NoticiaMigraciones Círculo en memoria de las guerras y conflictos olvidados Publicado: 24/03/2022: 8515 Guerra de Ucrania Manifiesto que se leyó en el Círculo de Silencio del primer miércoles de marzo y que en esta ocasión tuvo lugar en plaza de la Aduana de Málaga capital. Este acto, convocado por la Delegación Diocesana de Migraciones, persigue hacer visible en la plaza pública la realidad de los migrantes y refugiados desde un silencio contemplativo y reflexivo. También se celebró en Álora, a las puertas de la iglesia de la Veracruz, y en Churriana, en la plaza del Mirador, y en Arriate. En este Círculo del Silencio, queremos tener presente la situación de millones de personas que huyen de la guerra y la violencia en todo el mundo. Tristemente la guerra en Ucrania ha vuelto a situarnos en una situación de emergencia humanitaria, a diario nos llega la información de nuevos ataques e intentos frustrados de corredores humanitarios. Seguimos con interés el avance del conflicto, muchos nos unimos en la oración, otros envían mensajes de ánimo y todos nos organizamos para hacer llegar ayuda humanitaria. A la vez, nos mantenemos alertas y preparados para acoger a quienes lleguen huyendo de la guerra. Todo ello muestra que cuando queremos, cuando hay voluntad, la sociedad se vuelca y muestra verdadera humanidad, que cuando conocemos una realidad de injusticia y sufrimiento, tendemos a ser solidarios, a unirnos y prestar ayuda. ¿Por qué entonces no lo hacemos siempre? ¿Por qué no nos compadecemos por igual de todo ser humano que huye de un conflicto? Hemos asistido en la última semana a nuevos intentos de saltar la valla de Melilla. Unas cifras históricas. Y hemos comprobado otra cara de la sociedad completamente distinta. No sólo se impide su entrada, sino que se ejerce una fuerte violencia sobre estas personas. No se les pregunta, no se quiere saber nada de ellas. Quizá nos resulte más fácil identificarnos con unos más que con otros, pero no solo ni siempre se trata de eso. Quizá también se trate de no saber qué está pasando en otras partes del mundo, porque lo que nos cuesta es ver y comprender. Y cuando no sabemos, dejamos rienda suelta a los prejuicios y a los miedos. No siempre los medios nos ofrecen toda la información, ni con la misma insistencia. Somos nosotros quienes tenemos que hacer ese esfuerzo. Por ello, en este Círculo queremos hacer memoria de las guerras y conflictos que tenemos olvidados. Porque son millones de personas las que salen huyendo de las guerras, la miseria y la violencia. Afganistan lleva en conflicto desde 1978, con más de 2 millones de víctimas. Pedimos paz también para Afganistan. Mali lleva en conflicto desde 2012, con más de 13.500 víctimas. La República Democrática del Congo, desde 1996, con más de 4.000 víctimas. Etiopía, en conflicto desde 2020, con más de 40.000 víctimas. Irak, desde 2003, con más de 1.400.000 víctimas. Mozambique, desde 2017, con más de 4.000 víctimas. República Centroafricana, desde 2012, con más de 8000 víctimas. Siria, desde 2011, con más de 586.000 víctimas. Sudán del Sur, desde 2011, más de 400.000 víctimas. Ucrania lleva en conflicto desde 2014 y ya había más de 20.000 víctimas. Yemen, desde 2015, más de 60.000 víctimas. Palestina, desde 1948, más de 30.000 víctimas. Sáhara Occidental, desde 1975, con más de 17.000 víctimas. Nigeria desde 2004, más de 20.000 víctimas. Somalia desde 1991, con más de 500.000 víctimas. Birmania desde 1948, con más de 210.000 víctimas. La India desde 1947, con más de 45.000 víctimas. Libia desde 2011, 35.000 víctimas. Y así podríamos seguir: Burkina Faso, Honduras, Camerún, Angola, México Kurdistán, Filipinas y Ghana. La situación en muchos países es verdaderamente preocupante. Y todos necesitan y merecen nuestra empatía, solidaridad y protección, nuestra disponibilidad de acogida no puede hacer acepción de personas. Para todos pedimos paz y para todos pedimos solidaridad. Hemos demostrado que, como sociedad, uniendo fuerzas y recursos, podemos hacer frente a estas crisis, pero no podemos hacerlo por separado, debemos hacerlo juntos y debemos hacerlo para todos, porque de ello depende también nuestra coherencia y nuestra propia humanidad.