NoticiaMigraciones Emigrantes fuisteis vosotros Publicado: 20/06/2019: 11558 El 20 de junio se celebra el Día Mundial de los Refugiados. La finalidad de este día es sensibilizar a la población acerca de los problemas de las personas que se ven obligadas a desplazarse a causa de los conflictos bélicos, la persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social… El objetivo es doble, que los gobiernos tomen medidas y que los ciudadanos conozcan mejor la problemática y exijan a sus representantes que actúen. «El 85% de los 68,5 millones de desplazados se encuentran en países en vías de desarrollo, dato que contrasta con la imagen que se nos quiere transmitir» En la actualidad se calcula que 68,5 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares. El 85% de los desplazados se encuentran en países en vías de desarrollo, dato que contrasta con la imagen que se nos quiere transmitir. Junto con este problema, nos encontramos con el hecho migratorio. Es un fenómeno de alcance mundial, se produce en todos los continentes. En Centroamérica hondureños, salvadoreños o guatemaltecos atraviesan Méjico con la intención de llegar a los Estados Unidos. En el continente africano muchas personas intentan llegar a Europa. En el Cuerno de África sudaneses, eritreos y etíopes intentan llegar a la península Arábiga… Muchos emigrantes se juegan la vida en este proceso. De enero a junio de este año se llevan contabilizada 1089 muertes, de las cuales 555 han acaecido en el Mediterráneo. La solución del problema migratorio no es fácil, requiere la acción coordinada de todos los países implicados, los de origen, los de tránsito y los de llegada. Con relación a Europa se observa la dificultad que existe para diseñar una política migratoria común. Los emigrantes han entrado en el juego político. En los procesos electorales de los últimos años los partidos que defienden una postura de rechazo a los emigrantes han crecido, lo que está condicionando la respuesta europea. Se externalizan las fronteras, Europa paga a terceros países para que impidan la llegada de emigrantes, se criminalizan a las ONGs que han estado colaborando en las labores de salvamento marítimo, se sigue sin dar respuesta a las miles de personas que están en los campos de refugiados en Grecia… Hay una mayor preocupación por el control de fronteras que por la cooperación para el desarrollo. España no es ajena a este proceso. Se observa cómo crece el número de personas que ve con prevención el fenómeno migratorio fruto de la difusión de estereotipos (“nos quitan el trabajo”, “reciben más ayudas escolares”, “saturan los servicios sanitarios”…) que están conformando una mentalidad contraria a la emigración. También se refleja en el crecimiento en número de votos de un partido que se manifiesta contrario a la emigración. Este cambio de mentalidad está teniendo repercusiones en las mismas acciones de gobierno: apagones informativos sobre la llegadas de pateras, expulsiones de emigrantes que, a veces, rayan en la ilegalidad, trato inhumano a emigrantes como ha ocurrido hace varios días con los desplazados desde las islas Chafarinas a la Ciudad de Melilla… Se cae en políticas de corto alcance por el miedo a perder votos. Los cristianos no somos ajenos a estas influencias. Debemos realizar un discernimiento, no desde nuestras ideologías políticas, sino desde nuestra fe. Si nos dejamos iluminar por la Palabra descubrimos que nos exige estar al lado de las personas vulnerables: «No oprimáis a viudas y huérfanos, a emigrantes y pobres» (Zac 7, 10). Nos pide que desarrollemos una actitud samaritana, hacernos prójimo de aquellos que están al borde del camino. Y nos interpela por nuestras omisiones: «Fui forastero y no me hospedasteis» (Mt 25, 43). La Palabra como instancia crítica impide que caigamos en la indiferencia.