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Mensaje final del Congreso

Publicado: 05/05/2010: 1713

Traducción oficial del Mensaje Final del VIII Congreso Europeo de Migraciones.

VIII. Congreso europeo de Migraciones del CCEE

Málaga, 27 de Abril – 1 de Mayo de 2010

Europa y las personas en movimiento. Superar los miedos. Diseñar perspectivas

Mensaje de Málaga

Obispos delegados de las Conferencias Episcopales de Europa, directores nacionales de la pastoral de los Emigrantes, el Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, organizaciones católicas, invitados de organizaciones ecuménicas nos hemos reunido en Málaga (España), desde el 27 de abril hasta el 1 de mayo de 2010, siguiendo la invitación de la Comisión “Migraciones” del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (CCEE). Venimos de una veintena de países de Europa, desde el Norte al Sur, desde el Este al Oeste. Finalizando este Congreso, queremos compartir nuestras reflexiones y convicciones con todos los que trabajan con problemáticas vinculadas a la migración.

1. Durante este Congreso, juntos hemos tomado nuevamente conciencia de la realidad de las migraciones en Europa. Se cuentan hoy 34 millones de inmigrantes, de los cuales 12 millones son inmigrantes internos, procedentes de los países de la Unión Europea.Queremos testimoniar que es posible considerar la presencia de los inmigrantes en Europa como una oportunidad para el presente y para el futuro. Constatamos que, en muchos países, los inmigrantes dan una contribución positiva – y no solo económica – a las sociedades que saben acogerlos y crear las condiciones para un autentico “vivir juntos”.
Más allá de estas cifras recogidas, medimos el peso del sufrimiento, de la miseria y del desaliento que llevan los inmigrantes. Constatamos también que su presencia despierta miedos en la opinión pública en Europa, que conduce con frecuencia a actitudes de cerrazón y de xenofobia, incrementadas por la crisis económica que estamos atravesando. Para afrontar los miedos emergentes, se elaboran políticas restrictivas que interactúan con las mentalidades dominantes. Sin embargo, concientes de los miedos que viven los ciudadanos europeos, hemos tratado de identificar los medios con los cuales podemos ayudar a superarlos.

2. El pluralismo cultural es hoy una realidad imprescindible en nuestras sociedades. Estamos convencidos que la pluralidad cultural no conduzca a un relativismo que niega nuestra identidad o a una asimilación que genere relaciones de fuerzas y reacciones violentas entre los grupos humanos. Es posible gestionar positivamente esta situación de pluralismo a través del encuentro y del diálogo intercultural.Para llegar a ello, necesitamos un espacio de encuentro común. Este no puede ser una cultura dominante que se impone con la fuerza, sino una experiencia del devenir humano en aquello que comporta de universal. Comprometidos juntos en este proceso, nos hacemos capaces de asumir las diferencias en una voluntad compartida para el futuro de la humanidad y para vivir juntos, según el designio de Dios creador.

3. La Iglesia católica en su conjunto, con sus tradiciones y sus diferentes ritos, da su contribución para servir la unidad de la familia humana en Europa y más allá de ella. Creemos que el Evangelio de Cristo conserva hoy toda su fuerza como llamada a los hombres para superar cualquier miedo y cerrazón, como lo proponen la doctrina social de la Iglesia y los magisterios de los Papas. Agradecemos particularmente al Papa Benedicto XVI por su encíclica Caritas in veritate y lo sostenemos en su misión. La Iglesia esta convencida que los hombres pueden abrirse a la trascendencia, a un “más allá” del hombre que lo invita a superar las barreras de las diferencias para construir una fraternidad abierta y formas de solidaridad siempre más amplias.En esta misión donde estamos comprometidos creemos que no estamos solos trabajando por la unidad de la familia humana. Muchos hombres y mujeres de buena voluntad están movilizados. Nosotros cristianos creemos sobre todo que el Espíritu, que es comunión de amor en Dios Trinidad, no cesa de actuar para congregar en la unidad a todos los seres humanos de esta tierra.

4. Hemos identificado en nuestra reflexión, tres áreas en las cuales es posible construir la fraternidad que queremos servir en nombre del Evangelio:

- La familia es la célula fundamental de la sociedad. Para los inmigrantes ella desempeña un rol esencial con respecto a la integración, porque asegura un clima de seguridad y una estabilidad afectiva a sus miembros. Custodia y transmite las tradiciones culturales y garantiza relaciones armoniosas entre las generaciones. La Iglesia no se cansa de recordar la importancia de la familia como un derecho fundamental que hay que reconocer a cada inmigrante.

- Las comunidades eclesiales están invitadas a potencializar la acogida de los hermanos y hermanas que han venido de otros horizontes culturales y religiosos. Los obispos, las parroquias y los movimientos católicos se transforman en un signo profético para las sociedades llamadas a promover el diálogo intercultural. La catolicidad es una característica esencial de la Iglesia y, como tal, se refiere a todos los fieles de Cristo. Los cristianos participan de la visibilidad sacramental de la obra de Dios: “Sacramento de unidad, la Iglesia supera las barreras y las divisiones ideológicas o raciales”.

- La sociedad está obligada a gestionar la migración, que es una realidad compleja porque incluye aspectos culturales, económicos, jurídicos, políticos, sociales y religiosos. Todas las naciones tienen que comprometerse a elaborar un marco justo para que la dignidad humana sea respetada. Además es necesario que la comunidad internacional se comprometa a reducir las causas de las migraciones forzadas, para que la migración sea una elección. Por otro lado debe subrayar los aspectos positivos de esta movilidad humana.

5. Para concluir, queremos dirigirnos a vosotros, hermanos y hermanas inmigrantes en Europa, particularmente a los que viven en situaciones precarias. Los acogemos porque creemos que cada ser humano tiene el derecho de ser acogido. No nos importa vuestro origen, vuestra religión o vuestra cultura: ustedes son estimados y amados por Dos. Todos nosotros tenemos dones para intercambiar.Los que están comprometidos a vuestro lado saben bien que conocéis también el miedo, la incertidumbre y la precariedad y que estos, a veces, os exacerban.
Queremos manifestaros nuevamente nuestra fraternidad y nuestra solidaridad hacia vuestro deseo de tener una vida más humana y más digna para vosotros y para vuestras familias.Rechazando cualquier discurso de exclusión, queremos deciros que deseamos construir juntos el porvenir de Europa.
No os desaniméis. Compartimos vuestra esperanza en el futuro. Nuestra fe en Cristo es el fundamento de nuestra esperanza en el porvenir. Un porvenir que no puede ser construido sin vosotros.

Málaga, 30 de Abril de 2010 (Texto original: francés)
 

Autor: diocesismalaga.es

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