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Semblanza de Francisco Ruiz

Francisco Ruiz Fernández en la puerta del Centro Gerontológico El Buen Samaritano donde pasó sus últimos años
Publicado: 13/08/2022: 5784

Obituario

Semblanza leída por el deán de la Catedral, Antonio Aguilera, en la Misa Corpore Insepulto del sacerdote Francisco Ruiz Fernández fallecido el 12 de agosto de 2022 a la edad de 81 años

El Señor ha llamado a vivir definitivamente junto a sí a nuestro muy querido hermano sacerdote Paco Ruiz Fernández. Con el Señor, con quien tanto ha hablado y de quien tanto ha hablado siempre a los demás, ahora vive una entrañable cercanía. Hoy puede cantar con el Salmo: He visto tu rostro, Señor.

No tengo palabras para hablar de Paco suficiente y adecuadamente; palabras con las que poder recoger los sentimientos que muchos de vosotros ahora sentís, porque él entró muy de lleno en vuestra vida. La Eucaristía que celebramos, el memorial de la Muerte y Resurrección del Señor, es hoy una acción de gracias por la vida de Paco entregada, como la del Señor, hasta el final y compartida con los hermanos, como la del Maestro con sus discípulos.

Mis palabras son sólo un esbozo de lo que ha sido Paco para nosotros: un esbozo que cada cual puede completar con sus recuerdos personales del sacerdote y amigo, porque Paco ha vivido con intensidad, como todo en su vida, estas dos realidades: sacerdocio y amistad. 

Una intensa biografía

Paco ha sido un hombre de intensidad. Sí, intensamente ha vivido, intensamente nos ha querido… Así lo habéis expresado muchos de vosotros a lo largo de su vida y de forma muy especial en estos últimos días suyos entre nosotros.

Intensa biografía que se abrió a la vida en Periana el 25-06-1941, en una familia sencilla y trabajadora, como tantas familias de entonces. Sus padres, Manuel y Dolores, que siempre vivieron con él, tuvieron dos hijos: Paco y Dolores. De niño ingresó en el Seminario, cursó muy bien los estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote el 13-01-1968.

Sus encargos como párroco fueron en los pueblos de Vva. del Trabuco; Carratraca; Santa Rosalía-Maqueda; Canillas de Aceituno, Sedella y Salares; Torrox; Vélez-Málaga; Viñuela, Trapiche y anejos; Torre del Mar; y en Málaga ciudad: parroquias de S. Fernando (con especial atención a Los Asperones) y Ntra. Sra. de Gracia. Lugares todos donde Paco se entregó por completo: los feligreses de estas parroquias lo saben muy bien.

En distintos momentos, además o a la vez que párroco, tuvo las responsabilidades de consiliario de la JARC, de la HOAC y de ENS; miembro del Consejo Episcopal, y del Consejo de Asuntos Económicos; Arcipreste; Ecónomo Diocesano, y Vicario Episcopal Territorial de la Costa Oriental y Vicario Episcopal de Ronda, Álora y Antequera.

Su afán ha sido siempre desvivirse para dar vida. Unas veces habrá acertado de lleno; otras, quizás habrá acertado menos; pero su afán siempre era ayudar: ayudar a las familias, a los matrimonios, a los niños, a los jóvenes, a los adultos, al que estaba en la droga (¡cuánto trabajó con Proyecto Hombre!), al que estaba en la cárcel o salía de ella, a los enfermos en el hospital o en sus casas… ¡a todos!

Un epitafio: Evangelio vivo con pies de cura

Como decía alguien de vosotros, en el pasillo del hospital Quirón comentando la vida de Paco: En Paco ha sido cierto lo que quería san Manuel González de los curas: que fueran –que fuéramos- “evangelios vivos con pies de cura”.

Este podría ser un hermoso epitafio de la vida de Paco: “Evangelio vivo con pies de cura”.

Cada sacerdote es discípulo y apóstol. Pero en Paco, se hacía especialmente presente el estilo apostólico de Pablo, "el primer apóstol después del Único", y en él se hicieron vivencia pastoral los consejos de Pablo a los romanos: Bendecid siempre, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran (Rm 12,14-15).

Paco tenía la inteligencia y la sabia habilidad de estar con todos en sus más diversas circunstancias de vida, en los días de gozo y en los días de dolor. Seguro que todos lo hemos sentido así, ¿verdad?

En estos días, en el Himno de Laudes, hemos rezado: Quien entrega su vida por amor, la gana para siempre. Palabras que nos traen a la memoria la hermosa cita evangélica: El que pierda su vida por mi causa, la encontrará” (Mt 10,39).

Qué duda cabe que Paco, como Pablo de Tarso, ha gastado su vida por el evangelio. Lo hemos visto mil veces: Paco ha vivido dando su vida, no se ha reservado nada para sí.

También intensidad en el dolor

El dolor ha agarrado intensamente a Paco a lo largo de su vida. Y especialmente en esta etapa final suya, que todos nosotros conocemos.

Intenso dolor fue cuando en accidente murió su hermana. Quedaron su cuñado y tres hijos. Al poco fallecieron su sobrino, adolescente, y luego su cuñado, dejando a las dos sobrinas pequeñas. Paco y sus padres, asumieron con preciosa dedicación la responsabilidad de ellas dos. La intensidad del dolor se alía con la intensidad del amor.

Y vivió intensamente también la propia enfermedad suya: su corazón se resentía y tres bypass tuvieron que ser necesarios. Quizás esto mermó sus posibilidades de trabajo, pero nunca sus ganas de trabajar. De la forma que le era posible, siguió siempre en la brecha: hasta los últimos días, con sus mensajes en las redes, queriendo llevar el evangelio a todos, en todo momento, de la forma que estuviera a su alcance. 

Dos pasiones unidas

Paco ha vivido muy intensamente sus dos pasiones: el Evangelio y la historia de cada hombre y mujer que se han cruzado en su camino. Paco, ha sido un hombre de Dios y un hombre de la gente. 

 ¿Puede decirse algo mejor de un cura? Quizás todos vosotros podéis completar este esbozo de biografía, registrando en la memoria del corazón vivencias compartidas.  

Pero ahora, obsequiemos su memoria y demos gracias a Dios en esta

Eucaristía por la vida de Paco, que ya estará conversando con el Señor y… quizás… discutiéndole algo.

¡Gracias, Señor, por este hermano que nos diste!

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Y gracias, en nombre de los que somos iglesia de Málaga, a todos los que habéis atendido a Paco siempre y, de forma tan generosa, en este tiempo de sus últimas jornadas.

Y muchas gracias también al personal de las dos residencias donde ha vivido finalmente: la Residencia Sacerdotal y la Residencia del Buen Samaritano.  ¡Muchas gracias a todos!

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