NoticiaNavidad No había sitio para ellos en la posada El Obispo visitando a los residentes en la Casa del Sagrado Corazón // F. HERNÁNDEZ Publicado: 24/12/2017: 12610 Son muchas las personas que, como la Sagrada Familia de Nazaret, no encuentran sitio en la posada, pero para todas ellas hay un lugar en Málaga llamado Casa del Sagrado Corazón y al que todos conocen como Cottolengo. Nacimiento con Corazón Al igual que se sintió ese niño cobijado por un pesebre, se sienten hoy los más de 40 acogidos que se encuentran en esta Casa. Entre ellos, hay tres familias con niños, otros muchos son muy mayores, y entre todos reúnen ocho nacionalidades diferentes. «Todos los años celebramos que ha nacido el Salvador, un nacimiento que se hace presente cada día en esta casa a la que acuden y son bienvenidos todos aquellos que no tienen nada ni a nadie. Ellos son los elegidos del Señor y este es su hogar», como afirma Susana Lozano, la subdirectora del Cottolengo. Entre ellos se encuentra Paquita, una señora de 91 años que salió recientemente de hospital tras partirse un tobillo y «al vivir sola no puede volver a casa hasta que no esté recuperada del todo. Ella había vivido siempre junto a su marido en la Plaza de la Merced y allí tenían un puesto de pescado en el mercado. Pero por circunstancias de la vida le ha quedado una pensión no contributiva y no puede pagar a alguien que la atienda en estos momentos». El caso de Paquita no es elúnico. «En estos momentos, tenemos muchas personas mayores, son malagueñas pero viven solas, y no es que no tengan familiares, pero no se pueden hacer cargo de ellas. Algunas ni siquiera cuentan con una pensión no contributiva, bien porque han vivido acompañadas hasta que se han hecho muy mayores y no han visto la necesidad. Una de ellas no tenía ni carnet de identidad y recuerda que cuando era joven trabajó en la fábrica de tabaco». El caso de Paul es bien diferente, es de origen francés, tiene 50 años y era camionero. «Desconocemos el porqué, pero acabó viviendo en Málaga en su coche, donde sufrió un ictus y estuvo varios días dentro del vehículo con el ictus sin poder expresar lo que le pasaba. Tras una depresión y un tiempo en el albergue municipal nos preguntaron si podía venir aquí a recuperarse, y desde entonces está con nosotros. Aunque, tras su enfermedad, no se puede expresar bien, es muy colaborador y agradece mucho estar en esta casa rodeado de cariño». Un vínculo para toda la vida Y es que, como explica Lozano, en esta Casa «se crean lazos para toda la vida como pone de manifiesto Ana, una maestra jubilada que venía a diario a dar clases a John, un niño nigeriano de 10 años que vivía aquí junto a su madre. El niño nunca le puso mucho interés, pero Ana no tiraba la toalla. Con el tiempo, la madre encontró un trabajo que le permite pagar un alquiler y dejaron la casa. Pero John sigue yendo algunas tardes a la semana a casa de Ana al salir del colegio, mientras su madre trabaja, y allí merienda y sigue aprendiendo como el que va a casa de una abuela. Se ha creado una relación más allá de la que hay entre voluntario y acogido o entre profesor y alumno. Se trata de ser parte de la familia. Y es aquí donde podemos ver ese amor tan incondicional». Paquita, Paul y John, son solo un pequeño ejemplo de las personas que han encontrado su pesebre en la Casa del Sagrado Corazón. Hoy estamos de celebración, damos gracias porque ha nacido el Señor y los malagueños debemos estar doblemente agradecidos porque hay un lugar donde su amor se manifiesta a todas horas. El relato del Misterio de la Natividad (Lc 2, 1-7) Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.