NoticiaEntrevistas Rodrigo Miranda: «Aprendí a ser sacerdote con los cristianos de Siria» Rodrigo Miranda llevando la comunión a un enfermo en un hospital de Siria Publicado: 01/06/2016: 21960 Rodrigo Miranda (Chile, 1976) es sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado. Un mes después de su ordenación sacerdotal, se marchó a Oriente Medio, donde lleva sirviendo 10 años –los últimos 4, en Siria–. Ahora, recorre España contando el testimonio de los cristianos perseguidos. Diez años compartiendo vida con los cristianos perseguidos, los preferidos de Dios. Y los últimos 4, en Siria. Es un privilegio vivir con la comunidad cristiana y ver cómo viven su fe, sobre todo en estas circunstancias tan terribles. Es inspirador trabajar con ellos. En realidad uno piensa que va a ayudar, pero lo ayudan a uno. Son una riqueza para toda la Iglesia, pues a pesar de la situación dramática de conflicto en la que viven, demuestran que la fe se puede vivir. Se encuentra en España en una misión muy concreta. Estamos difundiendo todo lo que está sucediendo allí. Cuando uno vuelve de Medio Oriente a Occidente, es consciente de que la realidad que se narra en Occidente es muy distitna de la verdad que uno experimenta. Nosotros lo que estamos haciendo es difundir lo que hemos vivido para que le sirva a todo el mundo. ¿Cómo surgió su vocación? Entré en el Seminario hace casi 20 años, en una congregación misionera, el Instituto del Verbo Encarnado. Durante este tiempo he estado haciendo misiones en distintos países de Latinoamérica y de Estados Unidos. Y, tras la ordenación, me destinaron a Tierra Santa, mi primera parroquia fue la de la franja de Gaza. Ha visto usted una fe que realmente mueve montañas. Los cristianos de allí viven, con convicción, que es tierra santa, santificada por Nuestro Señor Jesucristo. Ellos viven su vocación de un modo muy particular: dar testimonio en la tierra de Jesucristo, donde nació la Iglesia, pues Siria fue la primera comunidad cristiana de la historia, hace 2000 años, nacida directamente de los apóstoles. Esto implica una vocación y una vida de fe intensa. Una fe a prueba de persecución. Lo que ellos están viviendo hoy día es continuidad desde hace 1.400 años. No ha cambiado mucho la historia. Los cristianos de Siria tienen los pies en la tierra y la mirada en el cielo. Y, precisamente porque están mirando constantemente el cielo, la vida les da una alegría particular. Los problemas y las dificultades las viven llenos de alegría y esperanza, construyendo un futuro en la tierra. Y todo esto lo transmiten. Cuando uno vive con ellos, experimenta la vida de un modo muy distinto. ¿Cómo viven la devoción a la Eucaristía? La Iglesia en Medio Oriente tiene una vida eucarística diversa a la nuestra. Ellos comulgan bajo las dos especies. La fiesta del Corpus es una de las más queridas en Tierra Santa. De hecho, es el único momento en que salen a la calle en procesión, pues están prohibidos este tipo de actos en los que se hace manifestación pública de la fe. Es una fiesta muy querida, junto con el mes de María y la fiesta del Sagrado Corazón. ¿Son estos cristianos los nuevos crucificados del siglo XXI? Sí, sin duda. Es impresionante la cantidad de confesores de la fe, de gente que ha sido torturada, secuestrada, maltratada y asesinada por confesar la fe en Cristo. Yo, en estos diez años en Medio Oriente, los últimos 4 en Siria, jamás he escuchado a un cristiano apostatar, ni renegar de Cristo, aunque pierdan la vida por ello. Cuando el Papa habla de los mártires de nuestro tiempo, yo recuerdo a estos cristianos, pues es la definición exacta. ¿Ha cambiado su vida de fe desde que está en Tierra Santa? Sinceramente, sí. Yo siempre digo que aprendí a ser sacerdote con los cristianos de Siria. La experiencia tan fuerte de una guerra, en la que me he visto, y, a la vez, el textimonio de estos cristianos, a uno lo cambia. Uno aprende a valorar aquello que es esencial en la vida de todo ser humano y también en la vida cristiana. Y también tomo una frase de una familia de la parroquia que lo había perdido todo y seguían afirmando que estos han sido los años más felices de sus vidas. Yo tomo esta frase para mí, los años en Siria han sido los más felices de mi vida, aunque parezca paradógico. Cuando uno vive tan intesamente la vida de fe y regresa a Occidente, donde ve un cristianismo tan “light”, llega a la conclusión de que es necesario el testimonio de los cristiamos de Medio oriente para hacernos despertar. Este testimonio es una riqueza para toda la Iglesia y para toda persona que tiene que enfrentarse con momentos dramáticos. La vida de los cristianos de Siria está anclada en la fe, la esperanza y la caridad. La fe implica toda su vida, no es sólo una cuestión extraña y espiritual, sino que implica toda la existencia y los empuja hacia delante.