El texto de hoy está inserto en el relato llamado “Un día en Cafarnaún” en el que Marcos desarrolla toda una jornada en la ciudad donde Jesús inicia su predicación. Es su primera actuación como Maestro. Su enseñanza hace pasar del asombro a la sorpresa a quienes le escuchan: “¿de dónde procede ese hablar con autoridad?”.

Entre los que le escuchan hay un endemoniado, poseído por un espíritu inmundo. Es consciente de que donde está el Santo de Dios no puede habitar él: “¿Has venido a acabar con nosotros?” Donde está presente el Dios de Jesús todopoderoso y todobondadoso no puede existir el mal, es disipado igual que la tiniebla desaparece cuando llega la luz.

El nuevo contexto que vivimos exige de nuestra acción evangelizadora no repetir las mismas estrategias, los mismos discursos. Nuestro mundo está sediento de interioridad, de infinitud, de fraternidad, o lo que es lo mismo, anhela descubrir y sumergirse en el proyecto salvador y liberador de Jesús de Nazaret, aunque, a veces, no sea consciente de ello. Tenemos la gran responsabilidad de ser voceros de la Buena Noticia, que lleve a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a la plenitud de lo que son, pero con melodías que lleguen a su imaginario y a su corazón; músicas cargadas de autenticidad, verdad, y coherencia, acompañadas de gestos liberadores y sanadores para con nuestros hermanos más débiles.