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Visita pastoral a la parroquia de Nª Sª de los Remedios (Ardales)

Publicado: 17/05/2015: 358

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Nª Sª de los Remedios (Ardales) el 17 de mayo de 2015.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE Nª Sª DE LOS REMEDIOS

(Ardales, 17 mayo 2015)

 

Lecturas: Hch 1, 1-11; Sal 46; Ef 1, 17-23; Mc 16, 15-20.

1.- Hoy es una fiesta litúrgica especial que celebramos al final de la Pascua. ¿Sabéis de qué fiesta litúrgica se trata? (Responden: la Ascensión del Señor). El Señor asciende al cielo.

El Señor después de dar su vida por nosotros y morir en la cruz, resucitó y se fue apareciendo a los discípulos que se encontraban con Él. Este encuentro con Jesús daba alegría a los discípulos y aceptaban a Jesús resucitado. Esa experiencia la tuvieron los Apóstoles y los que convivieron con Jesús, pero los que venimos detrás no hemos conocido a Jesús.

2.- Queridos niños: ¿habéis hablado alguna vez con Jesús en directo? ¿Le habéis cogido la mano? (Responden: no). Ahora a Jesús no le vemos, ni lo palpamos como los discípulos. Pero, ¿podemos encontrarnos con Jesús? (Responden los niños: ¡sí!) ¿Dónde? (Responden los niños: en el cielo). En cielo también nos encontraremos. Pero, aquí en la tierra, ¿dónde? (Responden los niños: en el corazón). Podemos experimentar la experiencia de Jesús en el corazón. Y, ¿dónde más? (Responden los niños: en la Iglesia). Claro que sí, en la Iglesia, en los sacramentos, en la Eucaristía. Jesús se hace presente ahora en la Eucaristía. Jesús nos ofrece su cuerpo y sangre como alimento y bebida. Jesús nos regala su persona resucitada.

¿Cómo el ser humano es capaz de encontrarse con Jesús? ¿Por dónde empieza el encuentro? El encuentro empieza en el bautismo. Dice los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado, en su primer capítulo, donde el autor recoge lo que ha oído de Jesús y pone por escrito que a los discípulos que no habían conocido en primera persona al Señor, los Apóstoles los bautizaban.

3.- Jesús les encargó antes de subir al cielo: “Id y bautizad a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (cf. Mc 16, 15-16). Id y bautizad. Los Apóstoles a quien quería ser cristiano lo bautizaban. Y les dijo Jesús: Seréis ser bautizados con agua y con Espíritu Santo (cf. Hch 1, 5). Aunque en todos los sacramentos el Espíritu nos da sus dones, su gracia.

Por tanto, los que no hemos conocido a Jesús personalmente nos podemos encontrar con Él en los sacramentos. Empezando por el primero de los sacramentos, que ¿cuál es? (Responden: el bautismo). Hemos sido bautizados y confirmados; estos dos sacramentos sólo se reciben una vez en la vida.

4.- Pero después, ¿cuál es el sacramento en el que nos encontramos con Jesús y podemos celebrarlo todos los días? (Responden: la comunión, la Eucaristía). No la primera comunión, sino la primera de una serie de muchas. A través de los sacramentos nos encontramos con Jesús.

Y Jesús, ¿qué les dice a los Apóstoles? «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra» (Hch 1, 8). Es decir, Jesús predijo que los cristianos llegarían a todas partes. Y que los cristianos darían testimonio de Jesús en Jerusalén, después en Roma, después en Europa y también en Ardales.

5.- Y ahora, ¿a quién les toca ser testigos de Jesús en este tiempo en Ardales? ¿A los Apóstoles, a los primeros discípulos o a vosotros? (Responden: a nosotros). A todos vosotros, a todos los bautizados; empezando por el último bautizado, sea joven o niño, y terminando por el más anciano. A todos nos pide el Señor que seamos testigos de su Evangelio, de su luz. Es decir, testigos de Cristo resucitado, de Cristo glorioso.

No importa ahora si Jesús comió o dónde comió. La parte histórica esa ya pasó. Lo más importante es que sí que se hizo hombre, que murió por amor a nosotros y resucitó. ¿De qué somos testigos? De la resurrección del Señor, de que Cristo está vivo.

6.- Las cofradías de Pasión, como la del Señor de la Sangre que acabamos de bendecir su Casa Hermandad, las imágenes son casi siempre de “Cristos en Pasión”, sufrientes: atados a columnas, flagelados, cargados con la cruz, crucificados… porque son cofradías de Pasión. Pero hay cofradías de Gloria que celebran a los santos, a las Vírgenes de Gloria, no a las Dolorosas. Y es de eso de lo que tenemos que ser testigos, de ese Cristo que padeció por nosotros, por amor a nosotros. Pero que también ese Cristo vive, vive resucitado, está presente entre nosotros.

Esta mañana les decía a los niños, a los chavales con quiénes me he reunido abajo, en la Iglesia del convento, que el Sagrario tenía forma de tabernáculo, de una tienda de campaña, porque quería significar que Jesús habita entre nosotros, que Jesús está entre nosotros. Y Cristo está entre nosotros en los sacramentos y ahora estará en la Eucaristía. De esto tenemos que ser testigos.

