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Envío de los profesores cristianos (Catedral-Málaga)

Publicado: 26/09/2015: 12718

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Mons. Catalá, el 26 de septiembre de 2015, en el envío de los profesores cristianos (Catedral-Málaga).

ENVÍO DE LOS PROFESORES CRISTIANOS
(Catedral-Málaga, 26 septiembre 2015)

Lecturas: Num 11, 25-29; Sal 18, 8.10-14; Sant 5, 1-6; Mc 9, 38-48.
(Domingo Ordinario XXVI-B)

1. Dios derrama abundantemente su espíritu
Según el libro de los Números, cuando el Señor compartió el espíritu que había dado a Moisés con los ancianos de Israel, los dos ancianos que se habían quedado en el campamento también quedaron llenos del espíritu y profetizaron (cf. Num 11, 25-26).

Dios es muy generoso y derrama su Espíritu abundante y ampliamente; su actitud supera nuestras limitadas fronteras ideológicas, nuestros nacionalismos, nuestras actitudes sectarias, incluso los planteamientos religiosos cerrados. El Espíritu nos hace abrirnos a los demás,  a la realidad, al bien; en definitiva, a Dios.

Queridos profesores cristianos, que impartís todas las materias en los diversos niveles educativos, desde la escuela hasta la universidad, el Señor os ha llamado a realizar la hermosa tarea de “educar”; no quiero detenerme en el significado de este término, que bien conocéis ya. El ser humano es imagen de Dios; y “educar” es ayudar a que salga la imagen de Dios, que hay dentro del educando. El Señor os ha llenado de su Espíritu para que acompañéis a vuestros alumnos y les indiquéis el camino que lleva a la verdadera Vida, que es Cristo; el camino de la verdadera sabiduría, del auténtico saber.

2. Tentación de rechazar al que no está en nuestro grupo
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, cuando tuvo noticia de que los dos ancianos que no estaban en la asamblea, sino que se habían quedado en el campamento, también estaban profetizando, pidió a Moisés que se lo prohibiera (cf. Num 11, 28).

Esa es la tentación que tenemos todos de rechazar al que no pertenece a nuestro grupo, al que no piensa como nosotros, al que no está en nuestro círculo.

El educador, sea padre o profesor, también tiene la tentación de rechazar al que no sintoniza con él, o a aquel con quien tiene problemas de relación, o a aquel, que no da el rendimiento esperado. Ese criterio, siendo muy humano, no es el que quiere el  Señor.

Ante la actitud de Josué, Moisés respondió: «¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara! » (Num 11, 29). ¡Ojalá formáramos todos realmente una misma y única con un solo corazón, con una sola alma, un solo entendimiento y saber, una sola verdad a descubrir y a vivir!

3. El que no está contra nosotros está a favor nuestro
El apóstol Juan también tuvo la misma tentación que Josué: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros» (Mc 9, 38).

Jesús le respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí» (Mc 9, 39). «El que no está contra nosotros está a favor nuestro» (Mc 9, 40).

Cuidado, porque en la tarea educativa, sin darnos cuenta, excluimos a quien no sintoniza con nosotros. Os invito a reflexionar en este nuevo curso pastoral, que comenzamos; a incluir en nuestra comunidad o grupo, a quienes tiendo a separar, excluir o distanciar.

No hace falta ir declarando pertenencias. Dios conoce el corazón y sabe que hay muchas otras ovejas a las que tiene que atraer hacia Sí. Algunas, sin saberlo, se conducen con el criterio de la misericordia y la compasión, distintivo de los que son de Cristo. Hay otras ovejas que no son del redil, pero tienen que pertenecer al mismo redil, porque han sido redimidas por el mismo Jesús: «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor» (Jn 10, 16).

La Historia de Salvación no sólo es posible a través de personas que son creyentes de manera explícita. También avanza por quienes, limítrofes a la fe y a las instituciones confesionales, colaboran de buena voluntad. Todos los que no están contra Jesús trabajan por su Reino; puede que a veces tengan una fe no explicitada ni testimoniada públicamente; pero están con el Señor.

