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«Medio mundo te escucha desde el Vaticano»

Joan Paradell organista del Vaticano desde hace seis años// JAVIER ALBIÑANA (Málaga Hoy)
Publicado: 25/05/2017: 6812

Entrevista publicada por el Diario Sur: Organista titular del Vaticano. Su música sonó en la renuncia de Benedicto XVI y también en la elección de Francisco. El organista que ha tocado para tres Papas actuó ayer en la Catedral.

REGINA SOTORRÍO/SUR. Cuando Benedicto XVI anunció su renuncia al Papado, él estaba allí. Cuando el cónclave se reunió para elegir al nuevo obispo de Roma, él fue el último en abandonar la sala antes de que se cerraran las puertas de la Capilla Sixtina. Está ahí en las celebraciones papales, en las ceremonias de canonización, en la misa de Nochevieja... No le ven, pero le escuchan. Joan Paradell (Igualada, 1956) es el organista del Vaticano desde hace seis años, después de 30 como titular de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. Por eso sorprende verle tomar fotos de la Catedral de Málaga desde lo alto del coro, impresionado por las vistas. «¡Ojalá tuviéramos estos órganos en el Vaticano!», exclama. El músico actuó ayer en el templo malagueño, dentro del XXVII Ciclo de Órgano.

¿Qué le parecen estos órganos?

Siempre es una gran emoción tocar este magnífico instrumento, y eso que ya es mi cuarta vez aquí. Es impresionante por su magnitud y por el marco de esta Catedral fantástica.

Aunque acostumbrado a la Capilla Sixtina, esto impresionará menos...
Cada lugar tiene sus características. Son emociones muy diferentes.

Para un organista litúrgico, estar en el Vaticano será como tocar techo, es lo máximo a lo que se puede aspirar, ¿no es así?

Efectivamente, es el lugar más privilegiado en el que se puede estar.

Imagino que hasta ahí se llega tras muchos años de trabajo.
Sí, toda mi vida desde los 8 años me he dedicado a la música de iglesia. Pero además de organista litúrgico, soy concertista. Es importante decir que el organista de iglesia a veces es considerado de serie B, y no es así. El organista que toca en celebraciones litúrgicas tiene que ser un músico a 360 grados, tiene que saber acompañar a un coro, improvisar, conocer canto gregoriano, transportar una pieza a un tono más alto o más bajo según lo requiera el momento... Naturalmente, tiene que ser concertista porque debe conocer las grandes piezas del repertorio para órgano. Por eso creo que el organista litúrgico no es ni de serie A, es serie A A plus.

¿En qué nota que se les considere de segunda?

Cuando dices que eres organista de iglesia piensan ‘bueno sí, eres el que toca el Padre Nuestro’. No se le da la importancia que realmente tiene. Y quien no lo sabe no puede apreciar la dificultad, desde abajo el público no sabe lo que sucede en el órgano.

¿Se improvisa entonces en la música litúrgica?
Sí, mucho. Hay momentos en el que el canto del coro ha terminado, pero el momento litúrgico continúa y se tiene que llenar el vacío. El organista tiene que seguir según el estilo del canto que se ha hecho.

Tocar en el Vaticano es un privilegio, pero también una responsabilidad. Le escuchan muchos oídos.
Es una responsabilidad enorme e impone mucho saber que te está escuchando casi medio mundo, porque las celebraciones con el Santo Padre son emitidas para todas las cadenas del mundo. Es una grandísima responsabilidad.

¿Se supera ese miedo escénico?

Sí se supera, pero el gusanillo da vueltas siempre por dentro (ríe).

Cuando cambia el Papa, ¿cambia también la música?
Un poco sí. Cada Papa tiene su modo de entender la liturgia. El Papa Francisco la entiende de otro modo y eso lleva consigo que la música se adecue a su liturgia. Ni mejor ni peor, simplemente son diferentes.

¿El Papa Benedicto era más tradicional y Francisco más moderno en la concepción musical?
Podemos decirlo así.

¿Qué cambios ha introducido Francisco?

La música se ha adecuado a su modo de hacer la liturgia. Podríamos decir que está más próximo a la gente, como en todas sus acciones. Y él entiende la música como un modo más de acercarse a ellos.

Al margen de lo musical, ¿en qué ha notado la llegada de Francisco?
Se ha notado. La plaza, por ejemplo, está llenísima siempre de gente. Tal y como lo vemos en la televisión, así es. Es un Papa que gusta mucho al pueblo, quizás por esa sencillez y por esa misericordia hacia los débiles.

Habrá sido testigo de momentos únicos vetados para el público...
Efectivamente, tengo momentos que no olvidaré nunca. Por ejemplo, yo estaba allí tocando durante la abdicación de Benedicto XVI. Yo ya estaba preparado para tocar la respuesta a la bendición final y el Papa les dijo a todos que se sentaran. Fue entonces cuando anunció que abdicada. Nadie sabía nada. Ver a los propios cardenales mirándose los unos a los otros atónitos... Fue un momento increíble. Y a partir de ahí todos los que sucedieron hasta la elección del Santo Padre. Yo fui la última persona en salir de la Capilla Sixtina antes de cerrar las puertas para el cónclave. Al principio entran todos los cardenales, se canta el ‘Veni creator’, luego todos los cardenales hacen un juramento durante el cual el órgano toca de fondo y el órgano continúa sonando mientras terminan de salir todas las personas que tienen que abandonar la sala. Al final ya solo quedaba yo, que tuve que correr porque estaban cerrando las puertas. La primera misa que el Santo Padre hace solo para los cardenales dentro de la Capilla Sixtina fue también emocionante.

¿Podría definir musicalmente a cada uno de los Papas?
Es como el carácter de la persona. Juan Pablo II era bastante abierto con la música, tanto es así que recibía muy bien la música de los jóvenes. Estaba muy cerca de varios tipos de músicas. El Papa Benedicto XVI era músico, tocaba mucho el piano y le gustaba mucho Mozart. Por eso estaba muy pendiente del tema musical. Dialogaba mucho con nosotros y nos hacía peticiones, que hiciéramos polifonía, gregoriano... Al saber de música tenía un modo diferente de gestionar la música. Y al Papa Francisco, aunque puede que no lo parezca, le gusta mucho la ópera y Beethoven. En una ocasión dijo que no entendía mucho de música y que dejaba a quienes sabían que hicieran las cosas como creían, siguiendo sus direcciones lógicamente. Pero en estos últimos tiempos se ha implicado más y, por ejemplo, él mismo en primera persona pidió que se cantara una pieza de Mozart en Nochevieja. Y así se ejecutó.

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