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¿Y si tu hijo te dice un día que quiere ser cura?

Publicado: 19/06/2006: 639

•   El Seminario Menor invita a los chicos a vivir un verano diferente

Si usted tuviera un hijo de entre 11 y 18 años y un día le dijera que quiere ser cura, ¿cómo reaccionaría? Todos pedimos tener curas santos pero, ¿estamos dispuestos a ayudar a que los jóvenes se cuestionen esta posibilidad?

El Seminario de Málaga está dando respuesta a esta inquietud desde el siglo pasado. Por diversas razones, los cursos del Seminario Menor se suspendieron en 1976, pero volvieron a resurgir gracias al empeño del sacerdote D. Salvador Montes Marmolejo, que puso en marcha, en el verano de 1983, una convivencia con chicos que manifestaban inquietudes vocacionales.

Era obispo de Málaga, por entonces, D. Ramón Buxarráis. Nació así el actual Seminario Menor , tal y como lo conocemos: una convivencia mensual, para chicos de 11 a 18 años, en la que desarrollan actividades formativas, religiosas y de convivencia en general, ayudados por un sacerdote y un equipo de educadores y seminar istas, con el objetivo de que conozcan de cerca que un cura no es un ser extraordinario, sino una persona como ellos que entrega su vida al servicio de los demás, a través del sacerdocio.

El Seminario Menor es una experiencia vocacional que acoge y acompaña a chicos de entre 11 y 18 años que pretenden descubrir qué quiere Dios de ellos y no se cierren a la posibilidad de ser sacerdotes. Una vez al mes se celebra una convivencia de fin de semana; y en verano, se amplia a una semana completa. Este año se celebrará del 1 al 9 de julio.

Hay quien piensa que un niño con 11 ó 12 años es pequeño para saber si quiere ser cura. Naturalmente, hay reuniones y actividades en las que se separa a los más pequeños, de los ya adolescentes. El actual rector del Seminario Menor , Javier Guerrero, afirma que “claro que se puede descubrir la vocación a los 12 años, pero lo importante es que la respuesta sea también de 12 años”. El objetivo del Menor es acompañar y ayudar en el proceso de maduración de los chavales, y también de su vocación, entendiendo vocación como llamada a servir a los demás. Y, con el tiempo, los chavales descubrirán el camino concreto por el que Dios los llama a servir, ya sea el sacerdocio, el matrimonio, la vida religiosa, etc.

La cuestión es que, si a los chicos nadie les habla de lo que es ser sacerdote, sólo lo conocerán por lo que se dice en los medios de comunicación, que no tiene nada que ver con la realidad.

Seguro que muchos de ustedes conocen a un sacerdote que se decidió por este camino, simplemente porque alguien se lo propuso y le hizo pensar en esta posibilidad.

Es el caso, por ejemplo, de Javier Guerrero. Así explica cómo surgió su vocación: “yo era monaguillo en mi parroquia y el sacerdote me invitó a participar en una convivencia del Seminario Menor. Me impresionó tanto la experienc ia que, cuando comencé 6º de EGB, pedí a mis padres que me dejaran irme al Seminario. Poco a poco, fui descubriendo, a través de la oración, de los compañeros, de los formadores y de distitntas experiencias que me fueron marcando, que ése era el camino por el que Dios me quería para que mi vida tuviera sentido: ponerme al servicio de los demás desde el ministerio sacerdotal. Y cada día estoy más contento (ya va para 14 años), aunque no todo es fácil, ni de color de rosas”.

Todo comenzó con una simple propuesta de si quería ser cura, a la que primero respondió que no, después fue cambiando a un “ya veremos”; y al final, cuando descubrió que era el Señor quien lo llamaba, dijo como el pequeño Samuel: “aquí estoy”.

Si nadie le hubiera preguntado, no sabemos si algún día hubiera respondido.

Autor: Revista Diócesis

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