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Berta González de Vega: «Enseñemos a nuestros hijos a soñar de otro modo»

Publicado: 08/03/2017: 15160

«La familia perfecta son los Simpson. Son imperfectos, pero se quieren un montón», afirma Berta González de Vega (Madrid, 1972). Escribe en El Mundo desde hace 20 años, los cinco últimos sobre educación, algo de lo que sabe también por experiencia propia, gracias a sus tres hijos.

Criamos niños blanditos que serán adultos infelices… ¿hemos perdido la capacidad de educar?

No la hemos perdido. Somos la generación que más lee sobre educación y más se preocupa por sus hijos, pero eso nos lleva a una sobreprotección que les hace un daño enorme, y no somos conscientes. Hemos pasado de ver la infancia como un estadio que prepara para la edad adulta a verla como unos años de “nube de algodón” que hacen que luego la caída sea mucho más dura.

Niños hiperocupados y padres ausentes que quieren llenar de manera equivocada esa ausencia…

La sensación de culpa lleva a concederles caprichos “a gogó” a los niños y es verdad que nos hemos convertido, cuando tenemos tiempo, en organizadores culturales de los niños sin saber disfrutar de un desayuno tranquilo o una conversación con ellos. Los niños tienen que aprender también a aburrirse, tienen que desarrollar sus propios recursos imaginativos. Me preocupa que padres me digan que no saben cómo entretener a sus hijos de doce años. Es responsabilidad también de los medios, que nos venden que el botellón entre los jóvenes y otras cosas son consecuencia de la falta de alternativas de ocio y recursos culturales accesibles. ¿Perdón? ¿En la era de internet?

Y luego, cuando “estamos”, nos abduce la pantalla del móvil.

Eso es muy serio, porque se educa con el ejemplo. Yo soy la primera a la que sus hijos le dicen "mamá, ¡estás con el móvil!" Y ya voy mejorando, pero tú no les puedes decir a tu hijo que no esté con el móvil cuando te ve a ti continuamente. Hay que aparcar el móvil en sitios no accesibles y estar con ellos al cien por cien.

Los grupos de whatsapp de padres... ¿también los sufre?

Es un problema increíble. Un grupo de whatsapp acaba reproduciendo intensamente roles sociales, y es como una dinámica de grupo. Siempre hay una madre tóxica que no hace más que criticar cosas del colegio y los profesores, y acaba agotando. El whatsapp de padres intensifica mucho la presión de grupo. Y nadie se puede ir sin que dejen de dirigirte la palabra. Tienen cosas útiles, pero les ha hecho mucho daño a la falta de responsabilidad de los niños y a los colegios, minando su autoridad. Criticar un colegio es muy fácil. Los niños tienen que tener muy claro que la vida no es perfecta, pero los padres también tenemos que tener claro que no existe el colegio perfecto.

Les estamos privando de herramientas para ser felices y plenos.

Solo hay que ver la cara de satisfacción de un niño la primera vez que va solo (mientras tú le espías, claro). Estamos educándolos para vivir en un mundo global, y me preocupa porque la hiperprotección es algo característico de determinados países. No pasa en Alemania ni en China. Una forma de educar en la autonomía a nuestros hijos es llegar tarde a recogerles. ¿Qué les pasa si están quince minutos esperándonos en la puerta del cole? Pues nada. Y nosotros podemos ir menos agobiados a todas partes.

Tenerlo todo ¿es el camino de la felicidad?

¡Es que es mentira! ¡Nunca vas a tenerlo todo! Y cuanto antes seamos conscientes de eso, mejor. También las madres. Debemos abstraernos de la presión ambiental. Es imposible que aspires a ser consejera de administración de una empresa del Ibex, que seas una madre cariñosa y le dediques mucho tiempo y que además hagas los mejores disfraces a mano del colegio. Tienes que ser consciente de tus limitaciones, de que el día tiene 24 horas y disfrutar de ese camino, incluidos los baches. Yo recomiendo leer a los estoicos y darte cuenta de que eres dueña de tus sentimientos. Y como decía Ortega, no es verdad que las circunstancias nos definan. Yo soy yo, mis circunstancias y cómo las afronto, con qué actitud.

El Papa ha dicho que le daba tristeza ver a los jóvenes que han perdido la capacidad de soñar.

Mi discurso puede resultar demasiado conformista, Esto es lo que hay, acéptalo pero ten muy claro qué es lo que está bien y lo que está mal. Y, efectivamente, sueña con un mundo mejor y actúa acorde con tus circunstancias. No es derrotista. Es verdad que a lo mejor no tienen sueños, pero quizás porque hemos puesto mucho énfasis en el tener y no en el ser. Y resulta que los sueños, tal como nos lo vende el anuncio de la Lotería, consisten en tener un yate, una casa enorme y estar todo el día de vacaciones, y eso les parece imposible, porque lo es. Nuestra misión, quizás, es que tengan otro tipo de sueños. No hace falta tener cosas para ser feliz.

La familia perfecta son los Simpson.

¡Es que se quieren mucho, a pesar de ser imperfectos! La cosa no es darles y organizarles cosas a nuestros hijos, sino quererlos, hacerles saber que tienen el cariño incondicional de sus padres. Y eso no es incompatible con exigirles y contarles que el mundo no es un camino de rosas. Pero que en medio de ese camino, tienen el cariño de sus padres.

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Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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