NoticiaColaboración Buscando significado existencial Publicado: 25/11/2022: 8223 Artículo Artículo del doctor especializado en drogodependencias José Rosado. El efecto más buscado para el consumo de droga es el estado de conciencia que provoca al estimular el sistema de recompensa cerebral y que precipita una experiencia de desinhibición, alejamiento de los problemas y sensaciones euforia, alegría y poder, de una manera rápida y fácil. Es una experiencia que al ser valorada como gratificante se queda grabada en los circuitos neuronales y mantiene una intencionalidad de repetirse cuando la ocasión se presente. En una sociedad en que el evitar el dolor y buscar el placer de cualquier manera, la droga se presenta como una respuesta difícil de rechazar. De una manera progresiva y, en su propia dinámica, se hace protagonista de los deseos de la persona y se inicia una esclavitud que la a la obliga a modificar su conducta y pensamientos que los orienta hacia a un principal objetivo: conseguir la próxima dosis. En este camino, las dimensiones profundas de la persona son sistemáticamente reprimidas, y cuando el consumo, por su propia dinámica, le lleva a una situación límite, en la que se queda sin raíces y ausente del presente, con un pasado lleno de sombras y, sin alternativas existenciales, pierde el sentido de su vida: la droga sólo le es útil para olvidarse que está vivo. La idea de autolisis empieza a argumentarse y es la que provoca una reacción de rechazo al activarse el poderoso instinto de supervivencia del cerebro reptiliano, que es el que organiza una rebelión celular en favor de la vida. Es cuando la razón, cualidad suprema asume el control y decide, en su propia función, buscar respuestas en un proceso de introspección y discernimiento que per se provoca una expansión de la conciencia que le hace contemplar y recuperar las ignoradas dimensiones profundas desde donde le llegan noticias de trascendencias e inmortalidades. Y es que el hombre, aunque fue hecho de la nada , no proviene de la nada o de nadie sino es creado pro Aquel que Es. Es decir, en cuanto creador del hombre, Dios esté en el hombre. Y es precisamente esa huella o imagen, la que le mueve a desear la felicidad. Y es también esa huella, recuerdo o imagen en la memoria, la que le inspira la conciencia de su propia inmortalidad. En efecto, “yo no sería, no existiría en absoluto si Tú no estuvieras en mi”. La paz, la felicidad verdadera (fuimos creado capaz de Dios) y la conciencia de la inmortalidad implica un retorno a su punto de Origen, un encuentro con el Creador. Pero ese retornar a Dios es, primariamente, un gradual retorno a sí mismo. Pero buscar a Dios, no es perseguir un deseo nacido de nuestras carencias sino ir tras un rostro que nos ha fascinado y sin cuya contemplación, el alma no puede vivir; por eso, buscar su faz es la expresión permanente para demostrar que Él es alguien con semblante y mirada, con ojos que identifican, desvelan, enclavan y retan. Búsqueda que no cesa y encuentro que no cansa, porque la relación e intimidad con él es permanente, innovadora de vida y acrecentadora de gozo. No es una fantasía, ni una mera utopía el impulso que nos lleva a buscar a Dios y a desear encontrarlo. Responde a una necesidad honda grabada de forma indeleble en el corazón de toda persona, cuando nos dejamos llevar por el amor que procede de Dios. Sólo Él es la respuesta que no puede defraudar jamás y la calma gozosa de nuestras expectativas y esperanzas.