DiócesisSemblanzas Semblanza de D. Jesús Pascual Martínez D. Jesús Pascual Publicado: 12/07/2022: 5530 Clero Semblanza leída en la Misa corpore insepulto del sacerdote D. Jesús Pascual Martínez El 15 de octubre de 1941, día de Santa Teresa de Jesús, vino al mundo en la ciudad de Madrid. Santa Teresa que le marcaría durante toda su vida, señalándole el camino que seguiría siempre. Como él cantaba cada día: “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí.” ¡Había nacido para vivir solo para Dios! Jesús nació en una familia trabajadora de la Ribera del Manzanares. Hijo de Alberta y Mariano, es el menor de sus siete hermanos: Julia (que ya le habrá recibido en el Señor), Mariano, Carmen, Paqui y Valero, unos cuanto sobrinos con los que aprendió a descubrir la importancia del trabajo en el campo, y a ejemplo de S. Isidro Labrador, la importancia de la familia y de la fe. Esa experiencia de trabajo en el campo se afianzaría después en la vida Monástica en el Paular; permitiéndole vivir sin miedo ni pereza para arremangarse y ponerse el primero en la tarea que fuera necesaria. De joven el Señor le llama a la vida monástica, con la familia Benedictina, donde va creciendo en profundidad y amor a Dios, desde el “ora et labora”. Su formación teológica trascurre entre el Paular y el monasterio benedictino de Monserrat. El que fuera obispo de Málaga en los primeros años de la democracia, y hoy obispo emérito, D. Ramón Buxarrais, tenía en mente implantar en la Diócesis un monasterio masculino de vida contemplativa; con lo que trasladó su deseo a la familia benedictina. Tres monjes enviaron los benedictinos a tierras malagueñas, para formar un cenobio. Entre ellos Jesús, que comenzaría entonces una historia de amor con la diócesis de Málaga, que duraría hasta que el Señor lo ha llamado a plenitud de la vida. Se instalan en el Valle de Abdalajis, impresionando con su estilo de vida. Sencillez, pobreza, espíritu de trabajo (en el campo), oración y cercanía a todos, especialmente a los más pobres y a los que más sufren, es lo que los identifica. Por diversas circunstancias de uno de ellos han de volver a su monasterio de origen. Y D. Ramón Buxarrais, ante la marcha de todos, propone a Jesús ser sacerdote diocesano, ordenándole el 27 de mayo de 1978 en la Parroquia de San Lorenzo Mártir del Valle de Abdalajis. Es allí donde Jesús descubre, el espíritu de Madre Petra; beata, natural de aquel pueblo, y que le ayuda a profundizar en esa cercanía especialmente a los más pobres y desamparados, que le caracterizará el resto de su vida. En la residencia de ancianos, casa de la Madre Petra, es donde celebra su 2ª misa y donde tiene su primer nombramiento como capellán de las mismas. De ellas se aprende, como él decía, “la grandeza de miras en la sencillez, en lo pequeño el Señor hace maravillas, como el canto del Magníficat que hace la Virgen”. En septiembre del año 1978, el Sr. Obispo le envía a ejercer su ministerio a Cártama, Santa Rosalía, Villafranco y Doñana. Llega en un momento muy difícil para esos pueblos, y para la Iglesia, presentándosele grandes inconvenientes para su tarea. Pero como sacerdote, profundamente enamorado de Dios, tuvo siempre claro que la Parroquia tenía que ser una casa abierta a todos, donde el pueblo de Dios se sintiera como en su hogar. Acompañando en la fe, no haciendo distinciones, y poniendo a los más sencillos, débiles y pobres en el centro. Allí empezó a incorporar el proyecto de evangelización de Nueva Imagen de Parroquia, implicando a Sor Cecilia de las Hijas de la Caridad en Sta. Rosalía y las Doroteas en Villafranco en este proyecto que consiguió aglutinar a la Parroquia. Y unir al pueblo. Y con la gracia del Espíritu y la ayuda de la Virgen de los