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Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta (Coín)

Publicado: 31/05/2016: 4459

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga D. Jesús Catalá en la ermita de Ntra. Sra. de la Fuensanta en Coín, el 31 de mayo de 2016.

ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA FUENSANTA
(Coín, 31 mayo 2016)



Lecturas: Rm 12,9-16; Sal: Is 12,2-6; Lc 1,39-56.

1.- En este mes de mayo habéis venido a visitar a la Virgen de la Fuensanta, para agradecer su protección maternal y pedirle su intercesión. En este último día del mes celebramos la fiesta litúrgica de la Visitación de María a su prima Isabel.
    Como hemos escuchado en el evangelio de hoy, apenas recibió el anuncio del ángel Gabriel, María «se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá» (Lc 1,39), para estar con Isabel, gestante, y ayudarle en sus tareas.
    Ante el saludo de María «saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo» (Lc 1,41.44). La presencia de la Virgen María con su Hijo en su seno es benefactora, saludable y sanante. Isabel reconoce a la Madre de Jesús (cf. Lc 1,42), se admira y al mismo tiempo se alegra de su visita (cf. Lc 1,43).

2.- Hoy nos alegramos todos de venir a visitar la imagen de la Virgen de la Fuensanta. Ella es fuente de gracia por el Hijo de sus entrañas. Ella es “llena de gracia”, repleta del manantial de Cristo; y puede darnos alegría en medio de nuestras penas, porque a través de Ella hemos recibido al Salvador del mundo, Jesucristo.
    Podemos cantar con Isaías que Dios hecho Hombre viene a salvarnos: «Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación» (Is 12,2).
    La Virgen de la Fuensanta nos lleva a las fuentes de salvación: «Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación» (Is 12,3). Aprovechemos este manantial de gracia y de amor. Quien se acerca a la Virgen María sale más alegre y más santificado; y nuestros encuentros con Ella nos ayudan a vivir transformando nuestro mundo.

3.- Celebramos esta fiesta en el marco del año Jubilar de la Misericordia. El apóstol san Pablo nos exhorta a compartir las necesidades de los demás y a practicar la hospitalidad (cf. Rm 12,13), como obra de misericordia.
    También nos anima a ser asiduos en la oración (cf. Rm 12,12); ello nos mantendrá firmes en las tribulaciones de la vida.
El Señor, en palabras de Pablo, nos invita a compartir la alegría de los que están alegres y la tristeza de los que lloran (cf. Rm 12,15).
    En fin, se trata de amarse unos a otros, que es el distintivo del cristiano: «Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10); es un objetico muy difícil.

4.- Isabel felicita a María por la fe que ha mostrado: «Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1,45).
    En la sociedad en la que vivimos no se aprecia la fe de los cristianos, que sufren marginación y persecución, aunque de manera sutil. El objetivo de todas las persecuciones es eliminar la fe en Cristo Jesús resucitado, destruir la piedad popular, eliminar la dimensión trascendente del hombre y romper la relación con Dios. El espíritu mundano se infiltra suavemente en el corazón de los creyentes, debilitando su fe y haciéndoles abandonar su vida cristiana.
Pedimos a la Virgen que estos encuentros de oración refuercen la religiosidad popular y que nada ni nadie romperla ni manipularla para convertirla en simple expresión cultural, como quieren algunos. ¡Resistid los ataques de quienes pretenden vaciar la piedad popular de su sentido y contenido religioso!
La Virgen María estuvo sosteniendo la fe de los apóstoles, encerrados en casa por miedo a los judíos. De la misma manera que María animaba a los apóstoles, quiere estar en nuestras comunidades cristianas y en toda la Iglesia, animándonos con su presencia a vivir la fe y a superar las dificultades.
Hoy se rechaza también lo que está relacionado con Dios, lo sacro, lo trascendente; en definitiva, se rechaza la presencia de Cristo resucitado. Acudimos a la Virgen de la Fuensanta, para que sostenga nuestra fe con su presencia y su intercesión. ¡No tengáis miedo!

5.- La advocación de Virgen de la Fuensanta expresa que Ella es manantial de esperanza y de fe. María es la “mujer pascual”, que nos ayuda a ser cristianos pascuales, alegres, resucitados. María es mujer pascual por su alegría.
Los apóstoles, encerrados por el miedo, al oír el saludo de Jesús, que les dijo “paz a vosotros”, “se alegraron de ver al Señor” (Jn 20, 20). La presencia de Cristo cambia la vida. Cristo Jesús, resucitado, se hace presente en medio de los apóstoles y sus ojos quedaron iluminados de alegría. La Virgen María, al recuperar a su Hijo, que había visto morir en la cruz, debió experimentar una inmensa alegría en su corazón.
La presencia de María, la Virgen de Fuentesanta, es “causa de nuestra alegría”, como la proclamamos en las letanías lauretanas. Ella es motivo de alegría para cada uno de nosotros.
La Virgen de la Fuensanta es la Madre de Jesús, que es el rostro de la Misericordia de Dios-Padre. Ella nos anima a recibir la misericordia divina y a ser misericordiosos con nuestros hermanos, perdonando, acogiendo y acercándonos a los más necesitados.
Pedimos su poderosa y maternal intercesión, para que nos ayude a vivir con alegría pascual, para salir de la indiferencia religiosa, para superar las dificultades de vivir la fe hoy; para ser valientes testigos de Cristo Jesús, su Hijo resucitado y glorioso. ¡Virgen de Fuensanta, ruega por nosotros! Amén.

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