NoticiaEntrevistas Manuel Bermúdez: «Yo lo único que he hecho es estar con la gente, llevarles la fe» Manuel Bermúdez junto a vecinos de su pueblo Publicado: 01/05/2016: 10577 Para los pueblos y pedanías que hay desde Vélez-Málaga hasta Ventas de Zafarraya, el sacerdote Manuel Bermúdez (Trapiche, 1943) es un verdadero regalo de Dios. Así se lo han demostrado en un caluroso homenaje que hicieron en Alcaucín hace sólo unos días. Manuel, con la humildad que lo caracteriza, a rma que él no ha hecho nada, sólo «estar con la gente y llevarles la fe en el día a día» Podríamos decir que usted ha sido profeta en su tierra. Toda la vida en la Axarquía, porque además soy del Trapiche. Dos años antes de ordenarme sacerdote, me enviaron a Alcaucín y ya empecé a conocer a la gente de todas las pedanías, como Espino. Después he estado 21 años como párroco de Alcaucín, Trapiche, Viñuela, Romanes... desde Vélez-Málaga hasta Venta de Zafarrayas. Tendrá muchos recuerdos, ¿verdad? Tengo tantos, que no sabría decirte. Sobre todo recuerdos de estar con la gente (niños, jóvenes y mayores), y de compartir fiestas y procesiones tan bonitas como la de la Virgen Milagrosa de Espino, la que tantos años he disfrutado. ¿Qué sintió el día del homenaje en Alcaucín? Fue una verdadera sorpresa. Han sido muchos los años que he compartido con la gente de este pueblo y era amigo de todos. El recibimiento que me hicieron no lo esperaba, toda la gente aguardaba en la plaza y el abrazo fue muy emocionante. Hasta cortaron las clases del colegio para que pudieran estar los niños. Yo pienso que no he hecho nada, pero luego veo que algo se habrá hecho porque la gente me aprecia. Lo único que he hecho es estar con la gente, en los momentos buenos y en los difíciles, que también los hay y es cuando más te necesitan; compartir con ellos la fe en el día a día. Cuando llegué a Alcaucín, no me salían las palabras. Creo que estuve llorando casi todo el rato. Así que quisiera agradecer de corazón a todo el pueblo, al párroco y a las autoridades, por hace posible ese día inolvidable. Su vida ha sido de continua superación, un ejemplo para quienes lo conocen. Tenía dos años cuando enfermé de polio y mis piernas quedaron afectadas. Podía andar, con dificultad, pero eso no me paró para hacer todo lo que hacían los demás, hasta jugar al fútbol, que me gustaba mucho (se ríe). Me ponía de portero y no dejaba pasar una. Desde que tengo uso de razón he intentando luchar para superarme. Mi deseo de ser cura se cumplió y han sido unos años muy felices como sacerdote, desde que recibí la ordenación con 47 años. ¿Cuál sería su acción de gracias a Dios? Toda mi vida es una acción de gracias a Dios. Yo he confiado siempre en él y él me ha ayudado en todo. En los momentos difíciles y en los buenos, yo confío plenamente en Dios. él ha llenado mi vida, me ha dado esperanza y aquí estoy, a lo que él quiera. Ahora se encuentra en la residencia Buen Samaritano, donde se ha ganado también el cariño de la gente. Allí intento hacer lo mismo que he hecho durante toda la vida: estar con la gente, no aislarme y participar y ayudar en todo lo que pueda. Intento superarme a mí mismo, para poder ayudar a los demás. ¿Qué recuerda de sus años de Seminario? Fui muy feliz en el Seminario, estaba haciendo lo que Dios quería y no me resultó pesado. Eso sí, era el mayor de todos, pero el que animaba los partidos de fútbol (jajajajaja). Antes de llegar al Seminario, ¿cómo fue su vida? Trabajé en una cooperativa de bobinado de motores, transformadores para los ascensores... Estaba trabajando allí cuando empecé a estudiar para sacarme el Graduado Escolar y el Acceso a la Universidad para Mayores de 25 años. Ahí me planteé entrar en el Seminario, pero también seguí haciendo Magisterio. Y, como tenía claro que quería ser cura, dejé Magisterio, que ya era complicado compaginar las dos cosas.