Los familiares de las víctimas ocupan gran parte de la nave central de la Catedral en una ceremonia a la que asisten unas 1.200 personas.

Centenares de personas, congregadas en los alrededores de la Catedral, han recibido a los Reyes con aplausos. Hasta el templo se ha desplazado la Cruz Roja para atender a los familiares que lo necesiten, con un dispositivo de cuatro ambulancias, dos psicólogos, 10 voluntarios y un puesto médico avanzado, situado en la plaza del Arzobispado.

Rodríguez Zapatero ha sido recibido por el president de la Generalitat, Francisco Camps, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en la entrada de la Catedral. El presidente del Ejecutivo ha llegado acompañado por su esposa, Sonsoles Espinosa; el vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, y el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla.

El presidente del Congreso, Manuel Marín, el presidente del PP, Mariano Rajoy, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, y el portavoz parlamentario 'popular', Eduardo Zaplana, fueron entre otros de los primeros en llegar a la Catedral de Valencia.

Los campaneros de la torre del Miguelete ofrecerán el toque de difuntos del siglo XV denominado 'Clamoreo' durante la celebración presidida por el arzobispo, monseñor Agustín García-Gasco, y concelebrada por varios obispos, entre ellos el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez.

Durante su homilía, Agustín García-Gasco pidió a los familiares de las víctimas del accidente que cuenten con el "apoyo y amor de familias de todo el mundo", que no se queden "solos en su dolor" y que "abran sus corazones a todos aquellos que quieren ayudarles". Asimismo, el arzobispo de Valencia les dijo que el Papa, Benedicto XVI, "les recuerda y reza por ellos".

El arzobispo ha iniciado su homilía reflejando que “una pregunta viene una y otra vez a nuestra mente y a nuestro corazón: ¿Por qué Señor ha tenido que ocurrir esta desgracia? Siempre surge de nuevo la pregunta: ¿Dónde está Dios en ese momento? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?” Ante ello, “nosotros no podemos comprender el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. Humanamente lo único que podemos decir es que la vida del hombre es frágil. Es un misterio. Ante el misterio de la muerte sucumbe la razón humana. No lo comprendemos.”

Sin embargo, “la resurrección de Cristo cambia totalmente la perspectiva de la historia: la muerte da paso a la vida, una vida que no muere ya”. “En la vida y en la muerte estamos en manos de Dios que es Padre, Vida y Amor”, ha señalado el arzobispo de Valencia, quien ha precisado que “este es el mensaje que hemos de recibir como hijos de Dios. Como hombres y mujeres que no nos afligimos sin esperanza, sino que, por la fe, contemplamos la muerte vencida por la resurrección de Jesucristo”.

Monseñor García-Gasco ha concluido su homilía dirigiéndose a la patrona de Valencia: “Santa María, Madre de los Desamparados: ampara estas familias. Ampara a Valencia. A España entera que llora la muerte de sus hijos”.