4. Educar es una acción noble y enriquecedora
La tarea de educadores, aunque sea compleja y a veces difícil y dura, llena el corazón de alegría. Vivir y enseñar las Palabras de vida, que son los mandamientos de Dios alegra el corazón. Hemos cantado en el Salmo: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón (cf. Sal 18, 8-10-14).

Educar es una acción noble y enriquecedora. Hoy celebramos en nuestra Diócesis el “Envío de los profesores cristianos”. Los profesores de Religión necesitáis una “missio” explícita anual del obispo; los demás profesores cristianos no necesitan dicha “missio” escrita; pero a todos os envío.

La Iglesia os pide que anunciéis el Evangelio en el mundo escolar; que seáis testigos de la fe y del amor de Dios en el trabajo educativo.

El Evangelio dice que «el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa» (Mc 9, 41). Se trata de una obra de misericordia corporal.

Imaginad, queridos profesores, cuánta será la recompensa de quienes se dedican por vocación y profesión a educar a seres humanos. El que “enseña al que no sabe” realiza una obra de misericordia espiritual.

Dentro de poco iniciaremos el Jubileo de la Misericordia; el Papa nos invita a hacer con él unos gestos de misericordia, que oportunamente se nos indicarán. Os invito a realizar en este año, de manera explícita alguna obra de misericordia, enseñando al que no sabe y siendo instrumentos del Espíritu.

5. Educar anunciando el Evangelio
La intención del papa Francisco para este mes de septiembre es: “Para que la vida toda de los catequistas sea un testimonio coherente de la fe que anuncian”. La tarea del profesor cristiano, como tal, no es hacer catequesis; aunque puede ser catequista fuera del ámbito escolar. Pero se os pide “coherencia” entre vuestro trabajo y vuestra fe. 

El papa Francisco explicaba en un discurso el proceso del anuncio del Evangelio: “El Espíritu Santo, que es el protagonista de la evangelización, es también el artífice del crecimiento de la Iglesia en comprender la verdad de Cristo. Es Él quien abre el corazón de los creyentes y lo transforma para que el perdón recibido se convierta en experiencia de amor para los hermanos. Es siempre el Espíritu quien abre la mente de los discípulos de Cristo para comprender más en profundidad el compromiso requerido y las formas con las cuales dar consistencia y credibilidad al testimonio. Tenemos gran necesidad del Espíritu para que abra nuestra mente y nuestro corazón” (Discurso a los participantes en la plenaria del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva Evangelización, Vaticano, 29.05.2015).

6. El Espíritu de Dios nos precede en nuestra tarea
Pensemos que el Espíritu de Dios está ya en los educandos antes de que iniciemos nosotros la tarea. Una vez un superior de una congregación religiosa envió a un joven misionero a tierras donde aún no había sido predicado el Evangelio y no conocían a Jesucristo. El superior, hombre de mucha prudencia y experiencia, le dijo: “Hermano, ten en cuenta que cuando tú vayas allí, el Espíritu de Dios ya te ha precedido; antes de que llegues, el Espíritu ya está allí”.

Querido profesores cristianos, antes de que os acerquéis a vuestros educandos, el Espíritu de Dios ya está en ellos. La imagen de Dios ya en ellos; vuestra tarea es hacer salir, con gran delicadeza, esa imagen que ya se encuentra en ellos.

Queridos profesores y padres cristianos, estáis llamados a ser testigos de la fe cristiana que profesáis.
En esta Eucaristía os envío a anunciar el Evangelio; misión que debéis realizar con gozo y con la debida formación cristiana.

Le pedimos a la Virgen, Santa María de la Victoria, nuestra Patrona, que nos ayude y que nos acompañe en esta hermosa tarea de ser educadores. Se lo pedimos al inicio de este curso pastoral y académico 2015-2016. Amén.

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