Remedios, a la que no dejó de nombrar nunca, llevó a cabo una labor encomiable. De aquella época incluso surgieron dos vocaciones sacerdotales, en Cártama, Paco y Antonio que siguen ejerciendo el ministerio en nuestra Diócesis. Durante un tiempo fue también Arcipreste de la zona. Ejerció allí el ministerio durante 16 años, hasta que el obispo D. Antonio Dorado, en el año 1994 le encomienda una misión delicada y apasionante: la dirección espiritual de los futuros sacerdotes. Su estilo de sacerdote abnegado, orante, entregado, pobre y sencillo era el que el obispo quería que impregnara el Seminario que San Manuel González, había construido: “Pastor bone, fac nos bonos pastores, animas pro ovibus ponere promptos”. Pastores entregados a Dios y a la vida de sus ovejas. Allí desempeñó la misión hasta 1997 donde es nombrado párroco de Archidona, Estación de Archidona y Salinas, entre otros nombramientos. Una tarea ingente, que él nunca dejó de atender. Su casa parroquial era, como en Cártama y posteriormente Torremolinos, acogida para todos. Como decía S. Benito: “A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque Él lo dirá un día: ‘Era peregrino, y me hospedasteis’” (Mateo 25:35). No había pobre o necesitado que llamara que no sentara a su mesa o le preparara un plato de comida. Juan “el del Cura”, como cariñosamente se le llama, natural de Archidona, es testigo en primera persona de esa acogida. Y que después estuvo siempre siguiendo a Jesús, como su hermano archidonés, en todos los lugares donde estuviera. Y ayudándole a cumplir su misión de ir haciendo de la Parroquia ese lugar donde todos sin distinción tienen cabida, que todo bautizado se sienta partícipe de su parroquia. Es el concepto de pueblo de Dios vivido en lo cotidiano y cercano a los demás. Siempre acogedor y extremadamente cuidadoso hasta el mínimo detalle, con la finalidad de que todos se sintieran acogidos. Ejemplo de ello era la capacidad que tenía de acordarse del nombre de todos. Tras doce años de entrega en Archidona, en el año 2009 se le propone ser Vicario Parroquial en San Miguel de Torremolinos, donde ejercerá su ministerio hasta diciembre de 2021, año que se traslada a Madrid. Acepta con sencillez e ilusión la nueva tarea en el pueblo de Torremolinos, haciendo de la turística Parroquia de San Miguel, una parroquia muy acogedora, abierta y dispuesta a atender cualquier necesidad que se presentase. En esta época lleva a cabo la reforma integral de la parroquia, de lo cual ya tenía experiencia por haberlo hecho en la parroquia de San Pedro en Cártama. Ambas reformas son reflejo de cómo era Jesús como sacerdote y como persona: reformas marcadas por la dignidad de la sencillez y uniendo al pueblo en el proyecto. Y es entonces donde comienza a aparecer su enfermedad, la cual supo llevar con espíritu cristiano; no dudando, mientras le fue posible, en entregarse y ayudar en lo que hiciera falta. El día de ayer, 11 de julio día de San Benito, regla con la que empezó su vocación, el Señor le llamó a estar con Él. Se va con las manos llenas y rebosantes, de todo el amor que entregó continuamente, por todos los lugares a los que la vida le llevo. Hoy en este día, en nombre del Sr. Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, junto a toda la Diócesis, damos gracias a Dios por el regalo de la vida sacerdotal de Jesús Pascual. Gracias por su entrega, por su servicio, gracias por enseñarnos a vivir el ministerio con ilusión. Por recordarnos que tenemos que ser sacerdotes de todos, y si tenemos que tener predilección por alguien, que sea por los más pobres. Por recordarnos que estamos llamados a construir el pueblo de Dios. Gracias Jesús por tu sacerdocio. 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