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Visita pastoral a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán (Benalauría)

Publicado: 10/02/2013: 4462

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Visita pastoral a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en Benalauría, el 10 de febrero de 2013.

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

(Benalauría, 10 febrero 2013)

 

Lecturas: Is 6, 1-8; Sal 137; 1 Co 15, 1-11; Lc 5, 1-11.

(Domingo Ordinario V- Ciclo C)

 

1.- San Pablo nos recuerda el “Evangelio” o “Buena Nueva”

Hemos leído un texto de una carta de San Pablo que él escribió a los cristianos que vivían en Corinto, una ciudad de Grecia: «Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié» (1 Co 15, 1ª). Y unos versículos más adelante nos dice en qué consiste ese Evangelio: la Buena Nueva que Pablo explica a los Corintios es la presencia de Jesucristo entre los hombres, es decir, que el Hijo de Dios hecho hombre por amor; por amor muere en la cruz y resucita (cf. 1 Co 15, 3-8).

Ese es el núcleo del Evangelio. Lo más importante de nuestra fe es este anuncio: que Jesucristo se ha hecho hombre por nosotros, que ha muerto en la cruz y ha resucitado, y nosotros podemos resucitar con Él.

Esta fe es la que hemos profesado también antes en la visita al Cementerio pidiendo por nuestros antepasados. Este enunciado tan breve es el núcleo de la fe cristiana; después, lógicamente, tiene sus consecuencias.

La Visita Pastoral tiene también como objetivo recordar este contenido de la Buena Noticia, que es el Evangelio: que Jesús nos ama, ha muerto por nosotros, nos ha salvado y nos resucita con Él.

2.- Tres personajes que coinciden en la misma reacción

En las lecturas de hoy hay tres personajes y cada uno tiene una actitud respecto a lo que significa la realidad de Dios en su vida.

La primera lectura nos ha hablado del profeta Isaías. Es el primer personaje. Este profeta ante la realidad de Dios, ante la magnificencia de lo que significa Dios, queda sobrecogido y dice: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Señor Dios han visto mis ojos!» (Is 6, 5). Isaías, por tanto, se reconoce pecador.

El segundo personaje, san Pablo, también se reconoce pecador y dice: «Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios» (1 Co 15, 9).

Y el tercer personaje, Simón Pedro, igualmente se reconoce pecador: «Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lc 5, 8).

¿Quién de vosotros no se reconoce pecador? ¿Quién de nosotros se ve a sí mismo como una persona que lo hace todo bien, que no tiene ningún defecto, que no tiene ningún pecado? ¿Hay alguien? ¿O todos tenemos que pedir perdón al Señor porque nuestra conducta no está de acuerdo siempre con lo que él nos pide?

3.- En los tres casos, el poder del Señor supera la debilidad humana.

En los tres casos que hemos visto en las lecturas de hoy también aparece la fuerza de Dios que es capaz de vencer el pecado y la debilidad del hombre.

Al profeta Isaías, que decía que temía por haber visto a Dios siendo un hombre de labios impuros, se acerca un ángel, coge unas brasas encendidas del altar y le toca los labios purificándoselos (cf. Is 6, 7). Purificar quiere decir pasar por fuego. Por tanto, le pasa a fuego su palabra, su boca.

Tal vez el Señor podría también pasar nuestra boca por fuego para purificarla, y menos cosas dañinas saldrían de nuestros labios. Si tuviéramos los labios purificados, más cosas positivas y buenas pronunciaríamos, más comentarios buenos haríamos de las demás personas.

Aquí hay gente que ha tratado caballos, ¿verdad? A ver, ¿cómo se domina un caballo? ¿Con qué miembro de su cuerpo se domina al caballo? (Respuesta de un fiel: por la boca). Se le domina por la boca, se le ponen unas cuerdas al hocico y desde el hocico se domina todo el caballo.

Lo mismo que un barco. ¿Cómo se dirige el barco? (Respuesta de un fiel: por un timón). Un timón, que es una cosa pequeñita.

¿Cómo se domina a la persona humana? ¿Quién es capaz de dominarse a sí mismo? Es capaz el que es capaz de dominar su lengua. Es un órgano muy pequeño, pero se mueve mucho y puede hacer mucho daño.

Esto es lo que le pasó a Isaías. El Señor purificó sus labios, su boca, para que, en vez de molestar con ella, hablar mal, hacer daño, hablara cosas buenas y positivas, pronunciara alabanzas a Dios y hablase bien de los hermanos. Pues eso es lo que podemos pedirle también al Señor para nosotros, que nos dé una lengua positiva, para hablar bien, para alabar a Dios.