7.- La lectura segunda que hemos escuchado de la carta de san Pablo a los Efesios dice que Dios nos de la sabiduría suficiente para comprender la maravilla que es ser cristianos (cf. Ef 1, 17-19). ¿Por qué hay hoy pocos cristianos en el mundo? ¿Por qué cada vez hay menos cristianos en la sociedad? Pues, porque no saben lo que es ser cristianos, porque si lo supieran serían cristianos. ¡Si descubriéramos lo que dice san Pablo de lo grande que es sentirse amado por Dios! ¡Lo hermoso que es que Cristo, siendo pecadores, haya ofrecido la vida por nosotros! ¡Lo maravilloso que es que Cristo después de muerto resucitó y nos resucita a nosotros! Estas verdades son fabulosas.

Entonces, ¿por qué la gente no las quiere? Porque no se han enterado. Y la pregunta es: ¿por qué no se han enterado? Pues como dice la carta de san Pablo a los romanos: “Porque alguien tiene que decírselo” (cf. Rom 10, 14). Porque la fe entra por la predicación y el oído. Si nadie trasmite a los demás que ser cristiano es fabuloso, que somos amados por Dios todas y cada una de las personas, que también somos amados por Cristo, que el Espíritu nos bautiza con agua y con dones; y encima, Dios nos regala la vida eterna, aquí en prenda y allá en plenitud. Si no lo predica nadie, ¿cómo van a creer?

8.- Visto así, para un cristiano el vivir veinte, treinta o noventa años tiene menos importancia, pero nos aferramos a no perder lo que tenemos, tenemos miedo de perder lo que tenemos. Tenemos miedo de perder la salud, de perder la vida terrenal. En el fondo tenemos miedo porque no acabamos de creer que la otra vida es de mayor plenitud que ésta, porque si nos lo creyéramos no estaríamos tan apurados y no nos aferraríamos para no salir de ella. No tendríamos inconveniente en cruzar la puerta que pasa de esta vida a la otra. La cruzaríamos con gozo, con alegría, porque no dejamos de vivir. Estoy viviendo aquí como un regalo de Dios, la vida es un regalo. Cuando Dios quiera me pasará definitivamente a la otra vida, pero seguiré viviendo con mayor plenitud.

Esto necesitan oírlo nuestros paisanos y los ardaleños que no están aquí, y los españoles, y los andaluces, y los europeos, y los del mundo entero. Es esto lo que nos dice Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15).

Gracias a que unas personas creyeron esto nos trajeron la fe desde Palestina o desde Roma o de cualquier lugar del imperio romano. Y llegaron aquí, a nuestra Málaga actual, a nuestra diócesis, a nuestro pueblo. Y nos transmitieron la fe que ellos habían oído de otros.

9.- Ahora todos los presentes, empezando por los más niños hasta los más ancianos somos el eslabón de la cadena de transmisión. ¿Qué pasa si se rompe un eslabón de la cadena de transmisión? Que el mensaje no llega. Estáis escuchando la radio o viendo la televisión, hay una emisión o una sintonía, pero si se para la transmisión el mensaje no llega. Si los cristianos de hoy no explicamos esto a nuestros hijos, a las generaciones que vienen, a nuestros paisanos, romperemos la transmisión. Seremos, entonces, los responsables de que el mensaje no pase a otros.

Todos los que estamos aquí hemos recibido el mensaje de la Buena Nueva a través de otras personas: nuestros padres, nuestros catequistas, los sacerdotes, los profesores… cada uno tiene su historia. Y, ya que vivimos la fe, nos toca ahora ser testigos de ella. Esta es una tarea hermosa, pero al mismo tiempo es una responsabilidad.

10.- En esta Visita Pastoral quiero animaros precisamente a vivir la alegría de la fe. El papa Francisco en su Exhortación Evangelii Gaudium nos habla de la alegría de la fe, de la alegría de evangelizar, la alegría de seguir a Jesucristo. La luz que nos llena gracias al Evangelio de Jesús. Luego, en primer lugar, animaros a vivir la fe y la alegría de la fe.

Y, en segundo lugar, animaros a transmitir esta fe a otros, a las nuevas generaciones, a los demás. ¿Que no quieren escuchar?, pues ya es responsabilidad suya; pero que no sea por pereza o vergüenza nuestra, o por desidia nuestra. Si el otro no lo acepta es su responsabilidad, pero nosotros habremos cumplido nuestra misión.

Ser cristiano es una maravilla, es hermoso, ayuda a vivir, me llena de alegría. Me siendo amado por Dios porque soy amado por Dios. Y la luz de Cristo ilumina toda mi vida. Ilumina los ratos alegres, pero también ilumina los ratos tristes. Ilumina los acontecimientos hermosos, pero también ilumina los acontecimientos dolorosos, de enfermedad y de muerte. Da sentido, incluso, a lo que humanamente no tiene sentido. La luz de Cristo da sentido a la muerte. En Cristo la muerte tiene sentido y no acaba todo.

¿Estáis dispuestos a vivir y a profundizar en la fe que os han transmitido? (Responde la Asamblea: ¡sí!). Y, ¿estáis dispuestos a transmitirla? (Responde la Asamblea: ¡sí!). Pues que siga así.

            Vamos a pedirle en esta Eucaristía al Señor que nos envíe su Espíritu. El domingo que viene celebraremos la fiesta del Espíritu, Pentecostés. Que nos envíe el Espíritu sus dones para hacernos buenos y valientes testigos de la fe. También pedimos esto por intercesión a nuestra Patrona a la que tanto amamos y que tanto nos quiere. Amén

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