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En 160 palabras

Publicado: 06/10/2014: 17915

Soy una de los muchos voluntarios que nuestra madre, la Iglesia, tiene. Mi vocación es la de ser esposa y madre; mi misión, anunciar el Evangelio; y mi elección, el servicio.

El voluntariado que acude cada sábado y cada vez que nuestras obligaciones nos lo permiten, al centro penitenciario, nos motiva el deseo de hacer una opción por los pobres y marginados, descubriendo a Jesús en cada hermano privado de libertad. El voluntariado penitenciario debe tener claro cuál es la motivación de su compromiso: su fidelidad a él, su capacidad para trabajar en equipo, su sensibilidad por una opción muy concreta en su vida: los privados de libertad. Evitar el riesgo de rutina, ser persona de fe y esperanza. “Ser portadores de comprensión y alegría, de esperanza y de amor....”. Servir al Señor, presente en cada hermano privado de libertad, con alegría.

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