Es también el caso de los otros dos personajes. San Pablo también confesó que a pesar de su pecado Dios le había perdonado y la gracia de Dios era más fuerte que el pecado: «Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy» (1 Co 15, 10).

Y también, Simón Pedro ante Jesús cuando reconoce que es pecador, Jesús le contesta: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres» (Lc 5, 10).

4.- La Visita pastoral

Esta Visita es un alto en el camino en el que nos debemos plantear cómo vive la fe esta comunidad cristiana que está en Benalauría. ¿Cómo vivís la fe? ¿Está aletargada?, ¿es como ese fuego de la chimenea del hogar que se está apagando y hay que coger el instrumento para remover las cenizas, quitar las cenizas que no permiten ver el fuego del rescoldo, aventar, avivar el fuego, echar nuevos tronquitos para que ese fuego reavive?

Desearía que esta Visita Pastoral os ayudara a reavivar el fuego de la fe y el fuego del amor que vive en vuestro corazón. No dejéis apagar la fe, no dejéis apagar el amor a Dios y el amor a los demás.

Os animo a que quitéis las cenizas, aventéis un poco y renovéis la leña del fuego de la fe y del amor para que otra vez caliente de nuevo el hogar. Que este fuego caliente nuestra alma, y anime también al pueblo, a los hijos de Benalauría.

5.- Sólo queda reaccionar como lo hicieron ellos

Los personajes que hemos escuchado hoy dieron una respuesta positiva.

Cuando el Señor preguntó en tiempos de Isaías: «¿A quién enviaré?». Isaías respondió: «Aquí estoy, mándame» (Is 6, 8). ¿Estáis dispuestos a anunciar a los demás la fe que vivís? ¿Seréis capaces de decir hoy al Señor: “Aquí estoy, envíame, quiero ser tu testigo, quiero decir a los demás que creo en Ti, que me siento amado por Ti y que vale la pena ser cristiano”? ¿Estáis dispuestos a decir eso al Señor?

San Pablo también reconoció que su gracia no se había frustrado en él (cf. 1 Co 15, 10). Y fue predicando por medio mundo conocido por aquel entonces, desde Grecia hasta Roma (Italia). Predicó el Evangelio, la Buena Nueva de Cristo encarnado, muerto en la cruz y resucitado, que es la síntesis de la fe.

Simón Pedro y los demás discípulos a orillas del Lago de Genesaret también fueron capaces de dejar la barca y las redes, pues eran pescadores, y seguir a Jesús (cf. Lc 5, 11). Y Jesús los convirtió de pescadores de peces en pescadores de hombres.

Tal vez, el Señor quiere hoy también convertirnos en anunciadores de su Evangelio, en pescadores de hombres, en testigos de la Buena Noticia. Y nosotros tenemos que estar disponibles para eso.

6.- Tarea de la comunidad cristiana parroquial.

Os quiero invitar a que asumáis las diversas tareas que tiene la comunidad cristiana.

D. Mariano, el párroco, celebra la Eucaristía y confiesa, que son las dos acciones más importantes que hace el sacerdote. También enseña catequesis, visita enfermos, cuida de la comunidad. Pero la comunidad no puede funcionar si los fieles de la misma no asumen tantas otras tareas que podéis asumir.

Tenéis también vosotros que anunciar el Evangelio a vuestros hijos y a vuestros nietos. Tenéis que trasformar el mundo, la sociedad. Tenéis que iluminar con la luz de la fe todas las realidades humanas, la familia, la cultura, el municipio, las relaciones sociales.

Estáis llamados a realizar algo muy importante que no podéis dejar de hacer, porque si no lo hacéis vosotros no lo hará nadie.

Quiero animaros en esta Visita Pastoral a que cada uno, -aunque sea anciano y abuelito-, asuma las tareas y la misión que el Señor le pide. Os animo a eso. Y que juntos, con el párroco y las personas más comprometidas, entre todos mantengáis la fe.

La fe cristiana no puede apagarse en Benalauría y los responsables sois vosotros, queridos fieles cristianos. El fuego del hogar no debe apagarse y los cuidadores de ese fuego sois vosotros. Entre todos hay que atizar el fuego.

Vamos a pedirle a la Virgen María, Nuestra Señora del Rosario, que nos ayude a asumir estas tareas y a vivir con alegría la fe. Ser cristianos es ser personas felices, alegres. No puede haber un cristiano que sea triste, aunque le pase lo que le pase, porque tenemos la fuerza y el gozo de Dios.

Le pedimos a la Virgen que nos ayude a seguir viviendo la fe y a mantenerla viva en esta comunidad cristiana. Que así sea.

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