NoticiaOpinión El que no está conmigo está contra mí Publicado: 09/03/2011: 1459 En fechas recientes, decía monseñor Enrique Sánchez Martínez, Obispo auxiliar de Durango (México): "Entre la presencia o la ausencia de Dios en el espacio público no hay término medio, no existen posiciones neutrales. Eliminar a Dios del espacio público significa construir un mundo sin Dios. Un mundo sin Dios es un mundo contra Dios”. Por supuesto, los católicos respetamos el laicismo positivo y que no se legisle al dictado de las sagradas Escrituras ni del Magisterio de la Iglesia. Pero nos apoyamos en la razón para afirmar que principios éticos como “la dignidad de la persona humana y sus derechos, el bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiariedad, la participación, la solidaridad, la caridad; además de los valores fundamentales de la vida social: la libertad, la justicia, la verdad, la paz” no pueden estar a merced del gobierno de turno. Y a quienes dicen que en el sistema democrático no puede haber principios con valor absoluto, les recuerdo que ellos mismos proponen como “verdad absoluta” que un verdadero demócrata no puede ni debe admitir verdades o valores absolutos. Comprendo que numerosos católicos que sostienen que hay que retirar de la vida pública todos los signos religiosos y todas las fiestas, lo hacen de buena fe, pero olvidan que la religión es una dimensión fundamental de la persona y que no se la puede relegar a la vida privada. Porque aquello que no tiene derecho, por principio, a estar presente en la vida pública se convierte en una mera afición o un capricho privado sin ningún valor ni relevancia. Artículo "Desde las azoteas" de Juan A. Paredes Autor: diocesismalaga.es