Qué trabajo nos cuesta aceptar el sufrimiento y las dificultades en nuestro camino de fe y en nuestro empeño de seguir a Cristo. Tenemos fe, pero no queremos saber nada de la Pasión. Como a Pedro, nos cuesta entender que Jesús no es un mesías que triunfa mediante la fuerza o el poder, sino el Hijo de Dios vivo, que no se reserva nada para sí y que se entrega hasta el extremo. En la Biblia, la montaña es un lugar privilegiado de encuentro con Dios, donde revela su voluntad y muestra su rostro. La Transfiguración tiene el sentido de adelantar la Resurrección para que no asuste el proyecto completo de Jesús: El Mesías debe padecer mucho, morir y resucitar al tercer día. Hoy, Jesús te invita a “subir muy alto” y buscar tu Monte Tabor, tu lugar de encuentro. También nosotros tenemos miedos, inseguridades e incoherencias. La fe en Cristo nos complica la vida y necesitamos experimentar qué sentido tiene todo esto y qué final.

¿Te cuesta subir a la montaña? ¿Qué te lo impide? ¿La falta de tiempo, de esperanza, la superficialidad? ¿O más bien te cuesta bajar? ¿También montarías una tienda? Hay que buscar la intimidad y el silencio, es necesaria la experiencia de luz, pero luego toca bajar de la montaña, un verdadero encuentro con Cristo nos mueve a salir de nuestra zona de confort. La fe se vive aquí abajo, donde se cuecen los destinos de nuestros hermanos, sobre todo de los más débiles.