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Santa Catalina Drexel, una vida de película

Santa Catalina Drexel, la religiosa del centro, con el Navajo Charlie Mitchell, franciscanos y lugareños de la misión de Lukachukai en Arizona
Publicado: 02/03/2021: 16085

La vida de la santa que celebramos el 3 de marzo es digna de una gran superproducción de Hollywood. La foto de ella que acompaña este texto, sin ir más lejos, bien podría valer como cartel de un clásico del western.

El guión de la historia comienza en 1858 en Filadelfia, Pennsylvania, en una casa señorial del conocido banquero Francis Anthony Drexel. Allí nació Katharine (Catalina), la segunda de las hijas del matrimonio. Su feliz suerte pareció truncarse al poco de nacer pues, al mes, murió su madre. Sin embargo Dios había previsto unas segundas nupcias para su padre con Emma Bouvier, una mujer que les transmitió la fe a ella y a su hermana, enseñándoles a ver sus numerosas posesiones como un mero préstamo que habían recibido y cuya misión era la de ayudar al prójimo, empezando por los más necesitados. Su padre se convirtió en un gran filántropo sosteniendo numerosísimas obras de caridad. En este ambiente creció y se cultivó de manera que, al morir sus padres y heredar ella una gran fortuna, la dedicó también a los demás. 

Encontró su carisma en socorrer a los nativos americanos y a los afroamericanos, colectivos que sufrían un gran abandono en todos los aspectos. Fundó escuelas y misiones y, tras un largo discernimiento vocacional, emitió los votos como religiosa en 1891, fundando la congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento. 

En el año 1942 tenía un sistema de escuelas católicas en 13 estados. Este sistema incluía 40 misiones, 23 escuelas rurales, 50 misiones para los indios y la Universidad Xavier en Nueva Orleans, la primera universidad en Estados Unidos para afroamericanos. Murió a los 96 años dejando su legado a otras instituciones, no a la suya.

¿Y por qué tú no?

La decisión de convertirse en misionera se la debió santa Catalina Drexel a otro santo. No a uno cualquiera sino al mismísimo papa san León XIII, cuya encíclica Rerum Novarum planteó esas “cuestiones nuevas” como fueron la cuestión obrera, la justicia social... Siendo aún joven, e impactada por esas condiciones injustas que soportaban los indios y los afroamericanos en el Oeste de Estados Unidos, acudió a Europa a buscar misioneros que fueran a trabajar en las misiones que ella pensaba abrir. Cuando fue a exponerle al papa su petición, éste le contestó: «¿Y por qué no te haces tú misionera?». Ella, que nunca se lo había planteado, se lo tomó como una pregunta de parte de Dios que también hoy nos pregunta a nosotros: «¿Y por qué tú no?».

Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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