Vida Diocesana

Melilla: una misión de frontera

Publicado: 14/05/2013: 942

Me pareció oportuno, como delegado de misiones, visitar esa ciudad como parte de la diócesis de Málaga. Ha sido una experiencia única.

¡Que privilegio he tenido al poder visitar la ciudad de Melilla! Me pareció oportuno, como delegado de misiones, visitar esa ciudad como parte de la diócesis de Málaga; conocer a sus agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y laicos. He ido sobre todo a escuchar, aprender y sentir sus necesidades e inquietudes. Ha sido una experiencia única.

El conocimiento de una ciudad milenaria, con una historia única en su continuo transcurrir de pueblos que han surcado sus mares y se han instalado en sus orillas aportando una riqueza cultural que han hecho de Melilla la ciudad multicultural por excelencia. No conocía Melilla y la verdad es que me ha impactado al conocer no solo la ciudad que es un cúmulo de culturas milenarias, con sus murallas, sus cuevas del conventito franciscano sino, sobre todo, su gente abierta y acogedora, la variedad de sus culturas y religiones.

Una misión abierta a la interculturalidad

Este es precisamente uno de los aspectos actuales de la nueva misión. Una misión abierta a todas las culturas que de multicultural se convierte en intercultural, es decir, de la sola presencia de culturas a la convivencia en armonía y el enriquecimiento mutuo. En este contexto trabajan en Melilla un grupo de seis sacerdotes diocesanos, religiosos, religiosas y laicos, que están desarrollando una misión desde la interculturalidad con un enriquecimiento mutuo y poniendo en acto la nueva evangelización.

Una misión de presencia y testimonio

A nadie se le escapa, nada más estar unos días en Melilla, que la actividad evangelizadora que se realiza allí está basada en la presencia callada, sin ruido, y el testimonio del amor y del servicio. Desde nuestros sacerdotes diocesanos que saben expresar el evangelio en continuo contacto con la gente, con los pobres, sin distinción de cultura o religión. Me bastó dar un paseo por la calle con el vicario D. Roberto Rojo para darme cuenta de la cercanía y la estima mutua que existe entre un católico, un musulmán, un hindú y un judío. Un saludo muy especial a un limpiabotas musulmán que vive en Nador y viene a trabajar a Melilla para poder dar de comer a sus hijos. Las hermanas de María inmaculada expresan esta misión con una guardería donde todos los niños son musulmanes. Las mujeres que se acercan a pedir ayuda y recibir formación son todas musulmanas y cuando pregunto a la hermana: ¿Cuántos musulmanes son en el barrio? La respuesta es tajante: Todos. Se trata de un barrio en lo alto del monte.

Así mismo las hermanas de la divina infantita (Esclavas de la inmaculada niña), y las Franciscanas de los sagrados corazones, todas están trabajando dando de si lo mejor que tienen junto a los pobres y lo hacen desde el silencio, la presencia y el testimonio. Una misión en toda regla.

Una misión de frontera desde el diálogo interreligioso

Así, como suena, en Melilla se está realizando la misión que nos pide la iglesia desde la encíclica: “Novo milenio ineunte”, y las llamadas de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Papa Francisco. Una atención especial al diálogo interreligioso.

En Melilla conviven en total armonio las cuatro culturas y religiones. Los cristianos, los musulmanes, los judíos y los hindúes. Y allí estamos nosotros los católicos de la diócesis de Málaga, impulsando este encuentro entre las cuatro religiones. Y lo hacemos desde la convicción de que estamos ayudando a la reconciliación y a la paz en el mundo. Un encuentro- me comenta el padre Roberto- que lejos de ir hacia elucubraciones teológicas, se centra en ir creando amistad, cenar juntos, pasear juntos por las calles de Melilla, para que todo el mudo vea que nos apreciamos, que los líderes religiosos podemos convivir en armonía. Un diálogo sencillo basado en la amistad y el respeto mutuos. Esto es ni más ni menos la nueva evangelización, una nueva misión de frontera que tenemos aquí en nuestra diócesis de Málaga.

Una misión de frontera realizada en la cercanía a la gente

Tenemos en Melilla a nuestros agentes de pastoral que huelen a ovejas. También en Melilla hay cofradías. He tenido el gran privilegio de comer con un grupo de presos que durante la semana santa llevaron al cautivo melillense y se tuvo un ágape fraterno junto a ellos como signo de agradecimiento y reconocimiento haciéndoles sentir cercanos y hermanos. También en Melilla está la hermandad rociera con la que hemos compartido momentos lúdicos y de amistad con los sacerdotes y religiosos de nuestra diócesis. Visitando con P. Serafín la parroquia de la Milagrosa nos encontramos con un pequeño grupo de jóvenes. Habían montado la cruz de Mayo. Desde la piedad popular los jóvenes quieren ser guiados y ayudados. Se está realizando justo lo que nos acaba de decir el Papa Francisco: “Que la piedad popular nos acerque a Jesucristo”.

Estoy convencido de que estos tres aspectos de nuestra presencia en Melilla, nos hacen ser verdaderos misioneros Inter Gentes, o sea, mezclados con nuestra gente, de distinta cultura y religión, pero todos a la búsqueda de un Dios Amor, misericordioso que ama a sus hijos sin distinción de cultura, raza o religión.

Quiero agradecer de corazón a nuestro vicario P. Roberto, a P. Serafín y a todos los sacerdotes y religiosos la acogida que me han dispensado como delegado de misiones.

Melilla es en estos momentos una misión de frontera en nuestra diócesis de Málaga y desde la delegación de misiones queremos asegurar a todos los que trabajáis allí nuestra cercanía, nuestra amistad y nuestra oración. 

Autor: Luis Jiménez, Delegado de Misiones


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