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Confirmaciones en la parroquia Virgen del Carmen (Benalmádena-Costa)

Publicado: 14/07/2012: 416

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en las confirmaciones celebradas en la parroquia Virgen del Carmen (Benalmádena-Costa) el 14 de julio de 2012.

CONFIRMACIONES

EN LA PARROQUIA DE VIRGEN DEL CARMEN

(Benalmádena-Costa, 14 julio 2012)

Lecturas: Am 7, 12-15; Sal 84; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13.

1.- Elegidos por Dios para ser hijos adoptivos y santos

Para mí es un gozo poder compartir con vosotros en esta Eucaristía la alegría de la fe. Deseaba celebrar la Eucaristía en esta parroquia de Virgen del Carmen de Benalmádena-Costa. El Señor nos concede hoy poder compartir con gozo esta celebración del misterio de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Voy a intentar explicar tres ideas que van muy concatenadas entre sí y que van de lleno sobre todo a vosotros queridos confirmandos, teniendo en cuenta las lecturas de hoy.

                  En la primera lectura, la de la carta de san Pablo a los Efesios hay una primera idea principal: hemos sido elegidos por Dios para ser hijos adoptivos y hemos sido elegidos por Dios para ser santos.

Nos dice Pablo: «Eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad» (Ef 1, 5). ¿Cuándo fuisteis hechos hijos adoptivos de Dios? ¿En qué momento de vuestra vida? (Respuesta de un confirmando: en el bautismo). Por tanto, habéis sido elegidos, Dios ha querido elegiros para ser hijos suyos, y nos ha adoptado en el bautismo. Esto es un gran don. Es el primer punto de partida de la vida de fe del cristiano.

El bautismo es el primer sacramento que nos permite entrar en la sintonía con Dios, nos hace hijos suyos, nos hace hijos de la Iglesia, nos convierte en hermanos de Cristo; y, por tanto, en hermanos unos de otros. Agradezcamos al Señor que nos haya elegidos mediante el bautismo y nos haya hecho hijos suyos.

            En ese bautismo nos ha llamado, nos ha elegido para ser santos. Dice también san Pablo en su carta a los efesios: «Por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor» (Ef 1, 4).

Por tanto, primer punto: elegidos por Dios para ser hijos suyos y ser santos.

Hijos ya lo sois, ¿queréis ser santos? (Respuesta de los confirmandos: ¡sí!). Y, ¿a qué nos invita el Señor? A seguirle. Y, como vamos a ver, nos da tantas y tantas gracias que qué menos que corresponderle para ser santos.

2.- Bendecidos con toda clase de bendición

Además de elegidos, somos bendecidos con toda clase de bendición. Habéis sido bendecidos con toda clase de bendición. Dice san Pablo: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo» (Ef 1, 3).

A ver, ¿qué tipo de bendiciones? Empecemos por el bautismo, ¿cuál fue el primer don, la primera bendición? ¿Qué se nos perdonó en el bautismo? (Respuesta de un confirmando: el pecado original). Y, ¿qué se nos perdona después del bautismo, en la confesión, cuando cometemos pecados? (Respuesta de un confirmando: los pecados personales que cometemos cada día).

Por tanto, en negativo: lo malo que hemos hecho el Señor nos lo perdona (cf. Ef 1, 7). Eso es una bendición, es un gran regalo.

En positivo, dice san Pablo que el Señor nos da muchos dones (cf. Ef 1, 8). ¿Cuántos son los dones del Espíritu que esta tarde cuando os imponga las manos recibiréis? A ver, decidme algún don del Espíritu. (Respuestas de los confirmandos: don de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, piedad, temor de Dios…) Esos son dones que vais a recibir esta tarde. Cuando os imponga las manos fijaros bien porque la oración que hace el celebrante nombra cada uno de estos dones. Dice: «Concédeles el don de… (y va describiéndolo)».

Por tanto, esta tarde vais a ser sellados, marcados por el Espíritu Santo. Vais a recibir la plenitud del Espíritu. Esta tarde os hace el Señor un grandísimo regalo. Os ha regalado muchas cosas y os seguirá regalando, pero esta tarde es especial.

Y todo eso os hará penetrar en el conocimiento del Misterio de Jesús (cf. Ef 1, 9), de Cristo muerto y resucitado. Y eso os ayudará a tener a Cristo como Cabeza (cf. Ef 1, 10).

            Resumimos los dos puntos primeros. Hemos dicho elegidos para ser hijos de Dios y ser santos. Y, en segundo lugar, somos bendecidos con toda clase de bendiciones.

3.- Llamados por Dios para profetizar en su nombre

            En el tercer punto exponemos que somos llamados por Dios para profetizar en su nombre.

En la lectura primera de hoy, la del libro de Amós, hay dos personajes que tienen un encuentro y un diálogo.

Amasías era profeta del santuario real de Betel, e increpa a Amós, para que se vaya de allí a profetizar a otro sitio, él era el profeta oficial, que el rey le pagaba para ser profeta. Le dice a Amós, que no era profeta oficial: «Vete, vidente; huye a la tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. Pero en Betel no has de seguir profetizando, porque es el santuario del rey y la Casa del reino» (Am 7, 12-13). O sea, le viene a decir que el que mandaba era él y que Amós sobraba.

Y, ¿qué le responde Amós? ¿Os acordáis? Amós responde que el Señor lo ha llamado para profetizar: «Respondió Amós y dijo a Amasías: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy vaquero y cultivador de sicómoros (Es decir, Amós era un ganadero de vacas y un cultivador de higueras). Pero el Señor me tomó de detrás del rebaño, y el Señor me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel» (Am 7, 14-15).

4.- Misión de los confirmandos

Esta tarde a todos nosotros, y de un modo especial a todos los confirmandos, os llama para que seáis profetas. No hace falta tener ningún título, ni ser nada oficial. Podéis ser ganaderos de vacas, podéis cultivar higos, podéis trabajar en una fábrica, podéis ejercer cualquier profesión, el Señor os llama y os envía a ser testigos, os envía a profetizar.

Jesús llamó a sus apóstoles y los envío «dándoles poder sobre los espíritus inmundos» (Mc 6, 7).

Una característica que tenían que tener los apóstoles, tenían que ir ligeros de equipaje, ha dicho el Evangelio: «Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja» (Mc 6, 8). Los apóstoles hacían grandes prodigios: «Expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban» (Mc 6, 13).

¿No os gustaría a vosotros hacer grandes cosas en nombre del Señor? Pues hoy el Señor os llama para enviaros a ser profetas. Hablad a vuestros paisanos de Dios, sed testigos de su amor, de lo grande que ha estado con nosotros, de lo bueno que es Dios, de las maravillas que ha hecho contigo, de esas maravillas que ha hecho su Hijo que me perdona los pecados, que me llena de sus bendiciones. Proclamad esto a nuestra sociedad, a los hombres de hoy.

Nosotros, los bautizados y confirmados, estamos llamados a profetizar en esta sociedad en la que vivimos, aunque nos increpen y nos digan que callemos. No debemos callar.

Vamos a pedirle a la Virgen del Carmen, la titular de esta parroquia, cuya fiesta vamos a celebrar dentro de nada, el lunes que viene es su gran fiesta. Le pedimos a la Virgen del Carmen que nos ayude a ser valientes testigos y a vivir con alegría los dones que el Señor nos ha regalado desde el bautismo hasta hoy. Que así sea.

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