En el Año de la Oración es recomendable orar. Y orar con la mirada puesta en el corazón misericordioso del Señor para no liar fardos pesados e insoportables a la gente. A nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros fieles… Nuestro comportamiento debe mostrar en qué Dios creemos, en qué Dios ponemos nuestra confianza, en qué Dios vivimos. Si bien es cierto que en Dios somos, nos movemos y existimos también es cierto que debemos actuar como Él lo hace con nosotros. Debemos estar en el mundo como genuinos cristianos: viviendo fraternalmente y humildemente como Cristo sugiere en el Evangelio de este martes.