El triunfo de Dios sobre el diablo. En el triunfo de la Virgen, resplandece la celeste promesa de la victoria sobre la muerte: imagen de la Resurrección del Fruto Bendito de su vientre. Autor: José Luis Bellón, sacerdote y profesor en los cent